La huida del compromiso, (
) tiene que ver en la educación familiar recibida desde pequeños
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La huida del compromiso, el miedo al riesgo y los deseos de seguridad en el adolescente tiene que ver en la educación familiar recibida desde pequeños
El fracaso escolar que padecemos no creo que sea consecuencia únicamente de la actual ley de educación ni de las anteriores. Tampoco me parece que toda la culpa sea de las administraciones que tienen competencias en educación. En una de las encuestas entre los universitarios españoles realizada por la Fundación BBVA se reflejaban aspectos muy interesantes, como el alto porcentaje de los que pretenden trabajar en la administración, viven con su familia hasta bastante tarde o se muestran partidarios de vivir con su pareja sin pasar por el registro o la vicaría.
Todo ello denota huida del compromiso, miedo al riesgo y deseos de seguridad; en lo cual algo tiene que ver la educación familiar recibida desde pequeños, en la que parece todo se les ha dado hecho y se les han consentido todos los caprichos, pero no se les ha preparado para vencer las dificultades y el temor a equivocarse.
La influencia que puede tener el permisivismo y la falta de autoridad de padres y profesores en el fracaso escolar es evidente; pero además repercute también en otros aspectos de la formación de la personalidad de los adolescentes. El fracaso en la educación tiene su reflejo académico, pero también puede manifestarse en el aspecto humano; si los sucesivos informes PISA han dado cuenta de lo primero, los aspectos antes señalados de la encuesta del BBVA ponen de manifiesto el segundo
Una característica de la adolescencia es la inseguridad personal. La motiva el desfase entre lo que lo que les gustaría ser y lo que son; a pesar del afán de destacar y tener mucha personalidad no pueden prescindir de la experiencia de los propios fracasos. También porque se abren a la vida y no saben lo que ésta les deparará. Así ha sido siempre, pero en la actualidad se acentúa esta inseguridad por haber sido educados sin sentido del límite y por la falta de autoridad de muchos padres y profesores.
El permisivismo dificulta la adquisición de criterios claros sobre la moralidad de los actos. Si todo está permitido todo es bueno; no hay distinción entre el bien y el mal. Y ese confusionismo moral incrementa su inseguridad. Por otro lado no se les ha dejado descubrir la alegría de conseguir las cosas con esfuerzo; y esa carencia de espíritu de sacrificio se traduce en temor ante las dificultades del mañana que, entre otras cosas, les retrae también a la hora de adquirir compromisos.
Al parecer hoy en día ese temor, en muchos casos, parece que se prolonga más allá de la propia adolescencia. Por eso tardan tanto algunos en abandonar el hogar familiar, y por eso no son capaces de comprometerse de por vida ni con una mujer ni con Dios. Y esa falta de seguridad en sí mismos es lo que les hace aspirar a la seguridad del funcionariado.
Hay quien dice que la adolescencia en la actualidad dura hasta los 30 años. En algunos casos pienso que dura siempre. No han aprendido a volar solos ni a ser libres, pues el compromiso es una de las mejores manifestaciones de auténtica libertad. Aunque no se dan cuenta de ello porque confunden libertad con autonomía. No saben y hay que conseguir que lo descubran que solo es libre el que es capaz de comprometerse. No quieren arriesgarse a adquirir compromisos permanentes por temor al fracaso, cuando resulta que solo el que se arriesga es capaz de triunfar en la vida en aquello que se compromete.