"Ninguna otra profesión como la de sacerdote permite conocer mejor al hombre como es realmente". Así lo afirmó el Papa Benedicto XVI en su encuentro con los párrocos de la diócesis de Roma, celebrado el pasado jueves 26 de febrero.
Cuando las personas acuden al confesionario, afirmó, "vienen sin máscara, con su propio ser. La sacristía no está en el mundo, sino en la parroquia. Y allí, al párroco, vienen los hombres a menudo normalmente, sin máscara, sin otros pretextos, sino en situación de sufrimiento, de enfermedad, de muerte, de cuestiones familiares", explicó el Papa.
"¿Quién conoce mejor a los hombres de hoy que el párroco? Ninguna otra profesión, me parece, da esta posibilidad de conocer al hombre como es en su humanidad, y no en el papel que tienen en la sociedad", añadió.
En este sentido, observó el Papa, los sacerdotes "pueden estudiar realmente al hombre en su profundidad, lejos de los roles, y aprender también ellos mismos al ser humano, ser hombre en la escuela de Cristo".
El Obispo de Roma quiso encontrarse con sus párrocos y responder personalmente a sus preguntas e inquietudes, en un encuentro celebrado en la Sala de la Bendición del Vaticano, como es tradicional cada comienzo de Cuaresma.
A la primera pregunta, realizada por el sacerdote Gianpiero Palmieri, párroco de San Frumenzio ai Prati Fiscali, sobre la adecuación o no de la formación recibida por los sacerdotes ante la situación del mundo actual, el Papa admitió que "no es suficiente predicar o hacer pastoral con el precioso bagaje adquirido en los estudios de teología".
"Esto es importante, es fundamental, pero debe ser personalizado: de conocimiento académico, que hemos aprendido y también reflexionado, en visión personal de mi vida, para llegar a otras personas", añadió.
La clave está, explicó el Papa, en la fe vivida por el propio sacerdote: "concretar con la personal experiencia de fe, en el encuentro con los parroquianos, la gran palabra de la fe".
"Debemos, a través del estudio y cuanto nos dicen los maestros de teología y nuestra experiencia personal con Dios, concretar, traducir estas grandes palabras, de forma que entren en el anuncio de Dios al hombre de hoy".
En este sentido, añadió, es fundamental transmitir la experiencia personal de la propia fe con las herramientas y el lenguaje actuales.
"No vivimos en la luna observó el Papa. El sacerdote es un hombre de este tiempo si vive sinceramente mi fe en la cultura de hoy, siendo uno que vive con los medios de comunicación de hoy, con los diálogos, con las realidades de la economía, con todo".
"Si eres sincero contigo mismo y empiezas a ver en tí qué es la fe, con tu experiencia humana en este tiempo, bebiendo de tu propio pozo, como dice san Bernardo de Claraval, también puedes decir a los demás lo que hay que decir".
Sencillez.
El Papa aconsejó también a sus párrocos que sean "sencillos" a la hora de exponer la Palabra de Dios y las verdades de la fe.
"Recuerdo a un amigo que, tras haber escuchado predicaciones con largas reflexiones antropológicas para llegar juntos al Evangelio, decía: pero no me interesan estos acercamientos, ¡yo quiero entender qué dice el Evangelio!".
El pontífice añadió que lo fundamental "es entender qué nos dice el Señor", con "sencillez" pero "sin falsas simplificaciones".
"Los doce apóstoles eran pescadores, artesanos, de esta provincia, Galilea, sin preparación particular, sin conocimiento del gran mundo griego o latino. Y sin embargo fueron a todos los lugares del Imperio, incluso fuera de él, hasta la India, y anunciaron a Cristo con sencillez y con la fuerza de la sencillez de lo que es verdadero", añadió.
El Papa subrayó la importancia de "no perder la sencillez de la verdad. Dios existe y no es un ser hipotético, lejano, sino cercano, ha hablado con nosotros, ha hablado conmigo. Y así digamos sencillamente qué es y cómo se debe naturalmente explicar y desarrollar. Pero no perdamos el hecho de que no proponemos reflexiones, no proponemos una filosofía, sino el sencillo anuncio del Dios que ha actuado".
Cercanía del Papa a sus diocesanos
Benedicto XVI puso también de manifiesto su alegría al encontrarse con los párrocos de su diócesis, encuentro que definió como un "descanso espiritual".
"Estamos juntos para que vosotros podáis contarme vuestras experiencias, vuestros sufrimientos, también vuestros éxitos y alegrías", añadió el Papa afectuosamente. "Estamos más bien en un intercambio familiar, en el que para mí es muy importante, a través vuestro, conocer la vida en las parroquias, vuestras experiencias con la Palabra de Dios en el contexto de nuestro mundo de hoy".
Mostró particularmente su interés por "aprender de ellos": "Vosotros vivís en el contacto directo, día a día, con el mundo de hoy", afirmó.
El Papa quiso también compartir con ellos su propia experiencia, alejada de la vida parroquial pero también en contacto, especialmente a través de las visitas ad limina, con los católicos de todo el mundo.
Concretamente, explicó la última visita anterior al encuentro, con los obispos de Nigeria, a la que definió "una Iglesia como la vemos en los Hechos de los Apóstoles, donde está la alegría fresca de haber encontrado a Cristo, de haber encontrado al Mesías de Dios".
"Ver que con sólo hay una Iglesia cansada, como se encuentra a menudo en Europa, sino una Iglesia joven, llena de alegría del Espíritu Santo, es ciertamente un refresco espiritual. Pero también es importante para mí, con todas estas experiencias universales, ver mi diócesis, los problemas y todas las realidades que viven en esta diócesis", añadió.
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