ZENIT.org (Entrevista de Paul de Maeyer)
La Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma (PUSC) organiza el octavo seminario profesional sobre los gabinetes de comunicación de la Iglesia, organizado por la Facultad de Comunicación Institucional del citado centro académico.
¿Es posible contar la vida de la Iglesia de modo brillante y atrayente? ¿Se puede explicar al magisterio del Papa, las encíclicas y las homilías sin aburrir a los lectores? ¿La buena noticia puede todavía suscitar interés y conquistar a la gente? ¿Tiene sentido hablar de periodismo y agentes de comunicación católicos? ¿Cómo se pueden superar los prejuicios y los lugares comunes con los que se cuenta lo que sucede en la Iglesia católica?
Es un seminario internacional que tendrá lugar en Roma, del 16 al 18 de abril de 2012, con el título Comunicación de la Iglesia: rostros, personas, historias.
Tres días de debate intenso y abierto en el que participarán cardenales, arzobispos, representantes de dicasterios de la Curia Romana, y profesionales reconocidos.
Las inscripciones están abiertas y, para saber más, ZENIT ha entrevistado al profesor José María La Porte, decano de la facultad de Comunicación de la PUSC.
¿Piensa que sigue teniendo interés el tema de la fe en los medios de comunicación?
La fe posee una fuerza informativa arrolladora que el paso de los siglos no ha modificado. Si los medios dedican espacio a lo que realmente interesa a sus audiencias, entonces las preguntas radicales del hombre siguen siendo un tema informativo.
¿No ha decaído el interés informativo por la Iglesia en este pontificado respecto al precedente?
De ningún modo. Basta pensar en la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid (un millón y medio de jóvenes) o en el interesante debate sobre el bien común generado en el viaje del papa a Alemania (importante discurso en el parlamento), o en el último encuentro en Asís con representantes de diversas religiones, agnósticos y ateos. Quizá se ha producido un cambio en el tipo de temas que han sido noticia o en el modo de cubrirlos.
¿Qué pretende este seminario profesional?
Se trata de ofrecer ideas, intercambiar experiencias, profundizar, desde una perspectiva universitaria, en algunos temas que interesan a los profesionales de la comunicación de las instituciones eclesiales.
¿Hay alguna novedad particular?
En esta octava edición hemos decidido centrarnos en un tema muy actual para profesores, periodistas, expertos en documentales institucionales, publicitarios, coordinadores de campañas para recogida de fondos y portavoces eclesiales: cómo encarnar la comunicación de la Iglesia en rostros vivos, en historias personales.
¿Por qué este tema?
El Santo Padre ha recordado que la verdad del Evangelio «está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana». Esta frase del mensaje de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2011, es especialmente relevante a pocos meses del inicio del Año de la Fe.
¿Y qué relación tiene el tema con la comunicación de las diócesis?
Pensamos que un comunicador de la Iglesia tiene que ir más allá de redactar comunicados de prensa o difundir informaciones, tiene que buscar noticias atractivas, de experiencia vivida, para que en los medios se presente la vitalidad de la Iglesia y se escuche la voz de los cristianos.
¿Se dedicará particular atención a algún medio concreto?
Tendrán especial relevancia el ámbito audiovisual (que incluye radio) y las redes sociales, pero deseamos que sea el tema lo que defina el marco del congreso: la relación comunicativa entre la fe y las historias personales.
¿Por qué esa insistencia en las historias?
Juan Pablo II y Benedicto XVI han insistido siempre en una idea: la fe no es algo abstracto, tiene que ver con el yo, con el tú, con el ahora, también cuando el yo y el tú se encuentran en Twitter o en Facebook.
¿No choca esta idea con una globalización más bien anónima?
Los procesos digitales han multiplicado los contactos entre personas, aunque con frecuencia han empobrecido también la calidad de las relaciones, generando un cierto anonimato. El reto es humanizar esas relaciones, llenarlas de contenido. En un contexto anónimo la existencia individual se convierte en novedad: la experiencia de la fe, vivida y contada en primera persona, sigue siendo un instrumento muy eficaz para transmitir el cristianismo.
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