Un breve resumen, para despejar dudas e incertidumbres
¿Cuáles son los elementos esenciales de la doctrina social de la Iglesia con respecto a los asuntos de la comunicación social? ¿Cuál es su visión de los nuevos medios de comunicación, y especialmente de las redes sociales? Incluso entre los profesionales y expertos, a veces hay errores de interpretación acerca del auténtico pensamiento de la Iglesia Católica sobre los problemas de los medios y la comunicación. Intentemos hacer un breve resumen, para despejar dudas e incertidumbres, con la ayuda directa de las fuentes, de los documentos oficiales de la Iglesia.
Todos los medios de comunicación son muy importantes, no sólo para la sociedad, sino también para la ética social católica. Desde el Concilio Vaticano II (Inter Mirifica 1-2), y en especial con las enseñanzas del Papa Juan Pablo II y su actitud empática hacia los periodistas y comunicadores, la Iglesia ha acentuado su visión positiva de los medios de comunicación. Al mismo tiempo, es necesario un discernimiento constante y cuidadoso, en cada caso, ya que incluso “el mundo de los medios de comunicación tiene necesidad de la redención de Cristo” (El rápido desarrollo, 4).
(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 376; Redemptoris missio, 37)
Cuando se habla de los problemas éticos de los medios de comunicación, la Iglesia se refiere sobre todo a las personas que trabajan en estos medios más que a los propios instrumentos de comunicación social. Solo tiene sentido hablar de ética allí donde existe libertad de elección; no existe una ética de los medios de comunicación, sino más bien la ética de las personas que los utilizan. En consecuencia, podemos hablar de los deberes morales de los profesionales que trabajan en los medios de comunicación: productores, periodistas, escritores, guionistas, directores de cine, fotógrafos, redactores, etc.; pero también de los deberes morales de los propietarios de los medios, de las autoridades públicas, e incluso de los destinatarios finales. Aunque el uso de los medios de comunicación a menudo tiene consecuencias no causadas intencionalmente, son siempre las personas las que deciden sobre el uso de los medios de comunicación (cf. Ética en las comunicaciones sociales, 1).
(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 560-561; Ética en las comunicaciones sociales, 1)
Para empezar, es bueno decir que la comunidad de las personas y la misma persona humana son el fin y la medida de toda comunicación. Los principios y normas éticas aplicadas en otros campos valen también para la comunicación social: “Se pueden aplicar siempre los principios de la ética social, como la solidaridad, la subsidiariedad, la justicia, la equidad y la responsabilidad en el uso de los recursos públicos y en el cumplimiento de funciones de responsabilidad pública. La comunicación debe ser siempre veraz, puesto que la verdad es esencial a la libertad individual y a la comunión auténtica entre las personas”. (Ética en las Comunicaciones sociales, 20).
La verdad requiere la difusión de una información responsable; el contenido de los medios no debe promover la xenofobia, la discriminación o el nacionalismo ocultos bajo la apariencia falsa de patriotismo (Pacem in Terris, 90).
En caso de conflictos, los medios de comunicación deberían estar al lado del más débil, de las víctimas de la guerra y no a favor de los poderosos: "Los responsables de las decisiones tienen el serio deber moral de reconocer las necesidades y los intereses de quienes son particularmente vulnerables −los pobres, los ancianos, los hijos por nacer, los niños y los jóvenes, los oprimidos y los marginados, las mujeres y las minorías, los enfermos y los minusválidos−, así como las necesidades e intereses de las familias y los grupos religiosos”. (Ética en las comunicaciones sociales, 22).
Al mismo tiempo, todo esto debe hacerse sin explotar a las personas débiles y necesitadas con fines ideológicos.
(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia; Pacem in Terris, 90)
“El primer deber de los usuarios de las comunicaciones sociales consiste en el discernimiento y la selección. Los padres, las familias y la Iglesia tienen responsabilidades precisas e irrenunciables” (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 562). Esta responsabilidad es doble: por un lado hay que “administrar” el consumo de medios de los hijos, para educarles en la virtud, en la templanza, para que desarrollen un espíritu crítico. Por otro lado, los católicos tienen el deber de informarse adecuadamente sobre la vida de la Iglesia. Esto exige que los fieles utilicen fuentes fiables y que los pastores sean transparentes. Fieles, pastores y todas las personas que trabajan en la comunicación de la Iglesia deben ser conscientes de que están al servicio de la entera comunidad de la Iglesia.
Sí, sin duda. La Iglesia anima a la libertad de expresión, que es, además, un concepto en simbiosis con el de la libertad de religión. Se puede decir que no existe la una sin la otra; de lo contrario, sería una libertad meramente formal y aparente. La libertad de expresión y la libertad de religión, sin embargo, están amenazadas en la sociedad actual, especialmente por parte de extremistas religiosos y del relativismo intolerante. En este segundo caso, se puede hablar, como han hecho los últimos Papas, de la “tiranía” y la “dictadura del relativismo”. Sin la verdad, gobierna solo el poder. Los poderosos a menudo intimidan y reducen al silencio a los creyentes, a través de la presión política y económica, la manipulación e incluso la violencia psicológica.
Como se ha dicho de la libertad de religión y de conciencia, “los justos límites al ejercicio de la libertad religiosa deben ser determinados para cada situación social mediante la prudencia política, según las exigencias del bien común, y ratificados por la autoridad civil mediante normas jurídicas conformes al orden moral objetivo”. (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 422).
El gobierno puede y debe intervenir cuando hay una necesidad de “la tutela eficaz de estos derechos en favor de todos los ciudadanos y por la pacífica composición de tales derechos, por la adecuada promoción de esta honesta paz pública, que es la ordenada convivencia en la verdadera justicia, y por la debida custodia de la moralidad pública”. (Dignitatis Humanae, 7).
(Concilio Vaticano II. Dignitatis Humanae, 7)
Los medios sociales se distinguen de los "tradicionales" medios de comunicación sobre todo por el hecho de que el público es más activo en el interior del proceso a través de la creación en primera persona de los contenidos y, por lo tanto, no es un simple espectador de contenidos creados por otros, como sucede en el caso de la televisión. Las plataformas de los medios sociales han abierto nuevas perspectivas de comunicación, permitiendo a todos nosotros compartir con otros nuestras vidas, experiencias, alegrías y penas. Por otro lado, sin embargo, las redes sociales derriban los confines entre público y privado, con los correspondientes, y a menudo inquietantes, problemas de privacidad, y aumentan el riesgo de sustituir las relaciones auténticas con las virtuales.
En general, las redes sociales y los nuevos medios de comunicación plantean nuevos desafíos a la cultura humana. De hecho, están plasmando velozmente nuestras relaciones personales, familiares y sociales: “Hoy, los medios de comunicación más modernos, que son irrenunciables sobre todo para los más jóvenes, pueden tanto obstaculizar como ayudar a la comunicación en la familia y entre familias. La pueden obstaculizar si se convierten en un modo de sustraerse a la escucha, de aislarse de la presencia de los otros, de saturar cualquier momento de silencio y de espera, olvidando que «el silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido» (Benedicto XVI, Mensaje para la XLVI Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 24 enero 2012; Papa Francisco, Mensaje para la 49 Jornada de las Comunicaciones Sociales, 23 de enero 2015.
Los medios de comunicación pueden favorecerla “si ayudan a contar y compartir, a permanecer en contacto con quienes están lejos, a agradecer y a pedir perdón, a hacer posible una y otra vez el encuentro. Redescubriendo cotidianamente este centro vital que es el encuentro, este «inicio vivo», sabremos orientar nuestra relación con las tecnologías, en lugar de ser guiados por ellas. También en este campo, los padres son los primeros educadores. Pero no hay que dejarlos solos; la comunidad cristiana está llamada a ayudarles para vivir en el mundo de la comunicación según los criterios de la dignidad de la persona humana y del bien común.” (Papa Francisco, Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones, 2015).
Norberto González Gaitano, en familyandmedia.eu.
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