AlbaDigital.es (entrevista de Gonzalo Altozano)
Hace años Ramón Pi le dijo que para asaltar castillos hacen falta hombres que los escalen, no importa si los primeros mueren achicharrados, ya llegará un momento en que los de arriba agoten sus reservas de aceite, y de abajo entre uno y abra las puertas a los demás.
Si algún día cae el castillo del aborto, la noticia quizá sorprenda a Jesús Poveda, frito vuelta y vuelta, pero no de brazos cruzados: son más de veinte años de militancia antiaborto, siempre con la vida pegada a los talones.
¿Sabe que en algunos países cristianos llamarse Jesús sería escandaloso?
A mí me lo pusieron con mucho respeto. Además, no olvide que nací la noche del 23 al 24 de diciembre, lo que supuso ahorrarles a mis padres una celebración.
¿Eran pobres?
Éramos once hermanos; once hermanos que, cuando murió nuestro padre, nos reunimos para hacer balance de lo que nos había dejado.
Y el resultado fue
La educación, la fe cristiana y un espíritu de amor a la libertad.
Su consulta está llena de fotos familiares, incluyendo una de su bautizo.
Es que ése fue mi comienzo en la vida de la Gracia. Ahí empezó todo.
Supongo que tendrá fotos de otros bautizos: los de los bebés a los que ha rescatado del aborto.
Lo difícil es explicarles a esos niños por qué eres su padrino; cuando sean mayores, lo entenderán.
Si la vida es un don de Dios, ¿qué es el aborto?
Es la mentira, la falta de respeto a la vida, lo más contrario a la paz. Es algo demoníaco. A veces, manifestándome delante de un centro abortista, me ha parecido ver al demonio dentro, como en un segundo plano.
Otras veces usted se ha disfrazado de Herodes.
Sí, para recordar que él mató a menos niños.
Qué buena portada hubiera sido: Poveda caracterizado de Herodes entrando en un furgón policial.
Hay momentos en que lo que toca es ir al calabozo.
¿Quiere decir que un católico esposado no desentona?
Uno de mis mejores ratos de oración lo hice en el calabozo de la comisaría de Tetuán, en Madrid.
¿Y eso?
Fue después de una manifestación muy agitada. Recuerdo que cuando entré en el calabozo, experimenté una calma que no me extrañó que san Juan de la Cruz escribiera lo que escribió. Se rezaba bien ahí.
O sea, que reza.
Sí, es mi secreto, pero no se lo cuente usted a nadie.
¿Es de la oración de dónde saca las ganas de vivir?
En parte, sí. Y también de la percepción de que hoy puede ser mi último día (¡alguna vez acertaré!), y de que cuando muera, no me preguntarán qué quise ser, sino qué hice por los demás.
¿Tiene pensada ya la respuesta?
La respuesta es mi epitafio: Hizo lo que pudo.
Eso les dirá a los que le dicen que salvar a un niño no sirve de nada cuando al año son abortados miles, ¿no?
Pienso en la frase del Talmud que dice que el que salva a una persona salva a la Humanidad y en la idea de que cuando Dios cuenta a los hombres, sólo sabe contar hasta uno.
Antes decía que el aborto es lo más contrario a la paz.
Es la guerra intrauterina contra alguien que no puede defenderse. Es también violencia contra la mujer y contra la familia.
Y, a veces, contra ustedes, los que se manifiestan en contra.
Desde que se despenalizó el aborto, a mí me han abofeteado y detenido muchas veces, incluso me han mandado inspectores de Hacienda a la consulta. Estoy en guerra desde 1985.
Una guerra en la que siempre ha puesto la otra mejilla.
La única forma de combatir la violencia es la no violencia.
¿Odia a sus enemigos?
Alaska me dijo una vez que hay que elegir bien a quién odiamos por la cantidad de tiempo que vamos a tener que dedicarle. Decidí entonces no odiar a nadie para poder hacer otras cosas.
¿Ni siquiera los odia cuando pasa por delante de los abortorios?
Siento pena, no odio. De verdad que rezo por esa gente.
Después de tantos años de silencio, por fin el aborto abre los telediarios. ¿Los tiempos de Dios son los de los hombres?
Evidentemente no. Los de Dios son tiempos de encuentro, momentos especiales en los que el reloj debería pararse, lo que no significa que sean tiempos fáciles de entender.
¿Qué quiere decir?
Que sigo preguntándome por qué permite cosas como el aborto.
¿Ya no piensa que el cristianismo es la religión más pro vida que hay?
No me cabe ninguna duda de que lo es. ¡Pero si es la única que pone a la mujer como madre de Dios!
Una vez le oí citar a Aristóteles: El cielo es el hombre bueno rodeado de amigos.
Por eso cuando monto una fiesta, procuro rodearme de cuantos más amigos mejor, como si fuera el cielo.Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |