Ignacio Aréchaga
24-05-2006
059/06
Los reportajes sobre
los problemas de la familia suelen ser hoy un inventario de conflictos:
matrimonios que se rompen, violencia doméstica, falta de comunicación
entre marido y mujer, tensión entre trabajo y familia, adolescentes
alérgicos a la autoridad, obesidad infantil... Pero si uno quiere encontrar
un oasis de felicidad familiar nada mejor que buscar reportajes sobre
familias de mujeres lesbianas. Es casi un nuevo género perio...
Ignacio Aréchaga
24-05-2006
059/06
Los reportajes sobre
los problemas de la familia suelen ser hoy un inventario de conflictos:
matrimonios que se rompen, violencia doméstica, falta de comunicación
entre marido y mujer, tensión entre trabajo y familia, adolescentes
alérgicos a la autoridad, obesidad infantil... Pero si uno quiere encontrar
un oasis de felicidad familiar nada mejor que buscar reportajes sobre
familias de mujeres lesbianas. Es casi un nuevo género periodístico,
hoy mucho más prolífico que la realidad social que describe.
Sin duda es un mundo
diferente. En estas familias de mamá y mamá no parece haber los conflictos
tan normales en las de papá y mamá. Un ejemplo típico de este nuevo
género de reportaje nos lo ofrece "El País Semanal" (14-05-2006),
que lleva tiempo ayudando a "normalizar" cualquier tipo de
familia distinta de la "tradicional". Esta, por lo visto,
no es normal: se la califica de "extensa, patriarcal y autoritaria"
(¿quién va a querer defender algo así?). Menos mal que tenemos estos
nuevos modelos de familia, que aportan variedad y salud familiar.
En el reportaje todo
son fotos de mujeres lesbianas sonrientes y con niños, parejas unidas
que colaboran mano a mano en la educación de los hijos de distintos
orígenes (parejas de una relación heterosexual anterior, niños adoptados
o frutos del banco de semen). Si en las parejas de hombre y mujer estas
situaciones siempre son difíciles, da la impresión de que en las parejas
de lesbianas todo discurre sin problemas, a no ser los que puedan plantear
la falta de aceptación por parte de algunos familiares o ambientes
intolerantes.
En estos tiempos de
divorcio exprés, llama la atención los largos años que llevan juntas
las parejas del reportaje: 25 años, 20 años, 6 años... No da la impresión
de haber sido escogidas como una muestra aleatoria. Frente a los estudios
sociológicos que concluyen que las parejas homosexuales son mucho más
inestables que las heterosexuales, estas son un ejemplo de fidelidad.
En el caso de una se menciona la ruptura con otra pareja anterior, pero
solo para hacer ver que los problemas son los mismos que en otras parejas
y que todo es superable.
¿No es problema la
ausencia del padre en la familia? ¿No necesitan los niños referentes
masculinos? Sí, pero, como allí se explica, "esa figura no tiene
que ser necesariamente la de un padre. Pueden ser los abuelos, los amigos,
los tíos". Así que después de tanto insistir en la importancia
de que el padre se implique en la educación de los hijos, de que la
figura paterna asuma plenamente su función en el hogar, y de establecer
permisos por paternidad, ahora resulta que hasta un vecino por horas
sirve lo mismo.
Quizá valdría la
pena preguntar su opinión a los hijos, pero aquí solo hablan las mamás.
Lo importante es colmar su deseo de maternidad, no perderse esa experiencia,
satisfacer su reivindicación de pareja respetable con boda y cochecito
de niño. En cuanto a afán de ser madres, el reportaje destaca que
no solo son como cualquier mujer, sino que incluso están por encima.
"Son las parejas más concienciadas, las que tienen más elaborado
su deseo de maternidad", asegura una psicóloga que hace análisis
de las parejas que se someten a la reproducción asistida.
El deseo no lo es
todo
Nadie pone en duda
su deseo ni su amor a los hijos, destacado en el reportaje con imágenes
que rozan lo cursi (unas lesbianas catalanas, tras adoptar en Nicaragua
un niño "dulce como la miel", al volver a Barcelona "se
encerraron alrededor de su niño como una almeja orgullosa protege a
su perla"). Pero así como está claro el interés de la madre,
lo que hay que plantearse es si queda bien servido el interés del menor.
Pues hay hijos muy deseados y cuya educación deja mucho que desear.
El cariño es importante, pero también lo es el ambiente donde crece
el niño, los modelos de referencia para su identidad sexual, las condiciones
objetivas que favorecen o dificultan su estabilidad emocional.
Para que no falten
unas gotas de ciencia, se cita un estudio de María del Mar González, Profesora de Psicología Evolutiva de la
Universidad de Sevilla, sobre el desarrollo infantil y adolescente de
los hijos en familias homoparentales, realizado en 2002. Debe de ser
el único que se ha hecho en España, pues es el que siempre se cita
en estos reportajes, quizá porque concluye que los niños criados en
estas parejas tienen el mismo desarrollo y no presentan más problemas
que los de parejas heterosexuales.
Probablemente, si hubiera
concluido lo contrario se habría criticado su deficiente y limitada
metodología: un grupo de familias que se presentan voluntarias, sin
ser seleccionadas de modo aleatorio; un 67% son padres universitarios
con una situación económica desahogada, lo que no debe de ser lo más
representivo del conjunto; la investigación se limita a menores de
16 años y con un seguimiento corto, con lo que no se puede evaluar
la repercusión de la homosexualidad de los padres en la identidad sexual
de los hijos en una edad crítica; y, sobre todo, solo se analizó a
25 niños. ¿El estudio de 25 niños permite crear doctrina científica
sobre los niños en parejas homosexuales en general?
Lo paradójico de este
tipo de reportajes es que hacen tantos esfuerzos por presentar a las
familias de lesbianas como una familia "normal", que al final
resultan muy extrañas. Es raro que no parezcan rozarles los problemas
que, de un modo u otro, afectan a tantas familias. Así que dan la impresión
de que se han dejado en el armario algunas dificultades.
Aceprensa