Francisco quiere sacerdotes misericordiosos y cerca de la gente. Entrevista, en la festividad del Santo Cura de Ars, al cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación del Clero
Un pastor según el corazón de Dios. La Iglesia celebra hoy la memoria de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos de todo el mundo. Incluso hoy en día, 150 años después de su muerte, el Santo Cura de Ars es una figura de gran relevancia para los sacerdotes y de muchas maneras recuerda el estilo pastoral de Francisco. Alessandro Gisotti habló con el cardenal Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero.
La Iglesia celebra hoy la memoria de San Juan María Vianney, patrono de todos los párrocos del mundo. ¿Todavía hoy, a 150 años de su muerte, el Santo Cura de Ars es una figura de gran actualidad para los sacerdotes?
Me parece que el Cura de Ars es una figura que ya ha entrado en la vida de la Iglesia y sobre todo que debería incidir con su propia historia, con su enseñanza en la vida de los sacerdotes de hoy. ¿En qué sentido? Fue un pastor extremadamente cercano a su rebaño, en el sentido de que compartió su historia, compartió incluso su pobreza, que eran típica en aquel tiempo. Fue un gran ejemplo para su grey, sobre todo con su sencillez de vida, con su pobreza personal. Sencillez y pobreza son dos virtudes que tienen una gran actualidad, también para el mundo de hoy. El sacerdote que se presenta humilde, pobre, sencillo, diría que tiene una marcha más para hacerse entender.
San Juan María Vianney era un párroco que vivía en medio del pueblo de Dios. Pensemos también en tantas horas pasadas en el confesionario. ¿El Papa Francisco recuerda un poco con su estilo pastoral precisamente la figura del Cura de Ars?
Diría que uno de los mensajes sustanciales, importantes del Papa Francisco es el mensaje de la misericordia. Ha exhortado a los curas a ser confesores con el corazón abierto a la acogida de los pecadores. Precisamente el Cura de Ars nos enseñó ese arte de recibir a los pecadores con corazón abierto. Lo único es que, en ese mismo ámbito, el Papa nos ha enseñado a adquirir también nosotros, como sacerdotes, la costumbre de la Confesión.
Hemos visto al Papa arrodillarse, el pasado marzo, durante la liturgia penitencial, ante su confesor, en la Basílica de San Pedro. Pienso que es una imagen que debemos apreciar mucho. El Papa dice −lo repite siempre− “Yo soy un pecador". Y todo pecador necesita ser purificado y encontrar la misericordia del Señor. Yo diría que un gran ejemplo que acerca al Santo Cura de Ars y al Papa Francisco es la predicación sobre la misericordia y el ejercicio de la misericordia para los demás y para sí mismos.
El Año de la misericordia se acerca. ¿Qué frutos podrá dar este año tan especial, en concreto a los sacerdotes en su ministerio?
Los sacerdotes hoy trabajan mucho. Así que me gustaría que este año de la misericordia trajese más trabajo a los sacerdotes, pero no un trabajo burocrático, no un trabajo administrativo, sino un trabajo verdaderamente sacerdotal, un trabajo precisamente en el sentido profundo de recibir los frutos de este encuentro con Dios en la vida litúrgica, en el Sacramento de la reconciliación, y también una necesidad de profundizar en la fe. Confío que el Año jubilar dará trabajo a los sacerdotes, pero un verdadero trabajo sacerdotal, que le canse más, en el sentido de una fatiga saludable. Fatiga, empeño, sacrificio en el sentido que Dios quiere y que el Papa desea.
¿Qué es lo que, considerando las conversaciones que haya podido tener con el Santo Padre, preocupa más al Papa Francisco respecto a los sacerdotes?
Recuerdo un encuentro con el Papa aquí en la Congregación, el pasado mes de mayo, cuando el Papa dijo: “Se habla mucho de la reforma de la Curia Romana −el Papa estaba visitando los dicasterios de la Curia Romana−, pero la reforma de la Curia está unida a una reforma de la Iglesia, a un renovado descubrimiento del Evangelio. Y a esa renovación de la Iglesia se llega solamente a través del ministerio de los sacerdotes”. Así que volvemos a la cuestión de siempre: el peso de los sacerdotes en la vida eclesial.
El Papa desea mucho la autenticidad de la vida. El Papa nos da un gran ejemplo de cercanía al pueblo cristiano. El sacerdote tiene en el Papa Francisco un verdadero modelo, un modelo cercano. En la vida del Papa Francisco, en su estilo de ser obispo y de ser sacerdote, hay algo que une y recuerda a todos los sacerdotes de la Iglesia algunas exigencias primordiales, sustanciales: vida de oración, disciplina personal, dedicación apostólica, amor por el rebaño, estar con la propia grey... pastores del rebaño, fieles, humildes, sencillos. La gente escucha lo que decimos, mira cómo actuamos, nuestras acciones, pero sobre todo considera lo que somos.