Al escribir estas líneas, releo mis notas de la visita a Belén el 3 de agosto, y transcribo algunas
El Mundo – Castellón
Belén y Tierra Santa, lugares de contrastes. Guerra y paz, hoy. Pero Belén es un altavoz permanente de paz, sencillez, servicio, porque nació Dios
He felicitado estas Navidades enviando algunas fotografías de mi visita, este verano, a la basílica de la Natividad en Belén. Podía haber enviado esas fotografías con un villancico de fondo, como ">Noche de paz o algún otro. He preferido la sencillez de unas pocas fotografías personales del exterior de la basílica, del lugar exacto donde la tradición dice que nació Jesucristo hace 2010 años, y de algún detalle más.
A mi regreso de Jerusalén y tras haber estado tres semanas —tomé mis notas, casi cada día—, una pregunta habitual ha sido qué lugar me ha impresionado más. Difícil elección: me decanto por el Santo Sepulcro y por Belén.
Belén está a 15 kilómetros de Jerusalén: es inaudito no acercarse. Al escribir estas líneas, releo mis notas de la visita a Belén el 3 de agosto, y transcribo algunas:
«Muro impresionante a la entrada de la ciudad: una ciudad que debería ser ejemplo de paz, en clima permanente de conflicto. En la basílica besamos donde nació Jesucristo: gran emoción de todos. A las 12, procesión por el interior de la basílica, entonando el ">Adeste fideles: muy emotivo, algunos lloran. Gente de muchos países. Al abandonar la ciudad, control exhaustivo y excesivo —a todos, turistas y palestinos— por parte de los israelíes: ¡una hora! ¿Hasta cuándo muros y controles invocando la seguridad? Si alguien desea hacer molesta la visita a Belén, que no lo consiga: volveré pronto».
En efecto, volví a Belén el 11 de agosto, en parte para despedirme, espero que no por mucho tiempo. De ese día transcribo estas anotaciones:
«Visitamos la iglesia de los Pastores, donde la tradición dice que un ángel avisó a unos pastores del Nacimiento del Niño. Volvemos a la basílica de la Natividad: puerta pequeña a la entrada y para acceder a la cripta, tal vez para ayudar a entender que parte del misterio es la sencillez y lo pequeño para entender la grandeza de Dios. Exigentes con la vestimenta de los peregrinos: mujeres y hombres, siendo agosto, no entran con vestimenta inadecuada para un lugar religioso ¿lo veremos en España? Compramos recuerdos en tiendas de los católicos —los chinos también se han instalado aquí—, para familiares y amigos; yo, con especial cariño para mi hermana enferma».
Belén y Tierra Santa, lugares de contrastes. Guerra y paz, hoy. Pero Belén es un altavoz permanente de paz, sencillez, servicio, porque nació Dios. ¡Feliz Navidad!