VALENCIA, sábado, 7 julio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Benedicto XVI dirigió este sábado al rezar el Ángelus junto a la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia.
Queridos hermanos y hermanas: Al llegar a Valencia, he querido ante todo visitar el lugar que representa el centro de esta antiquísima y floreciente Iglesia particular que me recibe: su bella Catedral, donde he orado ante el Santísimo Sacramento y me he detenido ante l...
VALENCIA, sábado, 7 julio 2006 (ZENIT.org).- Publicamos las palabras que Benedicto XVI dirigió este sábado al rezar el Ángelus junto a la Basílica de la Virgen de los Desamparados de Valencia.
Queridos hermanos y hermanas:
Al llegar a Valencia, he querido ante todo visitar el lugar que representa el centro de esta antiquísima y floreciente Iglesia particular que me recibe: su bella Catedral, donde he orado ante el Santísimo Sacramento y me he detenido ante la renombrada reliquia del Santo Cáliz. Allí he saludado a los Obispos, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, que según su propio ministerio y carisma se esfuerzan por mantener viva la luz de la fe.
Después, ante la Virgen de los Desamparados, que los valencianos veneran con gran fervor y profunda devoción, le he implorado que sostenga su fe y llene de esperanza a todos sus hijos. Allí, acompañando a las familias de las víctimas del Metro, he rezado también con ellas un Padrenuestro por el eterno descanso de sus seres queridos.
Ahora deseo saludaros con afecto, queridos seminaristas, acompañados de vuestros familiares, que viven con gozo la dicha de vuestra vocación. El amor, entrega y fidelidad de los padres, así como la concordia en la familia, es el ambiente propicio para que se escuche la llamada divina y se acoja el don de la vocación. Vivid intensamente los años de preparación en el seminario, con la ayuda y el discernimiento de los formadores, y con la docilidad y confianza total de los Apóstoles, que siguieron a Jesús prontamente. Aprended de la Virgen María cómo se acoge sin reservas esta llamada, con alegría y generosidad. Esto lo recordamos y lo pedimos precisamente en la bella oración del Ángelus que a continuación rezaremos todos juntos, rogando también «al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 38).
Y ahora, con amor filial y en valenciano, me dirijo a la Virgen, vuestra Patrona. «Davant de la Cheperudeta vullc dirli: "Ampareumos nit i dia en totes les necessitats, puix que sou, Verge María, Mare dels Desamparats".» [«Ante la Jorobadita quiero decirle: "Ampáranos noche y día en todas las necesidades, ya que sois, Virgen María, Madre de los Desamparados"».]