Mediación y reconciliación ha sido el lema del VII Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria, celebrado en Madrid. Este lema recoge el reto de la Iglesia en su pastoral penitenciaria: un modelo de justicia que humanice y que dignifique
La Iglesia cree en la justicia restaurativa, en tanto que considera que es mucho más evangélica. Monseñor Jiménez Zamora, obispo de Osma-Soria y responsable de Pastoral Penitenciaria, lo resaltaba así en el inicio del VII Congreso Nacional de Pastoral P...
Mediación y reconciliación ha sido el lema del VII Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria, celebrado en Madrid. Este lema recoge el reto de la Iglesia en su pastoral penitenciaria: un modelo de justicia que humanice y que dignifique
La Iglesia cree en la justicia restaurativa, en tanto que considera que es mucho más evangélica. Monseñor Jiménez Zamora, obispo de Osma-Soria y responsable de Pastoral Penitenciaria, lo resaltaba así en el inicio del VII Congreso Nacional de Pastoral Penitenciaria: «La justicia que permite restaurar el delito es la justicia humanizada y dignificante, que busca sin descanso al que equivocó el camino, que le ayuda a hacerse cargo de su error, que procura reparar el daño que causó, que considera innegociable la dignidad de toda persona al margen del delito cometido, que intenta ser más dialogante, más pacífica que vindicativa».
Esta idea no sólo es una idea, ya que es puesta en práctica en España a través de 52 delegaciones de Pastoral penitenciaria, 148 capellanes de prisiones, 2.793 voluntarios, 665 instituciones colaboradoras y 166 centros de acogida; comprendiendo también la acción pastoral que realiza la Iglesia fuera de la cárcel, a través de sus diócesis, en los ámbitos de la prevención y la inserción social.
En la actualidad, el número de internos en los centros penitenciarios españoles es de 60.702, desglosado en 13.631 preventivos y 47.071 penados. El total de hombres en las cárceles suma 55.972, y el total de las mujeres es de 4.730. El número de centros penitenciarios es de 77.
Ante la realidad existente, la Iglesia considera para sus acciones, dentro y fuera de la cárcel, que la mediación y la justicia restaurativa significan que, frente a la justicia como castigo, exista ésta como reparadora. Señalaba don José Segovia Bernabé, encargado de la Sección jurídica del departamento de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia Episcopal Española, que, «en la actualidad, todo está pensado para el culpable. La víctima no es escuchada; se castiga sin analizar el porqué. El modelo de justicia restaurativa busca responsabilizar al infractor y que se le considere persona. Cuando aplicamos este modelo, la reiteración delictiva es más baja».
En Madrid existe una experiencia de trabajo en mediación entre agresor y víctima desarrollada por la asociación Apoyo, en coordinación con la fiscalía de Madrid. Doña María Pilar Sánchez es coordinadora de este programa, y afirmaba en el Congreso que, con este proyecto, lo que se pretende es «resolver y dar protagonismo a las dos partes en la resolución del conflicto. El mediador no impone la decisión. Las partes llegan a un acuerdo de reparación del daño, para que la víctima no esté en esta situación de por vida, porque, en muchas ocasiones, no sólo es víctima del delito, sino del abandono institucional». Añadió también que se trata de un «proceso confidencial en el que se participa de forma libre y voluntaria. En él, la víctima se va a sentir acompañada y reparada en el daño sufrido, lo que le ayudará a superar el drama del delito».
En el mundo hay más de nueve millones de detenidos, y la cifra aumenta cada año. Cristian Khun, Presidente de la Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Católica, afirmó que la Comisión que preside pretende en la actualidad promover la pastoral penitenciaria en otros países que ahora no son miembros de la misma. Señaló que España es un país de referencia, ya que «tiene una pastoral penitenciaria muy desarrollada, con unos voluntarios y capellanes muy bien organizados. Existen países con desafíos enormes». La intención de la Comisión Internacional de Pastoral Penitenciaria Católica es «ser la voz de los capellanes, voluntarios y detenidos, en la Iglesia y en la sociedad; velar por los derechos de los detenidos, ya que en algunos países ni siquiera hay juicios que delimiten la entrada en prisión». En la actualidad, muchos detenidos son llevados directamente a las cárceles donde pasan años en condiciones infrahumanas a la espera de un juicio.
El Congreso siguió desarrollándose con el trabajo en grupos sobre la ponencia y la elaboración de propuestas operativas en torno a las tres áreas que vertebran el Congreso. En el área social, se trató el tema de la reinserción social, y las alternativas a la prisión. El grupo que se dedicó al área jurídica habló sobre el reglamento de menores, el régimen de aislamiento, y la problemática de la reinserción. Y el área religiosa se centró en la prevención en parroquias y asociaciones, en los talleres bíblicos y formativos en prisión, los pisos de acogida y los equipos de búsqueda de empleo.
El acompañamiento fue el tema principal de la ponencia de don Ramón Prat Pons, profesor de Teología Pastoral y Director del Instituto de Ciencias Religiosas de Lérida, que afirmaba: «Debemos pensar que todas las personas pueden llegar a rehabilitarse. Hay que trabajar con esa idea. La Iglesia debe trabajar en un acompañamiento comprometido de las personas». Concluyó su ponencia con el máximo principio evangélico: «Resucitar a la persona».
Rosa Puga Davila
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