El domingo 4 de octubre comienza en Roma el Sínodo de obispos sobre la familia, que reúne a representantes de todas las conferencias episcopales del mundo
Papa Francisco ha querido que participen también 18 matrimonios, y a lo largo de tres semanas trabajarán duro para afrontar las emergencias de la vida de las familias.
En el documento de trabajo identifican estas cuatro:
La dificultad de tomar decisiones definitivas, de formalizar un compromiso como el matrimonio, es un desafío para las nuevas generaciones.
Además de menos bodas, cada vez hay más divorcios y separaciones.
"Debemos reflexionar seriamente para comprender por qué los jóvenes de hoy no quieren casarse, a pesar de que casi todos desean una seguridad afectiva estable y un matrimonio sólido. Junto a otras causas, hay un miedo a equivocarse y fracasar que impide confiar en la gracia que Cristo ha prometido a la unión conyugal” (Francisco).
La Iglesia católica quiere buscar modos mejores para prepararse al matrimonio. Entre bromas, Francisco lamentó que se estudia más para un examen que para la vida matrimonial.
Al Papa le gusta la idea de que algunos matrimonios ayuden a otros matrimonios. Tanto antes de la boda como en los primeros años. Así aprenderán cómo perdonar y valorar los errores y limitaciones del otro.
"Si os habéis peleado nunca terminéis el día sin hacer las paces en la familia. ¿Y cómo debo hacerlo? ¿De rodillas? No. Basta un pequeño gesto, algo así. Y la armonía vuelve a la familia” (Francisco).
Educar a los hijos es un desafío en todos los continentes. Muchos padres dicen que no consiguen hablar con ellos a causa del "entorno invasivo de los medios y las redes sociales”, que con el móvil o el ordenador influyen de un modo decisivo sobre nuestros hijos.
"Si la educación familiar recobra su protagonismo, muchas cosas cambiarán para bien. Es hora de que los padres y las madres regresen de su exilio, se han autoexiliado de la educación de los hijos, y se impliquen plenamente en la educación de sus hijos” (Francisco).
Al Papa le preocupa que las familias rotas piensen que no tienen sitio en la Iglesia. Por eso pide a los católicos que les traten con comprensión y que les ayuden espiritualmente.
En algunos lugares los divorciados no pueden ser padrinos de bautizo ni tener encargos en tareas de catequesis algo que el sínodo reconsiderará.
Además, algunos obispos han pedido que se busquen itinerarios para aquellos divorciados vueltos a casar civilmente que en algunas circunstancias extraordinarias desean volver a recibir los sacramentos.
"Diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado. Si se mira la nueva unión desde los hijos pequeños vemos la urgencia de una acogida real hacia las personas que viven tal situación. ¿Cómo podemos pedirle a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad?” (Francisco).
Como dijo Francisco, esta búsqueda de soluciones a la emergencia se ha hecho respetando cuatro elementos fundamentales del matrimonio: la indisolubilidad, la unidad, la fidelidad y la apertura a la vida.
Ese será el marco de trabajo del Sínodo.
Fuente: romereports.com.
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