El camino hacia los altares de Karol Wojtyla parece allanarse
ReligionConfidencial.com
Se acaba de publicar el libro "Santo subito" (Santo ya) del periodista Andrea Tornielli. El título responde al grito que se escuchó varias veces durante el funeral por Juan Pablo II, el 2 de abril de 2005, presidido por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, decano del colegio cardenalicio.
La petición "Santo ya", "Santo ya", acompañada de interminables aplausos, comenzó a escucharse tras concluir la homilía del cardenal Ratzinger, y la "onda" se propagó en pocos segundos por toda la plaza vaticana.
A través de las etapas más significativas del pontificado, en este volumen de 230 páginas se narran las vicisitudes íntimas y cotidianas de una existencia extraordinaria. Por ejemplo, la frecuencia con que el Papa polaco se sometía a penitencias corporales.
De ello da testimonio una de las religiosas que lo atendían, que oía el sonido de los golpes cuando se flagelaba porque su habitación se hallaba muy cerca de la del pontífice. Lo hizo hasta cuando fue capaz de moverse autónomamente.
También se cuentan en el libro las historias de hombres, mujeres y niños cuya vida cambió a causa del encuentro con el Santo Padre, en virtud de las gracias recibidas por él cuando todavía vivía.
Sin duda, otro episodio significativo y actual es el de los detalles relativos al complejo proceso de certificación y del milagro por intercesión del Papa gracias al cual la religiosa francesa Marie Simon-Pierre se curó inexplicablemente tras haber rezado al pontífice, pocos días después de su muerte.
Tornielli reconstruye la figura del hombre, del Papa y del santo. Un hombre que vivió en profundidad la historia de su tiempo. Un Papa que reconsideró la misión universal de la Iglesia, dando prueba de capacidad educativa y de creatividad pastoral. Un santo que supo comunicar esperanza y confianza al mundo.
La lectura del libro de Tornielli ayuda a conocer detalles sobre la vida interior del Siervo de Dios, para poder calibrar su talla espiritual. El camino hacia los altares de Karol Wojtyla parece allanarse. El año 2010 está a la vuelta de la esquina.