Mañana, Francisco visitará la sinagoga de Roma. Un amigo judío del papa, nos ayuda a analizar la importancia de este encuentro
Alberto Zimerman es uno de los mejores amigos del papa Francisco en la comunidad judía de Argentina. Cuando, en 1999, el ex-protesorero de la DAIA (Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas) buscó al cardenal Jorge Mario Bergoglio para pedirle la catedral con motivo de la conmemoración de la Kristallnacht no se podía imaginar que estaba naciendo una larga amistad con quien se convertiría en papa.
En 2010, el Cardenal Bergoglio, lo eligió para realizar la presentación pública del libro El Jesuita, una larga entrevista de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti al entonces Cardenal de Buenos Aires. Este acto se realizó en el auditorio de OSDE.
Entre los encuentros de esta amistad, en 2013, Zimerman había invitado a Monseñor Jorge Mario Bergoglio para celebrar la Pesaj. Aunque por medio había un cónclave Bergoglio le aseguró: “Alberto, quédese tranquilo, esta vez va a ser corto porque no hay funerales. Yo vuelvo y en Pesaj estoy en su casa”. Pero el 13 de marzo salió al balcón de San Pedro vestido de blanco, con el nombre de Francisco. El 26 de marzo, el Papa llamó a su amigo para disculparse. No podría asistir a la cena.
Francisco realizará una visita a la sinagoga de Roma el próximo 17 de enero. Alberto Zimerman, contactado por Iglesia en Directo, nos ayuda a comprender mejor la trascendencia de este encuentro.
En estos casi tres años −se cumplirán el próximo 19 de marzo− al frente de la Iglesia Católica, Francisco ha tenido diferentes gestos con la comunidad judía: desde el abrazo ante el Muro de las Lamentaciones en su viaje a Jerusalén, la oración de los jardines vaticanos implorando la paz entre judíos y palestinos, hasta las felicitaciones en las fiestas del calendario hebreo, etc. ¿Cuál destaca usted?
Los gestos son lo menos importante. En realidad son la punta del iceberg. Son solo consecuencia de su profunda convicción en lo que el actual Papa Francisco, llama la Cultura del Encuentro. No deseo salir de la pregunta, pero tiene la misma convicción hacia todas las formas de la cultura, aún las opuestas a su manera de pensar. Sería menospreciar su pensamiento creer que los gestos son importantes en sí mismos. Son solo la punta externa de algo bien profundo.
Él sostiene que es un pastor y, como tal, es alguien que sale al encuentro de la gente. Incluso en su última convocatoria a una oración por la paz [cuando era Cardenal], invitó a la Catedral de Buenos Aires, a los no creyentes.
Es conocida esa fluida relación de Jorge Mario Bergoglio con la comunidad judía en su etapa de Cardenal en Buenos Aires. ¿Considera que este conocimiento aportará algún nuevo elemento para el diálogo interreligioso?
Tengo una deformación profesional. Es mi convicción de que, sin una metodología, uno no logra objetivos concretos, realistas y observables. El Papa Francisco piensa que existe un problema comunicacional entre las personas, fomentado por la desinformación, la difamación y la calumnia. Frente a esto, propone tres horizontes como identidad para el encuentro: el de trascendencia, el de la diversidad y el de la proyección. Con esta metodología él propone trabajar. Utilizando sus palabras: “Dialoguen, dialoguen, dialoguen”.
¿Tiene un significado especial esta visita a la sinagoga de Roma?
En primer lugar deseo destacar qué significa la Gran Sinagoga de Roma: está del otro lado del río Tiber [con respecto al Vaticano], enclavada en lo que fue el ghetto donde fueron confinados los judíos en distintas épocas de sus vidas. La comunidad judía de Roma es muy importante porque está a pocos cientos de metros de la Santa Sede, de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Su Rabino tiene que estar a la altura de esas circunstancias. Particularmente, tuve el privilegio de escuchar al actual Rabino en algunas de sus prédicas, y realmente tiene una excelente formación. Lo digo con el mayor de los respetos.
Por otra parte, la presencia de los judíos en Roma se remonta a 200 años antes del nacimiento de Jesús. En el subsuelo de la actual sinagoga (datada en 1904 y de corte majestuoso), existe un museo sumamente interesante, donde se atestigua la existencia de judíos en esa zona del mundo, desde el año 200 a.e.c.
Otra cosa significativa de esta sinagoga, es lo que se denomina en hebreo el Nusaj, es decir, la liturgia y la forma de cantar la misma. Los judíos italianos sostienen que ellos cantan como se hacía hace 2.200 años. Es decir, no tiene ningún parecido con los otros estilos de cantos, (el Sefaradí y el Ashkenazi), diseminados actualmente, en el mundo judío.
Si alguno de los lectores tiene la oportunidad de visitar Roma, como está en un lugar muy céntrico, recomiendo una visita. Se sorprenderán por ejemplo, al leer el apellido de los judíos asesinados en la masacre de la Fosas Ardeatinas: muchos de ellos, sumamente conocidos.
¿Cómo recuerda usted sus encuentros con Bergoglio?
Tengo muchos recuerdos. Me resulta sumamente difícil elegir uno en especial. Pero sobre todas las cosas, destacaría su gran sentido del humor. Característica que expone en grado sumo, su gran inteligencia. Cuando conoció a mi mamá, en un acto donde yo hablé en la Catedral de Buenos Aires, le preguntó: “¿Usted es la mamá de Alberto?” Mi mamá le dijo: “Sí”. Y él le respondió: “¡Le acompaño en el sentimiento!”.
¿Cómo es ahora su relación desde la distancia?
Es absolutamente privada. Más fácil era cuando me tomaba el subte [metro] que me dejaba a pocos pasos de su despacho.
Entrevista de Rodrigo Ayude (Roma), en iglesiaendirecto.com.
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