¡Cómo no se va a elevar la voz del Papa, de toda la Iglesia y de toda la gente sensata, frente a este crimen masivo que ataca de raíz los planes mismos de Dios!
Pudiera sorprender a simple vista que, con todos los problemas que tiene Brasil y, en su conjunto, todo el continente iberoamericano, las primeras palabras del Papa a su llegada a Sao Paulo fuesen para subrayar la imperiosa necesidad de respetar la vida, desde su concepción hasta su natural declinación. Para nada tiene de sorprendente. La vida, respetar la vida, es lo que más puede importar al mundo ahora y siempre, por encima de todas las angustias y todas las calamidades. Porque sin vida, nada existe. Lo que de verdad llama la atención hasta rebasar los límites más siniestros es que gobiernos, políticos, intelectuales y hasta científicos, sean lo que se ocupen de extender con sus ideas la cultura de la muerte, como si esa fuese la mayor aportación al progreso de la Humanidad que se les ha podido ocurrir. Si no fuese tan dramático el problema planteado con este desprecio hacia la vida incipiente, podría decirse que el gran hallazgo de la progresía intelectual en los dos últimos siglos ha consistido en provocar la muerte como solución a todos los males: a los fetos se les mata por si acaso están llamados a sufrir luego en la vida y a los ancianos se les mata para que no sufran en los últimos momentos de su vida...
Precisamente estos días ?de ello nos hicimos eco ayer en ?Análisis Digital?-, se ha hecho público un escalofriante informe del Instituto europeo de Política Familiar en el que se denuncia que cada 25 segundos muere un niño en el mundo, de muerte provocada, antes de nacer. Solo en seis países europeos, entre ellos España, el pasado año fueron cerca de un millón los abortos practicados y la cifra tiende a subir de manera escandalosa. Parece como si los poderes más o menos ocultos que dirigen el mundo, se hubiesen confabulado para combatir la pobreza, las desigualdades y las injusticias mediante el asesinato masivo de las futuras generaciones. ¡Cómo no se va a elevar la voz del Papa, de toda la Iglesia y de toda la gente sensata. frente a este crimen masivo que ataca de raíz los planes mismos de Dios!
Por fortuna, cada vez son más los movimientos cívicos que claman contra esta profunda enfermedad moral que afecta a buena parte de la sociedad. Varias decenas de ellas han organizado para este domingo próximo en Bruselas, corazón de Europa, el Dia de la Familia con un objetivo loable: hacer un apremiante llamamiento al buen juicio de los gobernantes europeos, conscientes de que, sin vida, nada vale la pena sencillamente porque todo deja de existir...