La Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia ha sido el mejor escaparate de la vitalidad de los jóvenes católicos
Son jóvenes, cristianos y personas extraordinarias. Hacen la vida de cualquier chaval de su edad. Se divierten, estudian pero sobre todas las cosas tienen fe. Una fe que les mueve en pleno verano por medio mundo para encontrarse con el Papa en las Jornadas Mundiales de la Juventud en Cracovia o para pintar centros de acogida de niños huérfanos en Rumanía o acompañar enfermos en un hospital en Bata (Guinea Ecuatorial).
Un reciente sondeo de la consultora GAD 3 para la JMJ señala que el 81,5% de los jóvenes cristianos considera que su fe en Jesucristo les ayuda a ser mejores personas y más solidarios con las personas necesitadas. Ellos son perfectamente conscientes de que son una minoría en medio de una sociedad cada vez más secularizada pero están dispuestos a dar la batalla...
“Te miran como bicho raro pero yo no escondo lo que creo”
Almudena Salort va por el tercer curso de Marketing en la Universidad Rey Juan Carlos pero lo que más le gusta es el Arte Dramático. Es una cristiana sin complejos, que igual le gusta ir a misa que salir con sus amigos de fiesta. De hecho reconoce que en el ambiente del Teatro es mucho más difícil hablar de Dios. «A veces se generan debates y.... sí me miran como bicho raro, pero también se interesan por lo que creo aunque les resulta muy curioso. Yo no escondo lo que creo», asegura esta joven de 20 años oriunda de Gandía, pero que reside en Madrid. Para ella esta cuestión no tiene mayor problema ya que si «tú respetas a los demás, ellos también te respetan», aunque haya ocasiones en «que te tira para atrás decir lo que uno cree».
A pesar de su juventud, Almudena asegura que se ha pasado gran parte de su vida buscando a Dios. «Me he dado cuenta de que la clave está en ayudar a los demás porque Dios está en los que más nos necesitan y los que más nos necesitan no sólo son los pobres sino también la gente que te rodea, los padres, los amigos».
Almudena acaba de regresar de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia a la que fue con un grupo de 174 chicas de los clubes juveniles del Opus Dei. Antes de llegar a la capital polaca para encontrarse con el Papa colaboraron como voluntarias en Vallemare una pequeña localidad al noroeste de la capital de Rumanía. «Estuvimos pintando las casas de acogida de niños huérfanos o que sus padres no les pueden cuidar. Somos conscientes de que no podemos cambiar sus condiciones de vida, pero esta experiencia me ha abierto más los ojos para valorar las cosas mucho más».