Un nombramiento muy significativo
El pasado mes de julio la Casa Blanca anunció el nombramiento de Francis Collins como nuevo director del Instituto Nacional de Salud (NIH), el organismo estadounidense de investigación biomédica que cuenta con un presupuesto anual de 30.600 millones de dólares (21.785 millones de euros).
Un nombramiento muy significativo. Son conocidas las incoherencias éticas del programa Obama por lo que respecta al tema de la protección de la vida humana (liberalización del aborto, etc.). Sin embargo es buena noticia el reconocimiento de lo que significa Collins en el mundo biomédico.
Pionero en la investigación científica, líder del proyecto público del Genoma Humano y autor del conocido libro «El lenguaje de Dios», en el que reconoce la armonía entre su actividad científica y su fe cristiana. Libro que sorprendió a muchos y fue objeto de contestación por el fundamentalismo evolucionista americano.
Francis Collins confiesa en su libro El lenguaje de Dios, que el descubrimiento del genoma humano le permitió vislumbrar el trabajo de Dios. Reivindica que hay bases racionales para un Creador y que los descubrimientos científicos favorecen el acercamiento del hombre a Dios.
Collins explica que cuando da un gran paso adelante en el avance científico es un momento de alegría intelectual. A la vez es un momento donde siente cercanía con el Creador. Se percibe algo que ningún humano sabía antes, pero Dios lo conocía desde siempre.
Se ha informando en la prensa de que Francis Collins, ateo hasta los 27 años, siendo un joven médico le llamó la atención la fuerza interior de varios de sus pacientes más delicados de salud, que en vez de quejarse a Dios parecían apoyarse en su fe como una fuente de fuerza y consuelo. Luego leyó Mere Christianity (Mero cristianismo, edición española en Rialp) del protestante C. S. Lewis.
La obra de este profundo creyente autor de "Crónicas de Narnia" le ayudó a volver su corazón a Dios y convertirse. El científico considera que los milagros son una posibilidad real y descartó que la ciencia sirva para refutar la existencia de Dios debido a que está confinada al mundo natural. Concretamente el genoma humano apunta a una inteligencia más allá de todo lo imaginable que actúa en el mundo.