Las Provincias, 8-VIII-2005
Resulta que cada vez hay más datos que señalan ciertos defectos de un estructuralismo conceptual de tipo pedagógico. Buscando informes para precisar un tanto más ciertos aspectos relacionados con la indisciplina y violencia escolares, hallo bastantes investigaciones que se refieren a una crisis ocasionada por la mezcla de chicos y chicas en las aulas. Dentro de la red nomológica de educación, como una de las concreciones organizativas en función del género, h...
Las Provincias, 8-VIII-2005
Resulta que cada vez hay más datos que señalan ciertos defectos de un estructuralismo conceptual de tipo pedagógico. Buscando informes para precisar un tanto más ciertos aspectos relacionados con la indisciplina y violencia escolares, hallo bastantes investigaciones que se refieren a una crisis ocasionada por la mezcla de chicos y chicas en las aulas. Dentro de la red nomológica de educación, como una de las concreciones organizativas en función del género, hay que distinguir si las clases se dan sólo para un sexo o si se mezclan. En este sentido la enseñanza mixta se pretendía definir como una vía de sólo instruir conjuntamente a ellos y ellas, sin pretender uniformar la personalidad de chicos y chavalas (se está constatando que esto no es así). La coeducación pretende que estudiantes de ambos sexos se eduquen en común y bajo un mismo modelo de persona; se trata así de desdibujar o suprimir las diferencias y valores que distinguen a varón de mujer. La educación diferenciada de los sexos pretende que cada cual se distinga en sí mismo, profundizando en lo que es por el propio sexo, a la vez que estructure la subjetividad en lo común de los hombres –varones y mujeres–. En la actualidad, los tres enfoques se reducen a dos modelos: educación diferenciada de los sexos y coeducación, puesto que el de enseñanza mixta suele concebirse por sus partidarios una vía para efectuar la coeducación.
Al tomar en consideración este modelo, recordaba un curso que hice en el año académico 1975/76 sobre la coeducación. Resulta que entonces esto parecía ser el oro y el moro; ahora las experiencias nos hacen dudar. ¿Será que las precisiones de antaño no tendrían soporte científico?, ¿qué nos aseguran las investigaciones pedagógicas?, ¿será verdad que hay más probabilidades de indisciplina y violencia en la enseñanza mixta?
Una conclusión norteamericana dice que la disciplina académica resulta afectada por la coeducación. Dale (1969) planteaba que los muchachos influyen negativamente en la conducta social de las muchachas. La sociometría dice que los chavales de clases mixtas tendían a adoptar más actitudes asociales y a ser más agresivos que los procedentes de clases separadas. Los de educación diferenciada se encontraban mejor predispuestos. En cuanto a ellas, en lo social no se apreciaron diferencias, pero en las procedentes de educación diferenciada sí se apreciaba mayor madurez (Joerger, 1963).
Si desde el enfoque pasivo y global esta primera investigación decía mucho y no se le hizo mucho caso, ahora tenemos perspectivas que nos llamarán más la atención, ya que están en boca de todos. Monforte, de la Universidad de Piura (2004), concluye su trabajo diciendo: para cualquier profesional de la enseñanza con experiencia resulta obvio que el ejercicio de la autoridad de un aula mixta es más difícil que si enseñara independientemente chicas o chicos. ¿Por qué? La coeducación hace que se resienta la autoridad del docente, precisamente porque introduce un nuevo ingrediente: el de las discrepancias, luchas y contradicciones entre los alumnos, a causa de las diferencias de sexo. Hay que añadir que el comportamiento de chicos y chicas también cambia con la coeducación. Las chicas, ante la presencia de los chicos, transforman el compañerismo en competitividad, incluso de tipo socio-grupal. En este clima, surgen las calumnias y murmuraciones que debilitan la amistad entre ellas. Los chicos hacen alarde de fuerza física y renuncian a la competitividad intelectual con ellas.
Hace algunos años se defendía la hipótesis de la ventaja de la coeducación en tanto que se suponía que la temprana convivencia entre chicas y chicos contribuiría a mejorar el conocimiento y la mutua aceptación. La verdad es que en la actualidad esas hipótesis no han podido ser verificadas. Parece ser que la coeducación contribuye a que tanto las chicas como los chicos se cierren herméticamente. Esto se fundamenta en lo siguiente. Investigaciones bioquímicas y fisiológicas nos dan explicaciones. Dicen que los hombres portan sólo un cromosoma X, además del cromosoma Y. Este Y es más corto y posee muy pocos genes. La gran sorpresa fue constatar que un buen paquete de genes del cromosoma X de la mujer no está silente. Para Laura Carrel, de la Universidad del estado de Pensilvania, unos 200 a 300 de estos genes no apagados podrían explicar diferencias entre los hombres y las mujeres, como rasgos vinculados con la agresividad, que no serían atribuibles a factores puramente hormonales (Duery, 2005).
Hay experiencias en donde se montan enseñanzas separando los sexos. Es el caso de Australia. Aquí, cuando el profesor Wendy Martín entró temprano a su aula del Appin Park Primary School había un ambiente ruidoso, pero no se daban las interrupciones ni algarabías de antes. Se trata de un centro que experimenta las enseñanzas con grupos homogéneos de un solo sexo, con la pretensión de prevenir los problemas que sucedían antes. Es larga la experiencia privada en este tipo de agrupación, pero al darse el nuevo modelo de un solo sexo por aula en un centro estatal, ha provocado que se extiendan la idea a otras escuelas estatales (Green, 2004).
Randy Hurlow concluye su informe diciendo que las clases mixtas son factor de intimidación. Las razones que da son: hay una pobre autoconciencia y se pierde la confianza con terceros. Como el ambiente es competitivo, resulta duro aprender en ese clima de relaciones. Comparando los procesos de aprendizaje por grupos, los de las aulas unisexuales son mejores. Las madres y los padres también dicen algo al respecto. Hay voces feministas coincidentes en tal postura. Véronique Gass, vicepresidenta de Unapel, ha manifestado la existencia de violencia sexista, subrayando las graves dificultades que se dan entre chicos y chicas en ciertos colegios. Hay un desnivel en la madurez sexual o psicoafectiva. En concomitancia con esto, la federación Unapel estudia instaurar la separación de los alumnos por sexos en ciertos momentos de la jornada escolar (AFP, 10/02/2004).
En esta línea prevé organizar las enseñanzas la Sacred Herad School in Roslindale, siendo la primera que implantó la coeducación. La razón está en la creencia en que la separación de sexos potenciará el nivel de enseñanza y la autoconfianza, así como que los chicos no interrumpirían las clases para impresionar a las muchachas, y estas no estarán tímidas ante sus insinuaciones (Tracy, 2005). La vieja tesis que dice que la coeducación desarrollaría la disciplina en los chicos es de consistencia débil y con soporte científico equívoco; así que es evidentemente inválida. Más bien, sí se observa una de las conclusiones que manifiesta que la educación diferenciada por aulas reduciría el acoso contra las alumnas (Cavalleriu, 2004).
Corolariamente, Fize (2003) aconseja para los alumnos que estén insertos en procesos de indisciplinas, hacer una pausa voluntaria en la coeducación, asistiendo a clases separadas de sexos. Este sociólogo francés defiende que los padres deberían tener la capacidad de escoger si enviar a sus hijos a colegios separados o mixtos. Esto lo relacionaba con la situación que viven los colegios franceses, que tienen cada vez más problemas, así como un descenso en los resultados. No me extraña que el Partido Socialista Austriaco lo plasmara en su programa y que otras voces de izquierdas, verdes y feministas aboguen por este modelo alternativo a la mezcla.