Un acto liberador que tiene en cuenta que el perdón y el amor van más allá de la justicia<br /><br />
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Mari Carmen consideró que el perdón no era sólo una obligación, que no suponía el olvido, ni tampoco era mucho menos…
Nos hemos enterado de un gesto heroico: una viuda de un político asesinado por un terrorista ha abrazado el asesino de su esposo y le ha perdonado. También el terrorista le ha pedido perdón. La esposa y madre se llama Mari Carmen, el marido asesinado, Jesús Mari, el terrorista se había acogido al Programa de Encuentros Restauradores. Del primer dolor, causado por el terrorista, ha llegado al perdón cristiano. Todo un itinerario a seguir si se quiere conseguir la verdadera paz, no sólo políticamente pactada, sino total y verdadera, socialmente hablando.
La viuda, sabiendo cuál era el camino más perfecto, se preparó para el encuentro con el asesino de su marido. Consideró que el perdón no era sólo una obligación, que no suponía el olvido, ni tampoco era mucho menos una expresión de superioridad moral, ni, por supuesto, no era una renuncia a un derecho, sino que debía ser un acto liberador que tenía en cuenta que el perdón y el amor van más allá de la justicia.
El diálogo entre los protagonistas no tiene pérdida:
— Ella: Lo que más siento dentro de mi corazón es el hecho de no tener el marido a mi lado.
El terrorista calla conmovido y no le salen palabras. Está medio llorando.
— Ella: ¿Cómo te encontraste cuando le matabas?
— Él: Sólo pensaba en matar... No pensaba en nada más.
— Ella: Con esta carita que tienes nadie diría que has sido capaz de hacerlo.
Él se emociona comprobando que no queda ningún tipo de resentimiento ni de odio en la mujer.
El diálogo continúa: ella le cuenta que ha sido la Fe la que le ha llevado al perdón, y él, conmovido por todo el contenido de la conversación, le pide perdón y muestra su arrepentimiento. Al final, ella lo abraza como si fuera un hermano. Y el terrorista, totalmente desarmado queda en paz, sabiendo bien cuál es el camino que ha empezado a hacer y que le llevará a la plena reinserción y a una nueva vida.
Ayer, en unas declaraciones a la prensa, la escritora de novelas negras Anne Perry, decía hablando de sí misma: «Tengo que reconocer el mal que había hecho, me voy, me voy arrepentida, pagué el precio que había que pagar. Si crees en el perdón... acéptalo! Y sobrevivirás. Porque vivir con culpa es como vivir lisiado, mutilado. Vivir con culpa no ayuda a nadie, es poco inteligente».