El Prelado del Opus Dei visitó la ciudad de Cañete y tuvo un emotivo encuentro con cientos de familias en el Santuario Madre del Amor Hermoso.
El encuentro se desarrolló el martes 13 de julio, a las 11:30 a.m., ante la ferviente expectativa de muchísimas personas que esperaban con cariño la llegada de Mons. Javier Echevarría al santuario cañetano.
El alcalde de la provincia de Cañete, Ing. José Antonio Espinoza, le hizo entrega de la Resolución de Alcaldía por la cual se le confirió el título honorífico de "Huésped Ilustre de la provincia de Cañete", y le otorgó "Las Llaves de la Ciudad", destacando el trabajo que desde hace más de 40 años viene promoviendo el Opus Dei en Cañete.
Los inicios
Mons. Echevarría recordó los inicios de la labor apostólica en la Prelatura de Yauyos, Cañete y Huarochirí. "Aquí vinieron los primeros sacerdotes acompañados del primer Prelado, don Ignacio de Orbegozo, que os puedo asegurar que quería con locura a esta tierra. Se hizo de Cañete, se hizo de Yauyos, de Huarochirí y fue por estas tierras, montando muchas veces en mula, otras veces andando y siempre rezando, por las personas que estaban entonces hace ya más de cincuenta años y al mismo tiempo por vosotros", contó.
El Prelado hizo referencia a la imagen de la Virgen, regalo de san Josemaría. Recordó: "estuve presente cuando el artista iba haciendo esta imagen de la virgen. Estaba muy presente entonces San Josemaría, que es ¡de San Vicente de Cañete y de Cañete! Hacía su oración acompañando al artista porque procuraba convertir todo en oración. Le decía: ¡hazla muy guapa, muy guapa, y hazla muy peruana, muy peruana!".
Trabajar con amor de Dios
Ernesto Alarcón, jefe del personal de limpieza del Instituto Valle Grande, preguntó por el cuidado de los detalles en el trabajo. El Prelado le habló de la santificación del trabajo y de la importancia de cuidar las cosas pequeñas por amor a Dios.
"Tú eres un testimonio de eso que san Josemaría repitió durante toda la vida: que no hay profesiones que no sean importantes y la tuya tiene mucha categoría, porque consigues con tu dedicación, con el amor a Dios que pones en mirar los rincones, en saber qué líquidos o qué productos limpian las manchas, tú sabes dejar brillante estos lugares para que la gente se pregunte y por qué se cuida tanto y se le pueda decir: porque hay gente que cumple sus trabajos con amor de Dios", le dijo Mons. Echevarría.
Amor y dolor
Angélica Padilla le contó al Padre que uno de sus cinco hijos tiene parálisis cerebral. El Prelado le respondió que el dolor es una caricia de Dios, y que no falta en la vida de las mujeres y de los hombres. Recordó lo que decía San Josemaría, que "sólo desde la cruz se puede amar a todas las almas", y añadió: "tenéis un tesoro en la casa y sois el tesoro de la Iglesia, los padres de los enfermos".
Aprovechó para hablar de la mortificación. "Es bueno que busquemos nosotros la mortificación, mortificación que no quita la salud, como puede ser por ejemplo que retrasemos cuando tengamos sed un poquito de tiempo el agua, si vamos a beber, o que tomemos un poquito menos de la comida que nos guste más. Hay que acostumbrarse a mortificar el cuerpo, a que pase por ese dolor. Y también a mortificar el alma cuando tenemos un poquito de soberbia y que responderíamos de mala manera a una persona. No puedo responder así porque estoy faltando a la caridad. Mortifiquémonos y de esa manera amaremos más la cruz cuando el Señor nos la mande".
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