Benedicto XVI envía una firme advertencia a los traficantes de drogas y les reclama que «reflexionen sobre el mal que están haciendo a una multitud de jóvenes y de adultos». Medio millón de fieles lo reciben en Aparecida
La Razón
El centro de Aparecida recuerda al de un pueblecito andaluz. Con calles angostas y empedradas, casitas blancas y macetas en los balcones. Una tranquila localidad que ha visto alterada su vida cotidiana con la llegada del Papa y el medio millón de fieles que lo acompañan. Bajo un sol radiante, las calles están llenas de peregrinos, turistas y tenderetes que además de los acostumbrados artículos litúrgicos ofertan cosas tan inverosímiles como ordenadores o certificados de asistencia a la visita pastoral. El portugués, italiano y castellano se entremezclan con el sonido de los helicópteros que constantemente sobrevuelan la ciudad.
A lo largo de los casi tres kilómetros de la avenida Arístides P. de Andrade, por la que transitó el papamóvil en su llegada de ayer, grandes y pequeños agitaban banderitas con los colores vaticanos al ritmo pegadizo del tema musical escrito para esta visita del Pontífice. «Vine a verlo porque este Papa es legal (perfecto)», fue el término portugués que eligió Tamara Monteiros Da Silva, de 16 años. «Acá todos lo estábamos esperando», dijo Fabián Leite, de 30 años, segundos antes de ver pasar al Papa, que, sentado, saludaba para uno y otro lado.
Esta ciudad, la capital de la fe brasileña, estuvo en obras. Se pavimentaron calles y se mejoró el sistema de iluminación y la señalización urbana. También en el santuario se hicieron revestimientos de paredes internas, se instalaron mosaicos decorativos y se reformaron los salones del subsuelo donde tendrán lugar las sesiones de la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano a partir de hoy.
Para su única actividad fuera del santuario de la Virgen patrona de Brasil, Benedicto XVI eligió la «Fazenda da Esperanza», referencia mundial en tratamientos de recuperación de drogadictos ubicado a 30 kilómetros de Aparecida. El coche del Papa, blindado y escoltado por medio centenar de motocicletas y 15 automóviles negros, se trasladó por un camino sinuoso hasta llegar a la hacienda. Entre montañas y espesa arboleda fue recibido por miles de personas que ataviadas con camisas blancas aclamaron al Pontífice.
Cerca de los necesitados
Desde un rupestre escenario especialmente construido para su visita, el Papa Benedicto XVI lanzó un duro mensaje contra los traficantes de drogas. "Por eso les digo a los narcotraficantes que reflexionen sobre el mal que hacen a una multitud de jóvenes y de adultos de todos los estratos sociales; Dios les pedirá cuentas de aquello que han hecho; la dignidad del hombre no puede ser pisoteada en este modo", agregó. El Pontífice aseguró que ese mal provocado recibe la misma "reprobación" que la expresada por Jesucristo contra quienes escandalizaban "a los más pequeños, los preferidos de Dios". Después de su discurso, el Santo Padre escuchó atentamente los testimonios de personas que habían sufrido el «infierno» de la droga y que gracias a la labor de los voluntarios y religiosos que trabajan en el centro, han conseguido rehabilitarse.
Si el viernes, el Papa pedía reforzar la tradición de la Iglesia, reclamaba más obediencia a la doctrina e instaba a los obispos a no involucrarse en la política y salir de las parroquias para evangelizar en las favelas, ayer se dirigía en un tono más conciliador hacia los seminaristas, religiosas y diáconos.
Con las luces tenues de las callejuelas ya encendidas y tras el rezo del rosario en el Santuario de Aparecida, el Papa agradecía su labor altruista. "Agradezco a Dios vuestra vida y el testimonio que dais al mundo de un amor fiel a Dios y a los hermanos. Ese amor sin reservas, total, definitivo, incondicional y apasionado se expresa en el silencio, en la contemplación, en la oración y en las actividades más diversas que realizáis, en vuestras familias religiosas, en favor de la humanidad y principalmente de los más pobres y abandonados", afirmó el Pontífice.
Benedicto XVI dará fin a su viaje por el continente este domingo, cuando inaugurará mediante una Santa Misa, la quinta asamblea de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM). El encuentro fue convocado originalmente por su antecesor Juan Pablo II a petición de los obispos preocupados por el avance de las sectas y la secularización.