Apuntes para la formación de la gente joven
Incluimos el texto de la Comunicación de Dª Gloria Mª Tomás y Garrido, catedrática de la UCAM, durante el Congreso Internacional Laudato si´, de ecología integral y medio ambiente, en homenaje al Papa Francisco, celebrado del 2 al 6 de marzo de 2016 en la Universidad Católica San Antonio, de Murcia.
La encíclica Laudato si’[1]marca retos de gran calado teológicos, morales y tecnológicos para encauzar la armonía entre la persona y su hábitat −el mundo, la casa común−. El término acuñado por San Juan Pablo II “la conversión ecológica”[2] vuelve a adquirir nueva actualidad, de modo que el cuidado del medio ambiente constituya un compromiso común, muy particularmente por parte de los países desarrollados.
Junto a esta importante acción mi aportación tiene un valor trasversal, complementario, y accesible. Se trata de fomentar, muy particularmente entre la gente joven el descubrimiento de la belleza del mundo natural.
La Encíclica que nos ocupa, habla expresamente de la belleza en treinta y seis puntos, de los doscientos cuarenta y seis que la componen. Terminando con ese bello canto en el p. 243: “Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1 Co 13,12)”.
En griego la traducción de belleza puede significarse tanto como Kalós −belleza−, y también como Kaleo −llamada−. En definitiva, la belleza como una llamada al corazón del hombre para llegar al cuidado del mundo, según nos pide el Papa Francisco.
Sumario
Introducción: Todo está conectado
Una llamada a los jóvenes
Un apunte sobre la belleza
Redescubrir la belleza en la persona y en el mundo
Breve análisis de la belleza en la LS
Reflexiones finales
Bibliografía
La encíclica Laudato si’ marca retos de gran calado teológicos, morales y tecnológicos para encauzar la armonía entre la persona y su hábitat −el mundo, la casa común−. Con ella, el término acuñado por San Juan Pablo II “la conversión ecológica” adquiere nueva actualidad, de modo que el cuidado del medio ambiente constituya un compromiso común de todos y de cada uno de los habitantes de la tierra, principalmente, de los países desarrollados. El Papa Francisco expresa, a mi modo de ver programáticamente dos verdades fundamentales: que ninguna criatura carece de valor en sí misma (LS 69) y que el ser humano está llamado a respetar lo creado con sus leyes internas (LS 69, 140, 221)
Ya están en marcha, e irán surgiendo nuevos proyectos que motiven y faciliten en públicos diversos la realización de esta llamada del Papa Francisco. Junto a los dos ejes que he citado, la LS muestra realidades y posibilidades estratégicas múltiples sobre más temas no referidos directamente a la casa común, pero que inciden en ella, pues como señala el Papa todo está conectado (LS 16) y, además, la fragmentación de saberes lleva a perder el sentido de la totalidad (LS 110). No sólo afirma estas evidencias, sino que como consecuencias de las mismas, Francisco conduce al lector a considerar la unidad del saber, reivindicando la luz de la fe (LS 62-64) y pidiendo verdad y sabiduría para el progreso científico (LS 105,107).
Esta interdependencia de los aspectos del mundo y de la riqueza ontológica de cada persona obliga a creyentes y a los hombres de buena voluntad a participar en el proyecto común (LS 164), cada cual a su manera y según sus perspectivas y posibilidades, pues en dicho plan cabe, junto a eficaces y eficientes planteamientos políticos, tecnológicos y prácticos, otras orientaciones que, trasversalmente motiven, y por ello faciliten avanzar hacia la plenitud del mundo creado. Es ahí donde incide la conveniencia de fortalecer, aumentar, restaurar −caben más verbos− la formación y la visión humanística que es realmente la que convoca a una mirada integral e integradora del saber y del hacer (LS 141). Todo ello supone y fomenta un trabajo colaborativo, puesto que la persona crece, madura y se santifica al entrar en relación con Dios y con los demás (LS 240), algo que evidentemente todos entienden porque en la de cada uno habita la generosidad y la solidaridad (LS 58).
En esta línea, es muy interesante la orientación de Guillaume Derville[3], que sugiere leer la LS “como se miran los primeros lienzos de Brueghel, con sus enjambres de personajes; pero en este caso no sólo los pueblos y el mundo rural son los que aparecen ante nuestros ojos: están, además la ciudad, la calle, y también la montaña y el mar; una humanidad real, feliz e infeliz, a menudo en rebelión contra la creación, humanidad pobre y a veces alegre al mismo tiempo. Después, como sucede en la obra del pintor flamenco, es la persona, cada una, única, cuyo rostro “reflejo de la Trinidad” (LS 239) se descubre poco a poco”.
Derville señala en el mismo trabajo que Bossuet comentando Gn 2,15 explicaba que “Para el paraíso, Dios ordenó dos cosas al hombre: una es “cultivarlo”, y la otra “custodiarlo”, es decir, conservar su belleza; lo cual se aplica también a la cultura (…). Dios enseñó al hombre, por esta figura, a cuidar de sí mismo y, a la vez, a guardar el puesto que él tenía en el paraíso”. El Catecismo de Iglesia Católica (307), comenta: “Dios da así a los hombres el ser causas inteligentes y libres para completar la obra de la creación, para perfeccionar su armonía para su bien y el de sus prójimos”[4].
Desde esta perspectiva temas, aparentemente más periféricos, deben cumplir una función importante, que en principio se plantea lenta y quizás ardua, para involucrar en los objetivos de la LS, también a la gente joven del mundo desarrollado. Son los jóvenes, de ahora los que vengan, a los que San Juan Pablo II, reconociendo sus ambigüedades animaba con estas bellas palabras: "Ahora más que nunca es urgente que seáis los ‘centinelas de la mañana’, los vigías que anuncian la luz del alba y la nueva primavera del Evangelio, de la que ya se ven los brotes. La humanidad tiene necesidad imperiosa del testimonio de jóvenes libres y valientes, que se atrevan a caminar contra corriente y a proclamar con fuerza y entusiasmo la propia fe en Dios, Señor y Salvador"[5].
Jóvenes a los que el Papa Benedicto XVI aconsejaba: “Construir la vida sobre Cristo, acogiendo con alegría la palabra y poniendo en práctica la doctrina: ¡he aquí, jóvenes del tercer milenio, cuál debe ser vuestro programa! Es urgente que surja una nueva generación de apóstoles enraizados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a para difundir el Evangelio por todas partes. ¡Esto es lo que os pide el Señor, a esto os invita la Iglesia, esto es lo que el mundo −aun sin saberlo− espera de vosotros! Y si Jesús os llama, no tengáis miedo de responderle con generosidad, especialmente cuando os propone de seguirlo en la vida consagrada o en la vida sacerdotal. No tengáis miedo; fiaos de Él y no quedaréis decepcionados”[6].
Y por supuesto, el Papa Francisco que siempre les hace llamadas; sirva de ejemplo, una muy reciente: “Si de verdad dejáis emerger las aspiraciones más profundas de vuestro corazón, os daréis cuenta de que en vosotros hay un deseo inextinguible de felicidad, y esto os permitirá desenmascarar y rechazar tantas ofertas "a bajo precio" que encontráis a vuestro alrededor. Cuando buscamos el éxito, el placer, el poseer en modo egoísta y los convertimos en ídolos, podemos experimentar también momentos de embriaguez, un falso sentimiento de satisfacción, pero al final nos hacemos esclavos, nunca estamos satisfechos, y sentimos la necesidad de buscar cada vez más. Es muy triste ver a una juventud "harta", pero débil.
San Juan, al escribir a los jóvenes, decía: «Sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno» (1 Jn 2,14). Los jóvenes que escogen a Jesús son fuertes, se alimentan de su Palabra y no se "atiborran" de otras cosas. Atreveos a ir contracorriente. Sed capaces de buscar la verdadera felicidad. Decid no a la cultura de lo provisional, de la superficialidad y del usar y tirar, que no os considera capaces de asumir responsabilidades y de afrontar los grandes desafíos de la vida”[7].
Nuestros grandes Papas confían en los jóvenes, y sus desafíos abren muchos horizontes, uno de ellos, que emana de sus palabras es ayudarles a descubrir la belleza en su vocación, en su vida, en todo (recordemos belleza −Kalós− y llamada −Kaleo−; al iluminar la vocación se embellece todo, lo que no significa que desaparezcan los males de toda índole, sino que se trascienden). Julián Marías afirmaba la seriedad de la belleza, pues cuando se aprehende, va de dentro afuera, es más que nada expresión de la vitalidad, de la personalidad, de fuerza interna… el medio más eficaz de comunicación[8]. Datos que me animan para sugerirla en la formación de los jóvenes.
La Real Academia define la Belleza en dos acepciones; lo que por la perfección de sus formas, complace a la vista y al oído, y también lo que es bueno y excelente. Para el filósofo Leonardo Polo[9], la belleza es una cosa sumamente admirable; es un trascendental sumamente −repite esta calificación− importante y la suele definir como la capacidad de convocatoria. Pues cuando una realidad es capaz de reunir muchas, entonces tiene belleza. Vincula, sobre todo, la belleza con el trascendental verdad; así, afirma que la verdad es bella, y la belleza es el esplendor de la misma verdad. Estas tesis son concordes con la filosofía medieval; pero me interesa citar a Polo porque él alude a veces a la belleza al referirse a la persona humana porque centra también lo que afecta y define en la persona. Así, alude que la belleza, como la bondad y la verdad, se alcanzan por medio de los afectos positivos del hábito de la sabiduría. En de ese modo, como yo sugiero plantear y descubrir la belleza en el campo educativo y, particularmente, ahora, aprovechando la Laudato si’ del Papa Francisco. Mi tesis implica trabajar la belleza para que se enriquezca la persona y que esto lo vaya logrando descubriendo y preservando la belleza existente en el mundo que le rodea, lo cual requiere ese clima respetuoso del que habla el Papa Francisco.
Sugiero, por ello, enfocar todas estas buenas posibilidades de la juventud, y sus inquietudes, en este aspecto atractivo y algo olvidado, el de la belleza −que el hombre añora y el mundo tiene− y a la que estamos llamados a vivirla, gozarla y custodiarla. Así lo afirma expresamente el Papa citando a Santo Tomás de Aquino (LS 80): “La naturaleza no es otra cosa sino la razón de cierto arte, concretamente el arte divino, inscrito en las cosas, por el cual las cosas mismas se mueven hacia un fin determinado. Como si el maestro constructor de barcos pudiera otorgar a la madera que pudiera moverse a sí misma para tomar la forma de barco”. Dios, a través de la contemplación de la naturaleza, ha facilitado que el hombre le descubra a Él.
A continuación, expongo algunos ejemplos aleatorios sobre las ventajas antropológicas y ecológicas de descubrir y vivir la belleza.
Sirva el siguiente relato: “Narciso Yepes[10] fue un converso; comulgó por primera vez a los veinticinco años, y de sí decía “Dios no contaba en mi existencia. Pero luego pude saber que yo siempre había contado para Él: fue una conversión súbita, repentina, inesperada… y muy sencilla. Yo estaba en París, acodado en un puente del Sena, viendo fluir el agua. Era por la mañana: exactamente un dieciocho de mayo. De pronto, le escuché dentro de mi… quizá me había llamado en otras ocasiones, pero yo no le había oído. Aquel día yo tenía la puerta abierta. Y Dios pudo entrar. No sólo se hizo oír, sino que entró de lleno y para siempre en mi vida (…) tenía la fe dormida y revivió (…) así siempre para quien realmente toco es para Dios. He dicho casi siempre porque hay veces en que, por mi culpa, en pleno concierto, puedo distraerme. El público no lo advierte, pero Dios y yo sí”[11].
Podemos entrelazar esta bella vivencia con el grito profundo de San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para Ti y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti”[12]. San Juan Pablo II, en su primera encíclica, Redemptor Hominis, desglosó de este modo el contenido de la expresión agustiniana: “… en esa inquietud creadora late y pulsa lo que es más profundamente humano: la búsqueda de la verdad, la insaciable necesidad del bien, el hambre de la libertad, la nostalgia de lo bello, la voz de la conciencia”[13]. Es originario en la persona encontrarse con lo bello y mi propuesta es que la educación en esa línea incidirá positivamente en la súplica del Papa Francisco sobre la esa necesidad de cambiar los estilos de vida (LS 5).
Uno de los grandes apreciadores de la belleza fue Fiodor Dostoyevski. La belleza era tan central en su vida, cuenta Anselm Grün, monje benedictino y gran espiritualista, en su último libro Belleza: una nueva espiritualidad de la alegría de vivir (Vier Türme Verlag 2014) que el gran novelista ruso iba todos los años a contemplar la hermosa Madonna Sixtina de Rafael. Permanecía largo rato en contemplación delante de esa espléndida obra. Tal hecho es sorprendente, pues sus novelas penetraron en las zonas más oscuras e incluso perversas del alma humana, pero lo que en verdad lo movía era la búsqueda de la belleza. Nos legó esta famosa frase: “La belleza salvará al mundo”, escrita en su libro El idiota[14].
Resulta atractivo, cómo un arquitecto actual, considerado el de la luz, Alberto Campo Baeza: suele explicar que, en el primer día de clase a sus alumnos, cada año, les recuerda al poeta William Blake: «En un grano de arena ver un mundo, / y en cada flor silvestre un paraíso. / Vivir la eternidad en una hora, / sostener en la palma el infinito»[15].
La persona es natural y racional, es por ello la cumbre de la naturaleza. La vida humana está entretejida con la vida de la naturaleza que le rodea y constituye un requisito de la existencia como hombre; en la naturaleza se encuentran las condiciones de posibilidad de ser. En ese sentido, afirmo que en el animal se encuentra ya algo humano, un atisbo, un proyecto aún no concluido. Estas verdades nos han de llevar a comprender que tanto en la naturaleza, como en el animal, existe una participación de la dignidad humana, aunque no plenamente, ahí la razón por la que deben ser respetados y, de acuerdo a nuestro trabajo, contemplados en su belleza. La fe cristiana sostiene esta realidad al decir que Dios creó la naturaleza pensando en el hombre, al que ha querido por sí mismo, y querido en la naturaleza que le abrió el camino, pues la persona no fue creada directamente sino mediante la naturaleza. Un mediante que nunca se deja atrás la naturaleza, porque no es un mediante instrumental sino esencial.
Por lo tanto, naturaleza representa el medio necesario en el que el hombre se reconoce a sí mismo, por ello posee un cierto carácter sagrado. Pervertir a la naturaleza es, en cierto modo, un pecado contra el hombre mismo, y supone transgredir el significado teleológico del mundo. En esta línea, vale la pena pedir al Espíritu Santo el don de ciencia, que se explicita en comprender rectamente lo que son y lo que han de ser las cosas creadas, según los designios divinos de la creación y de la elevación al orden sobrenatural.
Estas realidades a nadie le son ajenas, y quizás, en una situación serena se comprenden y se comparten. Pero no está pasando así. Quizás porque nuestra época, junto a tantas y espléndidas posibilidades, muestra una proclividad especial hacia lo ambiguo, despreciándose el análisis de las virtualidades decisivas para la existencia humana, una de ellas, claramente, es el sentido trascendente de la vida, a lo tanto pueda ayudar redescubrir la belleza. En este sentido, Saint Exúpery comentaba en El principito, que un gran misterio del hombre es perder lo esencial e ignorar que lo ha perdido[16].
Es necesario, es recuperable, la sensibilidad estética, pero, tal como experimentó Simone Weil[17], “la belleza sólo se revela a la persona que vive con atención”. Acerca de este modo de pensar −y de interés en nuestro trabajo− se relata en la bibliografía que citamos[18] la sugerente historia real. En Nueva York se realizó un experimento, aprovechando que un célebre músico celebró un concierto de violín que resultó extraordinario, y que además fue ejecutado por un maravilloso Stradivarius. Al artista le propusieron que tocara esas mismas piezas en el metro de Nueva York al día siguiente, pero disfrazado con ropas andrajosas de mendigo. Estuvo toda la mañana, recogió unos treinta dólares y sólo dos personas se pararon a escuchar más de un minuto. Al terminar, relató que estaba impresionado porque había recibido una lección impagable: lo extraordinario puede estar pasando a nuestro lado y podemos no darnos cuenta si nos falta ilusión, capacidad de fijar la atención para descubrirlo.
Sören Kierkegaard, ya señalo hace casi doscientos años: “Si observamos el estado actual del mundo, habría que decir: es una enfermedad; y si yo fuera médico y alguien me preguntara: ¿Qué crees que hay que hacer?, le respondería: lo primero, la condición indispensable para que se pueda hacer algo, es decir, lo más urgente que habría que hacer es: crea silencio; introduce el silencio (…) ¡consigue silencio!”[19] Es ilustrativo también considerar la belleza del mundo natural ha sido captada no sólo por filósofos, o por los ecologistas, sino también por poetas, pintores… Recuerdo en la obra del más dramático de los pintores flamencos −Vander Weyden− que se propuso un nuevo ideal de belleza basado en la transmisión de los sentimientos, la belleza de lo patético. Y en su Descendimiento fue capaz de pintar el reflejo de una lágrima.
En todos los ejemplos expuestos, la belleza se cita en su sentido prístino y, por ello, lo bello, que junto a lo bueno y a la verdad conforman el ser, siempre dice, y siempre distinto. En así como parece muy interesante formar y conformar a la juventud.
La Encíclica consta de 246 puntos; se habla expresamente de belleza en 36 puntos. Son los siguientes:
Introducción (5 Puntos)
1. … coloridas flores y hierba»
11. … la belleza en nuestra relación con el mundo.
12. … espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad: «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sb 13,5), (…) Dios, autor de tanta belleza.
14. Todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas y sus capacidades.
15. … la hermosura del desafío que se nos presenta.
Capítulo I: Lo que le está pasando a nuestra casa (4 Puntos)
34. … hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo sigue avanzando sin límite. De este modo, parece que pretendiéramos sustituir una belleza irreemplazable e irrecuperable, por otra creada por nosotros.
45. Suele encontrarse una ciudad bella y llena de espacios verdes bien cuidados en algunas áreas «seguras», pero no tanto en zonas menos visibles, donde viven los descartables de la sociedad.
53. Pero estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud.
58. … el embellecimiento de paisajes con obras de saneamiento ambiental, o proyectos edilicios de gran valor estético, o avances en la producción de energía no contaminante, en la mejora del transporte público.
Capítulo II: El Evangelio de la creación (11 Puntos)
63. También es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad.
66. Los relatos de la creación en el libro del Génesis contienen, en su lenguaje simbólico y narrativo, profundas enseñanzas sobre la existencia humana y su realidad histórica.
67. ... con una hermenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a «labrar y cuidar» el jardín del mundo (cf. Gn 2,15).
72. Los Salmos con frecuencia invitan al ser humano a alabar a Dios creador: …alabadlo, estrellas lucientes.
77. … Dante Alighieri hablaba del «amor que mueve el sol y las estrellas».
79. … La fe nos permite interpretar el sentido y la belleza misteriosa de lo que acontece.
81. … Cada uno de nosotros tiene en sí una identidad personal, capaz de entrar en diálogo con los demás y con el mismo Dios. La capacidad de reflexión, la argumentación, la creatividad, la interpretación, la elaboración artística y otras capacidades inéditas muestran una singularidad que trasciende el ámbito físico y biológico. La novedad cualitativa que implica el surgimiento de un ser personal dentro del universo material supone una acción directa de Dios, un llamado peculiar a la vida y a la relación de un Tú a otro tú.
87. … el precioso himno de san Francisco de Asís:
Alabado seas, mi Señor, con todas tus criaturas, especialmente el hermano sol, por quien nos das el día y nos iluminas. Y es bello y radiante con gran esplendor, de ti, Altísimo, lleva significación. Alabado seas, mi Señor, por la hermana luna y las estrellas, en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas. Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento y por el aire, y la nube y el cielo sereno, y todo tiempo, por todos ellos a tus criaturas das sustento. Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy humilde, y preciosa y casta. Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego, por el cual iluminas la noche, y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte.
97. El Señor podía invitar a otros a estar atentos a la belleza que hay en el mundo porque él mismo estaba en contacto permanente con la naturaleza y le prestaba una atención llena de cariño y asombro. Cuando recorría cada rincón de su tierra se detenía a contemplar la hermosura sembrada por su Padre, e invitaba a sus discípulos a reconocer en las cosas un mensaje divino: «Levantad los ojos y mirad los campos, que ya están listos para la cosecha» (Jn 4,35).
98. Jesús vivía en armonía plena con la creación, y los demás se asombraban: «¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?» (Mt 8,27).
100. El Nuevo Testamento no sólo nos habla del Jesús terreno y de su relación tan concreta y amable con todo el mundo. También lo muestra como resucitado y glorioso, presente en toda la creación con su señorío universal: « Dios quiso que en él residiera toda la Plenitud. Por él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz» (Col 1,19-20). Esto nos proyecta al final de los tiempos, cuando el Hijo entregue al Padre todas las cosas y «Dios sea todo en todos» (1 Co 15,28). De ese modo, las criaturas de este mundo ya no se nos presentan como una realidad meramente natural, porque el Resucitado las envuelve misteriosamente y las orienta a un destino de plenitud. Las mismas flores del campo y las aves que él contempló admirado con sus ojos humanos, ahora están llenas de su presencia luminosa.
Capítulo III: Raíz humana de la crisis ecológica (11 Puntos)
103. La tecnociencia bien orientada no sólo puede producir cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano, desde objetos domésticos útiles hasta grandes medios de transporte, puentes, edificios, lugares públicos. También es capaz de producir lo bello y de hacer «saltar» al ser humano inmerso en el mundo material al ámbito de la belleza. ¿Se puede negar la belleza de un avión, o de algunos rascacielos? Hay preciosas obras pictóricas y musicales logradas con la utilización de nuevos instrumentos técnicos. Así, en la intención de belleza del productor técnico y en el contemplador de tal belleza, se da el salto a una cierta plenitud propiamente humana.
112. O cuando la técnica se orienta prioritariamente a resolver los problemas concretos de los demás, con la pasión de ayudar a otros a vivir con más dignidad y menos sufrimiento. También cuando la intención creadora de lo bello y su contemplación logran superar el poder objetivante en una suerte de salvación que acontece en lo bello y en la persona que lo contempla.
119. Porque no se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios. Sería un individualismo romántico disfrazado de belleza ecológica y un asfixiante encierro en la inmanencia.
Capítulo IV: Una ecología integral (3 Puntos)
148. La vida social positiva y benéfica de los habitantes derrama luz sobre un ambiente aparentemente desfavorable.
150. No basta la búsqueda de la belleza en el diseño, porque más valioso todavía es el servicio a otra belleza: la calidad de vida de las personas, su adaptación al ambiente, el encuentro y la ayuda mutua.
152. ... la creatividad debería llevar a integrar los barrios precarios en una ciudad acogedora: «¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!».
Capítulo V: Algunas líneas de orientación y acción (1 Punto)
199. No se puede sostener que las ciencias empíricas explican completamente la vida, el entramado de todas las criaturas y el conjunto de la realidad. Eso sería sobrepasar indebidamente sus confines metodológicos limitados. Si se reflexiona con ese marco cerrado, desaparecen la sensibilidad estética, la poesía, y aun la capacidad de la razón para percibir el sentido y la finalidad de las cosas.
Capítulo VI: Educación y espiritualidad ecológica (9 Puntos)
205. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos.
215. Prestar atención a la belleza y amarla nos ayuda a salir del pragmatismo utilitarista. Cuando alguien no aprende a detenerse para percibir y valorar lo bello, no es extraño que todo se convierta para él en objeto de uso y abuso inescrupuloso.
216. La gran riqueza de la espiritualidad cristiana, generada por veinte siglos de experiencias personales y comunitarias, ofrece un bello aporte al intento de renovar la humanidad.
223. Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración.
233. El universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo. Entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre.
235. «La belleza, que en Oriente es uno de los nombres con que más frecuentemente se suele expresar la divina armonía y el modelo de la humanidad transfigurada, se muestra por doquier: en las formas del templo, en los sonidos, en los colores, en las luces y en los perfumes»[164].
238… «Cuando contemplamos con admiración el universo en su grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad»[169].
241. (María) Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. Es la Mujer «vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza» (Ap. 12,1). Elevada al cielo, es Madre y Reina de todo lo creado. En su cuerpo glorificado, junto con Cristo resucitado, parte de la creación alcanzó toda la plenitud de su hermosura… Por eso podemos pedirle que nos ayude a mirar este mundo con ojos más sabios.
243. Al final nos encontraremos cara a cara frente a la infinita belleza de Dios (cf. 1 Co 13,12)
Oración por nuestra tierra. … derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza.
Oración cristiana con la creación. Señor Uno y Trino, comunidad preciosa de amor infinito, enséñanos a contemplarte en la belleza del universo, donde todo nos habla de ti. (…) … para que venga tu Reino de justicia, de paz, de amor y de hermosura. Alabado seas. Amén.
El Papa emplea un lenguaje sencillo, apropiado por ello para ser entendido por todo el mundo, y también los jóvenes; antropológicamente insiste −volvemos a repetir esa línea maestra de la LS− en el reconocimiento y la singularidad de cada persona, y su dignidad ontológica irrevocable, dignidad especialísima dirá el Papa (LS 43), dignidad que o puede olvidar y que nadie tiene derecho a quitarle (205).
A través de este trabajo se ha tratado de abrir una vereda más que colabore en el pluridisciplinar mensaje del Papa a seguir estableciendo relación entre convicciones y actuaciones; a crear ambientes fértiles que esclarezcan, cada vez mejor, y bellamente, el significado y el sentido de la persona y del mundo natural.
Es digna de remarcar la facilidad expresiva de Francisco, que hace asequible su mensaje; ocasión propicia para la formación de la gente joven, cuya nobleza hay que despertar. Se trata de forjar a cada persona, con medios apropiados (no compete a este trabajo el detenerse en ellos) para que conforme al plan querido por Dios y en ese amor de Dios para cada uno, vean con ojos nuevos esa belleza −Dios− que ha sido repartida generosamente a todos los seres, a cada uno según su capacidad, por ser causa y armonía de todo; una belleza que emana delicadeza, amor siempre nuevo.
Se ha dicho que la belleza desinteresada se ha despedido sigilosamente y de puntillas del mundo moderno de los intereses. Hay una parte grande de verdad; precisamente por ello, en estos momentos de vacío, que tanta inestabilidad arrastran, volver a descubrir la belleza de Dios, de la persona y del mundo es ya una anticipación de la felicidad del cielo. Trabajar también así la LS se nos presenta una ocasión magnifica de ayudar a los jóvenes a que descubran la fuente de todas las bellezas y, desde Él y hacia Él caminen en esta tierra, el hogar global de todos; pues firmes en la condición radical de hijas e hijos de Dios, encontramos, y encontrarán, en la belleza de la obra divina, un espacio común para dialogar y trabajar, y que se convierta en un enclave natural donde “nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confió” (LS 244)[20].
(Ordenada conforme aparece en el desarrollo de la comunicación a pie de página).
Encíclica Laudato si’.
www.catholic.net.
Romana XXXI.
Mensaje Jornada Mundial de la Juventud, 2002.
Mensaje Jornada Mundial de la Juventud, 2004.
www.opusdei.es.
Suplemento ABC.
SELLÉS, J.F. Antropología de la intimidad, E. RIALP, 2013.
TOMÁS, G. Cartas Ecológicas, 1996.
Encíclica Redemptor Hominis.
www.serviciosKoinonia.org.
www.jotdow.es.
TOMÁS, G. Y FERRER, M. Respuestas a la Bioética Contemporánea. Ed. UCAM, 2012.
LÓPEZ CASANOVA, I. Pensadoras del siglo XX, Ed. Rialp, 2013.
TORELLÓ, J.B. Él nos amó primero, 2014.
Gloria María Tomás y Garrido
Catedrática Honoraria de Bioética UCAM
[1] A partir de ahora LS.
[2] Catholic.net, Cumbre del Desarrollo Sostenible, Johannesburgo, 17-1-2001(Consulta27-I-2016).
[3] DERVILLE, G, Romana, año XXXI, núm.60, 163.
[4] Ibíd., 166.
[5] Mensaje XVIII Jornada Mundial de la Juventud, 25 de julio de 2002.
[6] www.opusdei.es, 10 Consejos de Benedicto XVI a la gente joven. 1 de abril de 2006 (consulta 18-enero-2016).
[7] JMJ Cracovia, 2016.
[8] Suplemento ABC, 17-abril-1994.
[9] Cfr. SELLÉS, J.F. Antropología de la intimidad, Ed. Rialp, 2013, 135-137.
[10] Guitarrista clásico español (1927-1997) Su infancia transcurrió en una casa de campo, en el seno de una familia de labradores.
[11] TOMÁS, G. Cartas Ecológicas, Ed. Eiunsa, 1996, 138.
[12] Conf. 1,1,1.
[13] Redemptor Hominis, núm.18.
[14] www.servicioskoinonia.org (consulta 9-febrero-2016).
[15] www.jotdow.es (consulta 2-febrero-2016).
[16] TOMÁS, G. Respuestas a la Bioética contemporánea. Ed. UCAM, 2012,7.
[17] (1909-1943).
[18] LÓPEZ CASANOVA, I. Pensadoras del siglo XX, Ed. Rialp, 2013, 48-50.
[19] TORELLÓ, J.B. Él nos amó primero. Ed. Cristiandad, 2014, 20.
[20] DERVILLE, G. Op.cit, 197.
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