-Sanar las heridas de la separación entre los cristianos
-La iglesia pide libertad para anunciar a Cristo
Sanar las heridas de la separación entre los cristianos
CIUDAD DEL VATICANO, 30 NOV 2006 (VIS).-Después de visitar esta tarde el museo de Santa Sofía y la Mezquita Azul, donde compartió con el Gran Muftí un momento de recogimiento, el Papa se desplazó al Patriarcado Armenio Apostólico de Estambul para asistir a una celebración de la Palabra en la catedral de la Santa Madre de Dios. El patriarcado de Estambul está bajo la jurisdicción del Catholicos de Etchmiadzin, Karekin II.
Benedicto XVI fue recibido por Su Beatitud el patriarca Mesrob II, con el que entró en procesión en el templo. Después de la oración y del discurso del patriarca, el Santo Padre dirigió a los presentes unas breves palabras.
"Saludo con gran afecto a toda la comunidad armenia apostólica -dijo-, (...) a Su Santidad Karekin II y a la jerarquía de la Iglesia Armenia Apostólica. Doy gracias a Dios por la fe y el testimonio cristiano del pueblo armenio, transmitido de generación en generación, a menudo en circunstancias trágicas, como las del siglo pasado".
"Nuestro encuentro es más que un simple gesto de cortesía ecuménica y de amistad - subrayó el Papa-. Es un signo de nuestra esperanza compartida en la promesa de Dios y de nuestro deseo de ver cumplida la oración de Jesús (...) "Que todos sean uno". (...) Las trágicas divisiones que han surgido a lo largo del tiempo entre los seguidores de Cristo contradicen abiertamente la voluntad del Señor, son un escándalo para el mundo y perjudican la causa santísima de la predicación del Evangelio a todas las criaturas, cuando, en cambio, mediante el testimonio de la fe y del amor, los cristianos están llamados a dar un signo resplandeciente de esperanza y consuelo en este mundo, marcado por conflictos y tensiones".
"Tenemos que seguir haciendo todo lo posible para sanar las heridas de la separación y acelerar la obra de reconstrucción de la unidad de los cristianos", afirmó Benedicto XVI, que a continuación dio gracias a Dios "por la relación fraterna cada vez más profunda entre la Iglesia Apostólica Armenia y la Iglesia Católica".
Al final de su discurso el Papa citó las palabras del doctor de la Iglesia Armenia del siglo XIII Nerses de Lambron: "Ya que todos necesitamos la paz con Dios, hagamos que su fundamento sea la armonía entre los hermanos". "Esas palabras no han perdido nada de su poder -concluyó el Santo Padre-. Sigamos rezando juntos por la unidad de todos los cristianos".
Una vez acabada la ceremonia, se descubrió una lápida en forma de cruz armenia, con inscripciones en latín y armenio, para recordar la visita de los Papas Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI a la catedral.
La Iglesia pide libertad para anunciar a Cristo
CIUDAD DEL VATICANO, 1 DIC 2006 (VIS).-El Papa celebró misa a las 8,30 en la Catedral latina del Espíritu Santo de Estambul, en la que participaron fieles de diferentes comunidades de la ciudad y de diversos ritos de la Iglesia católica. También estaban presentes el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, el patriarca armenio apostólico, Su Beatitud Mesrob II, el metropolitano siro-ortodoxo, Filuksinos Yusuf Cetin y los representantes de las Iglesias protestantes.
La catedral se abrió al culto en julio de 1846. En el altar se encuentran las reliquias de algunos santos, como San Lino, Papa y mártir (67-69), sucesor de san Pedro. El Papa León XIII donó en 1884 una reliquia de San Juan Crisóstomo. En mayo de 1989 la catedral fue afiliada a la basílica vaticana.
En el patio de la catedral hay una estatua de Benedicto XV (1914-1922), erigida por los turcos en memoria del compromiso de este Papa en favor de las víctimas turcas de la guerra de 1915-1918, donde se lee: "Al gran pontífice de la tragedia mundial, Benedicto XV, benefactor de los pueblos, sin distinción de nacionalidad o religión, como muestra de agradecimiento".
Tanto Pablo VI, acompañado por el patriarca ecuménico Atenágoras, como Juan Pablo II con el patriarca ecuménico Dimitrios I, visitaron la catedral en 1967 y 1979 respectivamente.
Antes de la misa, el Papa bendijo en el patio de la Catedral una estatua del beato Juan XXIII, que se colocará en una iglesia local y liberó tres palomas blancas.
En la celebración eucarística votiva del Espíritu Santo, se usaron diferentes lenguas: latín, turco, francés, alemán, siríaco, árabe y español. A los armenios les correspondió el canto de ingreso y el "Sanctus"; a los caldeos, el salmo responsorial y el canto del ofertorio; a los sirios, la proclamación del Evangelio.
En la homilía, Benedicto XVI recordó con San Pablo que "el Espíritu es la fuente permanente de nuestra fe y de nuestra unidad. Suscita en nosotros el verdadero conocimiento de Jesús y pone en nuestros labios las palabras de la fe para que podamos reconocer al Señor".
"Manifestar el Espíritu, vivir según el Espíritu -continuó-, no significa vivir solo para sí, sino aprender a conformarse constantemente con el mismo Jesucristo, llegando a ser, como El, servidores de los hermanos y hermanas. Se trata de una enseñanza muy concreta para cada uno de nosotros".
El Papa puso de relieve que la Iglesia "ha recibido la tarea de anunciar su Evangelio hasta los confines de la tierra, es decir, de transmitir a los hombres y mujeres de este tiempo una Buena Nueva que no solo ilumina sino que cambia su vida, hasta vencer la muerte. ¡Esta Buena Nueva no es solo una Palabra, sino una Persona, Cristo mismo, resucitado, vivo!".
"La misión de la Iglesia no consiste en defender unos poderes, ni en obtener riquezas; su misión es ofrecer a Cristo, hacer partícipes a las personas de la vida de Cristo, el bien más precioso del ser humano que Dios mismo nos da en su Hijo".
El Santo Padre hizo hincapié en que "la Iglesia no quiere imponer nada a nadie y pide simplemente poder vivir libremente para revelar a Aquel que no puede esconder, a Jesucristo. (...) Acoged siempre al Espíritu de Cristo, y por tanto, estad atentos a los que tienen sed de justicia, de paz, de dignidad y de consideración para ellos mismos y para sus hermanos".
"Junto con María, pidamos a Cristo Señor: Envía tu Espíritu Santo sobre toda la Iglesia; que habite en cada uno de sus miembros y que haga de ellos mensajeros de tu Evangelio!".
Al final de la misa, el Papa agradeció la "comprensión y la paciencia demostradas" en estos cuatro días, así como la "acogida especial recibida, también porque soy consciente -aseguró- de que mi presencia ha creado no pocas incomodidades para la vida cotidiana de las personas y de la ciudad".
Terminada la celebración eucarística, el Papa se trasladó en automóvil al aeropuerto de Estambul, donde le despidieron el patriarca ecuménico de Constantinopla, el patriarca armenio apostólico y el metropolitano siro-ortodoxo, así como los miembros de la Conferencia Episcopal turca. Antes de subir al avión que le condujo a Roma, le saludaron el gobernador de la región y el alcalde de la ciudad.
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