Ignacio Aréchaga
2/3/2004.– ¿Sería mejor no haber filmado El pianista ni La lista de Schindler para evitar el riesgo de alimentar los prejuicios antigermanos y de perpetuar el estereotipo de la culpabilidad alemana por los crímenes nazis? Si hemos de aplicar los mismos criterios con que algunos juzgan La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, sí. Cuando la película era todavía un proyecto, empezó ya la campaña para desacreditarla como antisemita. El temor era que la representación naturalista de la...
Ignacio Aréchaga
2/3/2004.– ¿Sería mejor no haber filmado El pianista ni La lista de Schindler para evitar el riesgo de alimentar los prejuicios antigermanos y de perpetuar el estereotipo de la culpabilidad alemana por los crímenes nazis? Si hemos de aplicar los mismos criterios con que algunos juzgan La Pasión de Cristo, de Mel Gibson, sí. Cuando la película era todavía un proyecto, empezó ya la campaña para desacreditarla como antisemita. El temor era que la representación naturalista de la pasión de Cristo pudiera señalar como culpable colectivo al pueblo judío y generar antisemitismo. (No sé por qué nadie se preocupa de si puede provocar sentimientos antirromanos).
Pero ¿por qué tendría que suceder así? Muchas otras películas recuerdan tragedias del pasado, sin que a nadie les atribuya intenciones aviesas. Como ha escrito la comentarista Barbara Amiel, judía, "un cristiano comprometido como Mel Gibson no hace un film sobre el núcleo central de su fe para engendrar odio contra los judíos, del mismo modo que los judíos que construyen un monumento al Holocausto –un hecho central de la existencia judía– no lo hacen para crear odio contra los gentiles o incluso contra los alemanes. (...) Un filántropo que da dinero para financiar una película sobre los supervivientes del Holocausto se quedaría horrorizado si le dijeran que estaba generando odio por conmemorar un suceso que marca un hito en su historia moderna".
En repetidas declaraciones Gibson ha manifestado que el antisemitismo "no solo es contrario a mis convicciones personales sino también al mensaje de mi película". Y si le preguntan quién es el culpable de la muerte de Cristo afirma que "todos lo somos, yo sería el primero en asumir la responsabilidad". Gibson repite la explicación bíblica de que Jesucristo "fue herido por nuestras transgresiones y por sus heridas nosotros nos salvamos. Ése es el punto del filme. No trata de acusar a alguien. La Pasión de Cristo es una película hecha para inspirar, no para ofender".
Extremismo crítico
Frente a esta actitud, contrasta el extremismo de algunos ataques, como los del rabino Marvin Hier, fundador del centro Simon-Wiesenthal, quien tilda al film de antisemita: "El mensaje del film es irresponsable e incendiario... Corre el riesgo de envenenar millones de espíritus, sobre todo en Oriente Medio y en Europa, donde se observa un recrudecimiento del antisemitismo". Como tantos aspirantes a censores, Hier exagera el poder de una película. En cualquier caso, parece más lógico pensar que el antijudaísmo en Oriente Medio no se alimenta de películas sobre lo que sucedió en Palestina hace dos mil años; le basta ver en el telediario lo que ocurre en la Palestina actual.
No hay que pensar que declaraciones de este tipo son la opinión colectiva de los judíos. Desde luego, no de los judíos que han participado en la creación de la película, como la prestigiosa actriz rumana Maia Morgenstern, que da vida a la Virgen María. Pero también un crítico de cine bien conocido como Michael Medved, judío, ha advertido que "las reacciones exageradas e histéricas hacia el film provocarán mucho más antisemitismo que la película misma. (...) Más que gastar tiempo y energías en esfuerzos inútiles por desacreditar una artística y ambiciosa película, deberíamos luchar más por la causa del judaísmo en América y así poner de relieve los aspectos positivos y productivos de nuestra sagrada tradición".
Los intentos para rodear el film de un aura de catolicismo reaccionario han utilizado estratagemas ridículas. Entre otras, insistir en que el padre de Mel Gibson –un viejo algo cascarrabias de 85 años, que no ha tenido ninguna influencia en el film– es un católico tradicionalista que supuestamente ha puesto en duda la magnitud del Holocausto. O sea, nada de culpabilidad colectiva del pueblo judío, pero se sugiere la tesis de la responsabilidad colectiva de la familia Gibson.
Movedizas actitudes
Y es que desde el principio hasta el estreno de la película los ataques más constantes han provenido de los grupos católicos a los que les molesta el mensaje religioso tradicional de la película de Mel Gibson. En su campaña agitan el espectro de que la película puede "arruinar" todo lo que se ha hecho en los últimos cuarenta años para estrechar las relaciones entre judíos y cristianos. Pero muy frágiles tendrían que ser estos logros para que se desmoronaran por una película.
Más frágiles han demostrado ser las actitudes de estos católicos ante la libertad de expresión artística. Los que otras veces han criticado la inoperancia de la Iglesia para utilizar los medios de comunicación de masas, dicen ahora que hay que desconfiar de la "teatralización" de la Pasión y que la muerte de Cristo no es un "espectáculo". En otros casos, cuando un cineasta como Martin Scorsese entraba a saco en los Evangelios para recrear su particular visión de la vida de Cristo, si alguien se molestaba y reclamaba fidelidad al texto evangélico se le respondía que la libertad de expresión no admite censuras ni imposiciones religiosas; ahora, en cambio, se invoca a teólogos y rabinos para que juzguen de la ortodoxia de la película y digan lo que habría que cambiar o cortar, aunque sean frases del Evangelio. Al final va a tener razón Mel Gibson cuando dice que estos críticos "no tienen un problema con mi película, tienen un problema con los cuatro Evangelios".
Es más, los mismos que denuncian cualquier intervención de un obispo para llamar al orden a un teólogo desnortado, han intentado que los obispos intervinieran para condenar la película. Y, a falta de conseguirlo, lo inventan. Si, en previsión de la polémica, los obispos de Estados Unidos publican un libro titulado La Biblia, los judíos y la muerte de Cristo, que se limita a recopilar las enseñanzas más recientes del magisterio católico sobre el judaísmo, algunos titulares de prensa dirán "El episcopado americano se distancia de Mel Gibson" o incluso "Los obispos deploran su antisemitismo". Pero, obviamente, la recopilación no dice nada sobre la película.
Estrenada ya la película en varios países, es el momento de juzgarla como una obra cinematográfica, sin los prejuicios y estereotipos que se han alimentado contra ella desde que era un proyecto.
Aceprensa
La película la pasión (Almudí-Google)