Soy profesora de Educación Infantil y, a pesar de que llevo quince años ejerciendo la profesión, no dejo de sorprenderme con lo que cada día me enseñan mis alumnos de 5 y 6 años. En este caso ha sido con motivo de la figura del Papa. Mientras los adultos perdemos el tiempo opinando lo que nos parece o deja de parecer el recién elegido, los niños nos dan modelo de actuación. ¡Ojalá nos sirva su ejemplo!
Lo que viví el 20 de Abril, al día siguiente de ser elegido Papa el Cardenal Ratzinger:
"¡Ya tenemos Papa!". Esta es la primera frase que me han dicho los niños y niñas de 5-6 años al entrar hoy en clase.
Por él estaban rezando todos los días: primero por Juan Pablo II al transmitirles la noticia de su último ingreso en el hospital Gemelli y, con mayor intensidad, al saber de su empeoramiento. Después nos sorprendió su muerte, y ellos siguieron rezando. "El Papa está en el cielo", decían; pero me aclararon: "bueno, es su alma la que está en el cielo". Otro apuntaba: "Es santo"; "sí -le apoyaba el compañero-, y nosotros también podemos ser santos".
Sus comentarios y su sabiduría no dejaban de sorprenderme, pero no tuve la agudeza para coger lápiz y papel y apuntar todo aquello que iban diciendo.
En los días posteriores al fallecimiento de Juan Pablo II estuvimos dando gracias por este Papa y le pedíamos que, desde el cielo, nos ayudara "a ser buenos".
Comenzaba el cónclave y también a Juan Pablo II le pedimos que ayudara a los cardenales a elegir al nuevo Papa y rezamos para que fuera "muy bueno".
Pero, como es lógico a esa edad, una de las cosas que más llamaba su atención era el color de la fumata. El día 19 hablamos del negro de la primera y la segunda. Había que estar pendientes de la televisión en casa para enterarse del color de la tercera y decirlo a los demás a la mañana siguiente.
La sorpresa de ellos fue doble. Habían visto la fumata de otro color -blanca- y. ¡ya tenemos Papa! Mientras unos me decían esto muy contentos, algún espontáneo (se conoce que había estado en algún viaje o había visto algún video de ello) entonaba medio cantando: "¡Viva el Papa!, ¡Tenemos Papa!", a lo que rápidamente se apuntaron los demás a coro.
"Sí, ya tenemos Papa. Por eso tenemos que estar hoy muy contentos. Pero nos ha dicho que confía en nuestra oración, así que ahora vamos a rezar por él para que Jesús, la Virgen y Juan Pablo II le ayuden a ser muy buen Papa. Se llama Benedicto". Pero ellos me corrigen: "¡Benedicto dieciséis!". Uno de los niños saca un arrugado papel se su bolsillo. Lo había traído de casa. Lo desdobla y en él decía en mayúsculas: PAPA BENEDICTO XVI. Nos quería informar del nombre del recién elegido. Pero continúa: "antes se llamaba cardenal Ratzinger". Uno de la última fila apunta: "ese dieciséis está en números romanos"."Es de Alemania", se oye también. Cada uno quería aportar lo que sabía.
Es obvio que todo esto lo han estado viviendo estos días pero, además, se han sentido protagonistas al rezar porque confían en que Dios escucha su oración.
Ante la alegría que sienten, uno de ellos dice que él va a hacer un dibujo al Papa. "¡Ah!, pues yo le voy a escribir!", añade otro que no quiere ser menos.
"¿Y qué le diríais al Papa?". Es entonces cuando cojo papel y lápiz porque estoy convencida de que sus frases no tendrán desperdicio, y anoto:
- Que nos cuide.
- Que nos ayude, dice Cosme, a lo que Sofía añade: que le ayudemos también nosotros.
- Que le queremos mucho.
- Que nos haga caso, dice Gabriela, pero Alejandro le corrige: que le hagamos nosotros caso.
- Que le queremos un montón.
- Que sea como el otro Papa de bueno.
- Que estamos muy contentos, a lo que Sofía apunta como si el otro no hubiera terminado la frase: con el nuevo Papa.
- Que nos ayude a ser buenos.
- Que el otro Papa que está en el cielo le diga que haga las cosas bien.
- Que estamos muy felices.
- Que le damos abrazos.
"Bueno, y ya la última cosa", les advierto. Un niño termina: que esté en el cielo. "Bueno, déjale que esté un poco en la tierra; no nos lo mates tan pronto". Ante mi comentario, levanta el tono casi reprochándome que no haya captado lo que me ha querido decir: "¡No, que su corazón esté en el cielo!".
Lo que está claro es que los niños están muy contentos porque YA TENEMOS PAPA y saben que es algo que debemos celebrar.
Susana Canel Crespo
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