“La misericordia de Dios siempre será más grande que cualquier pecado” escribe el Papa Francisco en un nuevo tweet en la cuenta @Pontifex
La frase está sacada de la Misericordiae Vultus, la Bula de proclamación del Jubileo. En el documento el Papa invita a poner de nuevo en el centro con convicción el Sacramento de la Reconciliación, porque permite tocar con la mano la grandeza de la misericordia.
Nadie puede poner un límite al amor de Dios que perdona, escribe el Papa Francisco en el texto de la Bula del Jubileo. Pero incluso el perdón, recordaba al comienzo de este año, tiene una condición: ¡No existe ningún pecado que Dios no pueda perdonar! ¡Ninguno! Solo lo que es ajeno a la divina misericordia no puede ser perdonado, como quien se oculta del sol no puede ser iluminado ni calentado (Discurso a los participantes en el Curso de la Penitenciaría, 12-III-2015).
Una de las señales importantes del Año Santo −dijo el Pontífice en una audiencia general− es la Confesión. Dios nos comprende también con nuestras limitaciones, nos comprende incluso con nuestras contradicciones. Y no solo eso, con su amor nos dice que, precisamente cuando reconocemos nuestros pecados, nos es aún más cercano y nos empuja a mirar adelante. Y dice más: que cuando reconocemos nuestros pecados y pedimos perdón, hay fiesta en el Cielo. Jesús hace fiesta: esa es su misericordia (Audiencia general, 16-XII-2015).
El perdón de los pecados −afirma el Papa− no es fruto de nuestros esfuerzos, sino don del Espíritu Santo que nos cura. Y no es algo que podamos darnos nosotros. Yo no puedo decir: me perdono los pecados. El perdón se pide, se pide a otro, y en la Confesión pedimos perdón a Jesús. Uno puede decir: yo me confieso solo con Dios. Sí, tú puedes decir a Dios ‘perdóname’, y decirle tus pecados, pero nuestros pecados son también contra los hermanos, contra la Iglesia. Por eso es necesario pedir perdón a la Iglesia, a los hermanos, en la persona del sacerdote (Audiencia general, 19-II-2014).
Acercándose al Sacramento de la Reconciliación, hasta la vergüenza es saludable: Incluso la vergüenza es buena, es saludable tener un poco de vergüenza… La vergüenza hace bien, porque nos hace más humildes (Audiencia general, 19-II-2014).
Pero la Confesión no debe ser una tortura. Los confesores −advierte el Papa− deben ser respetuosos con la dignidad y la historia personal de cada uno. Hasta el más grande pecador que viene ante Dios a pedir perdón es ‘tierra sagrada’… que se debe cultivar con dedicación, cuidado y atención pastoral. Todos deberían salir del confesionario con la felicidad en el corazón, con el rostro radiante de esperanza. El Sacramento, con todos los actos del penitente, no implica que sea un pesado interrogatorio, fastidioso e invasivo. Al contrario, debe ser un encuentro liberador y lleno de humanidad, a través del cual poder educar en la misericordia, que no excluye, es más comprende incluso el justo compromiso de reparar, cuanto sea posible, el mal cometido (Discurso a los participantes en el Curso de la Penitenciaría, 12-III-2015).
El Pontífice afirma que ni un confesor de manga ancha, ni un confesor rígido es misericordioso. El primero porque dice: “No pasa nada, eso no es pecado…”. El otro porque dice: “No, la ley dice…”. ¡Ninguno de los dos trata al penitente como hermano, ni lo lleva de la mano ni lo acompaña en su camino de conversión! Misericordia significa hacerse cargo del hermano o de la hermana y ayudarle a caminar (Discurso a los participantes en el Curso de la Penitenciaría, 12-III-2015).