Así ha funcionado la humanidad y no lo ha hecho mal: en todos los continentes, en todos los siglos y en todas las razas; es decir, como hombres, no como católicos, musulmanes o budistas
Vamos a serenarnos y a llamar a las cosas por su nombre: la ideología de género es una ideología y como tal pretende «transformar el sistema social, económico, político o cultural existente», tal como ha sido definida por los expertos. Y concluyen así: «En este sentido, la ideología es una herramienta de control social para despojar al ser humano de su libertad, transformándolo en parte de una masa manipulable».
¿Dónde reside entonces el conflicto surgido con las declaraciones del cardenal Cañizares? Quizá en un complejo problema: confundir lo que es verdad con lo que es ideología. Es verdad desde el comienzo del mundo que nacemos hombre y mujer, es cierto que los sexos nos diferencian y a la vez nos complementan, o es verdadero que todos somos personas con una dignidad de origen natural y compuestos por una inteligencia, una voluntad y un corazón. Y así ha funcionado la humanidad y no lo ha hecho mal: en todos los continentes, en todos los siglos y en todas las razas; es decir, como hombres, no como católicos, musulmanes o budistas.
El gran poeta español Machado, ya puso el dedo en la llaga: «La verdad es lo que es y sigue siendo verdad aunque se piense al revés». Si a la verdad se retuerce, se distorsiona o se sustituye por la mentira o por verdades a medias, porque no gusta lo que es y porque se quiere imponer lo que no es, para conseguir un pensamiento único fácil de manipular, entonces pasa lo que pasa: cuando la verdad para todos se recuerda con valentía y se difunde entre las personas que piensan bien, que buscan lo mejor para sus familias y se comprometen con la verdadera naturaleza de los sexos, los partidarios de la ideología organizan una orquestada campaña difamatoria. Todos somos personas y como tales debemos respetar la verdad aunque nos cueste aceptarla.