1. La lógica femenina se ha subido al tranvía de la razón [1]
“La fecundación de todas las disciplinas de nuestro mundo intelectual sería fantástica; es probable que muchos problemas insolubles encontraran su camino —porque hasta ahora se los ha estudiado con la mitad de la razón; pero, además, esta dilatación de la razón, correspondiente a una dilatación de la vida…tendría una consecuencia inesperada…Desde esta perspectiva tenemos que preguntamos por los múltiples proyectos que, desde su instalación, se ofrecería la mujer de nuestro siglo” [2].
En su libro “El intelectual y su mundo” el filósofo español Julián Marías (1914- 2005) dedica la última reflexión a la razón. La compara con la marcha de un tranvía: hay momentos en los que acelera su marcha y corre alegremente, otros en los que debido a pendientes su ascenso se dificulta, otras veces en su caminar chirría e incluso saca chispas del trole, de cuanto en cuanto frena, hace paradas de distinta extensión, y eso da pie a que suban unas personas y bajen otras [3]. Me parece que esa comparación es perfectamente válida para el desarrollo de la situación de la mujer en la historia.
Julián Marías recorrió su vida intelectual en el siglo XX y vivió los albores del XXI. Se interesó en profundidad en la antropología femenina anticipándose a reflexiones en las que hoy se ha abundado. Se consideró a sí mismo como el primer autor que aborda una antropología filosófica que no estudia al hombre en general, sino que distingue la antropología del varón de la de la mujer.
“Yo tengo el modesto orgullo de haber escrito un libro llamado Antropología metafísica, que es el único estudio antropológico filosófico que conozco en que se hace funcionar realmente a la mujer y no como un apéndice inerte e inoperante. Es decir, que en mi libro no se entiende nada si no se tiene en cuenta a la mujer (que es justamente lo que pasa en la realidad) …” [4].
Estamos cercanos a que se cumplan 50 años en que Julián Marías escribió sus primeras reflexiones sobre la antropología femenina en 1970, en su libro sobre “Antropología Metafísica” [5], ideas que nos son del todo útiles ahora que una parte del mundo se haya confundida sobre temas básicos de la antropología humana. El libro propone una comprensión de la persona humana y vino a ser el primer manual en el que se hace una diferencia entre el ser hombre y el ser mujer, los dos siendo humanos son distintos, se trata de una masculinidad y una feminidad que tienen en común ser personas, que se necesitan la una a la otra para existir, pero que son radicalmente distintas. Expone que la vida humana se realiza en dos formas inseparables, complementarias, pero irreductibles –varón y mujer– llamadas al amor y a la unidad. Veía claramente un problema en «la homogeneización y los ismos (feminismo o machismo)» que estaban propiciando un clima de lucha, división, desprecio, minusvaloración de un sexo hacia el otro. Su aproximación a la realidad femenina le lleva a afirmar que la mujer es un alguien corporal, con una interioridad única expresada en un cuerpo, con una instalación sexuada que afecta por igual tanto a la dimensión subjetiva (es alguien con su afectividad, espiritualidad, apertura constitutiva al mundo) como a la dimensión corporal.
“La razón femenina se ha constituido históricamente con grandes diferencias respecto de la masculina. La mujer, en toda la historia de Occidente, ha tenido que vivir en un mundo que ha sido fundamentalmente el mundo del hombre, en el que la mayoría de las invenciones —al menos las visibles, las referentes a “cosas”— eran masculinas”6…la historia se ha escrito como si no hubiera más que hombres… Se dirá que esa manera tradicional de entender a la mujer como apéndice de la historia del hombre es un error. Claro que lo es, pero es un error verdadero, quiero decir un verdadero error que forma parte de la realidad histórica, y no podemos omitirlo. El hecho de que las cosas se hayan entendido así milenariamente es un hecho, y hay que tenerlo en cuenta. Con decir que es un error no lo eliminamos; podemos rectificado y no caer en él, pero hay que contar con él porque ha sido un ingrediente de la realidad histórica; es tan real como la estructura biológica” [7].
Más adelante continúa con esta reflexión:
“Habría que preguntarse en serio (…) cuántas creaciones “masculinas” han sido posibles porque previamente la mujer había inventado algunas cosas, algunas maneras de vivir que llevaban hacia delante la progresiva hominización del hombre. Por ejemplo, el “quedarse”, el “estar en casa” [8].
Marías en su vagón del tranvía consideró largamente la situación de la mujer de su tiempo, gracias a la literatura, a su esposa, a amigas y mujeres que pudo conocer en distintos continentes. Así se dio cuenta como la razón femenina estaba llamada a enriquecer la realidad humana.
“La idea total de la posición de las mujeres en la vida social y de su capacidad de ocupar su puesto, independientemente de cualquier cuestión de sexo, en la obra del mundo, ha cambiado radicalmente, en los países de lengua inglesa y también en las naciones más progresivas más allá de sus límites, durante el siglo XX. Esto se debe primariamente al movimiento en favor de la educación superior de las mujeres y a sus resultados... El cambio es tan completo que la única cosa curiosa ahora es, no en qué esferas no pueden penetrar las mujeres, más o menos en pie de igualdad con los hombres, sino aquellas pocas de las cuales todavía están excluidas” [9.]
Marías había vivido las dos guerras mundiales y la guerra civil española, tuvo como esposa una mujer excepcional, fue testigo cómo durante las guerras la mujer se quedó en la retaguardia y desde allí ayudó a ganar las batallas. Por otro lado, es espectador cercano de la realidad de la mujer: cómo se ve en la necesidad de salir de la casa para ocuparse en las escuelas de la enseñanza, en las oficinas de trabajos secretariales, en la sanidad el trabajo de enfermeras, y ocupar puestos relevantes en otras esferas que antes eran exclusivas del hombre. Al terminar la guerra, las mujeres con preparación profesional no quieren volver a la casa, se instalan en sus centros de acción como maestras, secretarias, enfermeras, se resisten a volver a recluirse en el aislado mundo de paredes de la casa, lo quieren hacer compatible.
“En estos últimos decenios, el acceso de la mujer a muchos campos antes reservados a los hombres, la adquisición de conocimientos que antes le estaban vedados o que simplemente resultaban improbables, o que no le interesaban lo suficiente, ha alterado profundamente su situación…. Temo que hará falta mucho tiempo para que las mujeres consigan de verdad instalarse en su forma insustituible de razón y aplicarla a los temas a que han conseguido acceso, y que en su mayoría les eran ajenos antes de nuestro siglo, o excepcionalmente y de manera oblicua. … Si esto ocurriera, la fecundación de todas las disciplinas de nuestro mundo intelectual sería fantástica; es probable que muchos problemas insolubles encontraran su camino —porque hasta ahora se los ha estudiado con la mitad de la razón; pero, además, esta dilatación de la razón, correspondiente a una dilatación de la vida…tendría una consecuencia inesperada…Desde esta perspectiva tenemos que preguntamos por los múltiples proyectos que, desde su instalación, se ofrecería la mujer de nuestro siglo. ¿Cuáles son, cuáles pueden ser, cómo afectan a la identidad de la mujer que los hace suyos?” [10].
La mujer no debe limitarse a ocupar funciones que antes eran exclusivas del hombre perdiendo lo que le es propio, su feminidad, eso sería una gran pérdida para la humanidad, se trata de sumar, y multiplicar, y mucho menos no de restar o dividir, debe seguir instalada en su condición de mujer y desde allí aportar:
“Hay muchas mujeres “inteligentes” —diestras, bien informadas, competentes, capaces de hacer muchas cosas y de hablar con conocimiento de muchos temas— que no producen nunca la fascinadora impresión de inteligencia que nos hace siempre la mujer bien dotada y bien instalada en su condición de mujer. Fascinadora, porque nos descubre algo nuevo, una manera distinta de ver las cosas, una perspectiva desconocida, un relieve inesperado de las mismas cosas. Nos parece que descubrimos un nuevo continente, y así es; o, si se prefiere, la otra cara de la Luna, siempre escondida” [11].
En este sentido puede servir de ejemplo cómo Jutta Burggraf muestra su aprecio por la promoción profesional de la mujer, al señalar: “La tradicional imagen de la “mujer en casa” es un ideal burgués y nada cristiano. Según la visión cristiana del mundo, la mujer es llamada a rezar y trabajar, igual que el varón. ¿Y dónde? Eso hay que verlo en cada caso concreto” [12], encerrar a la mujer en las paredes de una casa es contrario al espíritu de libertad humana. La mujer tiene mucho que aportar en todos los ámbitos de la sociedad y con su genio maternal podrá generar un mundo mucho más humano. La familia ha sufrido un gran deterioro debido a la escalada del hedonismo, hijo mayor del individualismo, que se ha concretado en revolución sexual, la liberación femenina -entendida como abandono de las responsabilidades familiares-, y ha afectado el desarrollo equilibrado de millones de niños que nacen sin el abrigo de una familia que acoja el don de la vida [13].
La fecundación en las distintas disciplinas está siendo como esperaba Marías: fantástica. Por ejemplo, podemos abundar en los estudios que Patricia Debeljuh realiza de las competencias que la mujer adquiere en casa para ponerlas al servicio de la empresa y viceversa. Sus conclusiones llevan a afirmar que, dado que la mujer ejecutiva toma decisiones y gestiona responsabilidades en la empresa, el desarrollo de esas capacidades aporta muchos beneficios al hogar en cuanto a fortalecer su liderazgo integrador, la planificación de las tareas del hogar, el aprovechamiento y distribución de los recursos escasos, el manejo de las finanzas y la elaboración de presupuestos, la capacidad de escucha, el saber aportar soluciones creativas ante situaciones imprevistas. A su vez el hogar aporta grandes luces a las empresas, la primera de ellas es la capacidad de valorar a las personas por lo que son. Es en el hogar, donde una directiva ejercita a diario el reconocimiento y aceptación de la identidad y de la intimidad de las demás personas [14].
Nuestro filósofo explica sus ideas centrales sobre el tema: hombre y mujer son distintas realidades, se trata de dos formas diversas de vida humana: una masculina y una femenina. Lo que tienen en común es que son personas, que explica cómo hasta ahora se ha hablado y escrito más sobre el hombre, y si se ha escrito sobre la mujer se ha escrito más con la lógica masculina, pero hay que hacerlo desde la otra lógica que corresponde a la mitad de la humanidad:
“No se entiende nada humano si se lo reduce a la manera de ser de las cosas. Hay que entenderlo como vida, es decir, dramática, proyectivamente. Si el hombre es el animal que tiene una vida humana, podemos definir a la mujer como la persona que tiene una vida femenina. Y esto es el enunciado de uno de los temas más difíciles y apasionantes sobre los que puede ejercitarse el pensamiento” [15].
La mujer puede desarrollar una mayor sensibilidad frente a los talentos, las necesidades, los conflictos que surgen en las organizaciones. Es capaz de descubrir el mejor papel que cada uno puede ejercer dentro de un equipo y de recordar que las personas siempre son más importantes que las cosas, pues como apunta Spaemann “ser persona es ocupar un lugar que no existe sin un espacio en el que otras personas tienen el suyo” [16]. Debeljuh aborda muy certeramente que a las mujeres directivas les compete “fomentar el verdadero sentido del hogar, como escuela de competencias, llamado a mejorar la calidad de vida de las personas, entendiendo que éste es un aspecto importante para la ecología humana. Como ejecutivas tienen la responsabilidad de generar conciencia dentro de sus organizaciones y en sus familias acerca de la importancia de conciliar trabajo y familia, adaptando las condiciones de trabajo a las demandas familiares tanto de hombres como de las mujeres y ajustando la organización de la empresa, respetando los horarios, de modo tal que unos y otros compartan más las responsabilidades familiares y el cuidado del hogar” [17].
2. Dos formas de ser humanos: masculino y femenino
“Ser hombre y el ser mujer, los dos siendo humanos son distintos, se trata de una masculinidad y una feminidad que tienen en común ser personas, que se necesitan la una a la otra para existir, pero que son radicalmente distintas” [18].
A mediados del Siglo XX la actividad feminista detuvo el ritmo del tranvía. La actividad anterior se había caracterizado por un espíritu reformista, en el que el tema fundamental fue el voto, el acceso a la enseñanza superior o al divorcio. Una vez alcanzado éxito en sus esfuerzos, el feminismo se tomó una tregua, podríamos decir que se bajó del tranvía un momento. A finales de los años 60 surgió una segunda oleada feminista, que se caracterizó por un espíritu revolucionario, a diferencia del reformista anterior. Se trató sobre todo de una revolución sexual que estalló en el 68 y que vino a dar un giro al comportamiento sexual natural y a volver más insensibles a las personas de su propia dignidad, que lo vino a facilitar el aparecimiento de la píldora [19.
El enfoque de complementariedad del hombre con la mujer propuesto por Julián Marías ha tomado una importancia sustancial para dar una solución más humana frente a los planteamientos feministas radicales que presentan al hombre como enemigo de la mujer en su desarrollo profesional y personal. Marías entiende al hombre y a la mujer totalmente distintos entre sí, pero hechos el uno para el otro. Distingue condición sexuada de la actividad sexual de la persona. La distinción es fundamental ya que está ligada a la trasmisión de la vida. Julián Marías destaca lo que se ha confundido en la mente de un grupo de feministas:
“… La condición sexuada acompaña a lo humano íntegra e inexorablemente, no en tal o cual aspecto o provincia; no es que haya zonas de lo humano “puramente humanas” y algunas “diferenciadas”. Todo lo humano concreto se realiza sexuadamente, en la doble forma varón-mujer” [20]. “Hay una diferencia anatómica y fisiológica entre hombres y mujeres. Cuando nace un niño, el tocólogo o la comadrona, el padre y un poco después la madre, hacen una inspección ocular y dicen: “Es un niño” o “Es una niña”. Esto se funda en un reconocimiento sumario de su estructura anatómica, de la que se derivan innumerables consecuencias. Parece que esto es lo sustancial, primario, fundamental... Pues bien, la mujer en el siglo XX ha cambiado profundamente desde el punto de vista biológico. Nada menos. La condición biológica de la mujer ha cambiado decisivamente en el siglo XX…Ha acontecido un hecho histórico capital: la disociación entre la sexualidad y la reproducción, ni más ni menos. Este es un hecho de enorme volumen, cuyas consecuencias no hemos acabado de digerir —temo que ni siquiera hemos empezado—…Pero resulta que ese cambio biológico no es biológico. … La naturaleza no ha experimentado ninguna variación importante. El origen de ese cambio biológico está en la psicología, en la sociología, en la estética, en la moral en la religión, en la ciencia. Es decir, en aquello que el hombre tiene de no biológico; en lo que tiene de biográfico: social, histórico, estrictamente personal” [21].
Las neurociencias han confirmado la distinción entre sexuado y sexo, lo que Marías intuyó desde el método filosófico. El ambiente científico en el que se desarrollaron las tecnologías biológicas hicieron surgir las neurociencias. La Bioética empezó a buscar respuestas al avance técnico de estas ciencias y de su aplicación en la Medicina y así los neurocientíficos empezaron a interesarse en investigar cuestiones que antes desarrollaban los humanistas. En conjunto se lanzaron a responder preguntas como ¿Quién es el hombre? ¿Es posible controlar el cerebro? ¿Son distintos los cerebros del hombre y la mujer? ¿Reaccionan distinto ante los mismos hechos? ¿Es posible utilizar la Neurociencia para luchar contra el crimen, el terrorismo u otras lacras sociales que nos invaden? ¿Se puede dar respuesta desde las neurociencias a la toma de decisiones económicas? El estudio interdisciplinar está generando una fecunda repercusión social, que orienta las investigaciones hacia los problemas relacionados con el interior del hombre, con sus funciones cognitivas y emocionales al que se van sumando la economía, la economía conductual, la psicología cognitiva, la psicología social, etc.
Por ejemplo, la bióloga Natalia López Moratalla ha venido investigando en un grupo interdisciplinar de científicos y humanistas y han evidenciado, al igual que diversos equipos, cómo está registrado en el cerebro una amplia red neuronal con un control preciso y procesado de forma cognitiva/afectiva, los impulsos emocionales e intelectuales que se diferencian entre el cerebro del hombre y la mujer [22]. Marías tenía razón al afirmar que la lógica femenina es distinta a la masculina, se complementan y mejoran la toma de decisiones personales, familiares, sociales, empresariales y gubernamentales. Las neurociencias están comprobando cómo el conocimiento femenino y masculino engendra emociones diferentes, lo que se constituye todo un reto de la neuroética el profundizar en esta época en que las relaciones interpersonales se hacen cada vez más virtuales [23].
La filosofía y las neurociencias siguiendo sus propios métodos científicos, están demostrando que hombre y mujer son dos realidades distintas. Sin embargo, en la sociedad occidental hay una fuerza violenta que intenta reconstruirse sobre nuevos fundamentos, la tendencia de la ideología de género ha permeado social, política y jurídicamente las instituciones que se dedicaban a ordenar la sociedad. Ahora se niega a priori la existencia de diferencias naturales. La diferencia corpórea, llamada sexo, se minimiza, mientras que la dimensión estrictamente cultural, llamada género, queda subrayada. La masculinidad y la feminidad —a nivel físico y psíquico se desvanecen y van permeando las leyes y generan una confusión entre la gente sensata. La ideología de género pretende constituirse en un totalitarismo universal que va ganando terreno con los principios que desarrolló Hannah Arendt. Según esta filósofa, para que se propague y se establezca, participan tres grupos de personas que pierden lo más propio de la persona: su capacidad de pensar, de racionar y de juicio. Los nihilistas (que no tienen valores definitivos y asumen los que se les presentan a la carta, sin escrúpulos que pululan siempre cerca del poder, de cualquier poder); los dogmáticos (que asumen un dogma que les aporta seguridad y que constituyen el grupo de los fanáticos políticos refractarios al diálogo que cuestionen sus ideales); y los ciudadanos normales, el más numeroso, que asumen las nuevas costumbres irreflexivamente por ser las que los gobernantes proponen.
Los datos científicos brindados por la biología, la neurología o la psiquiatría, deberían delimitar un marco dentro del cual es razonable emitir un juicio o tomar una decisión normativa, sin embargo, la presión de la ideología de género, hace que los argumentos racionales y científicos no resuenen, así como los filósofos de la deconstrucción niegan el valor de las ciencias empíricas.
Marías expone con detenimiento en sus distintas obras relacionadas con el tema como el varón y la mujer son personas, pero no iguales:
“Toda la humanidad está en la mujer, pero está femeninamente. O, con otra expresión, que toda la mujer es humana, y toda la mujer es femenina. No es que ande por un lado la humanidad y por otro la feminidad. Es una trampa intelectual” [24].
“Ahí es justamente donde encontramos eso que llamamos varón y mujer. Ese es el lugar metafísico de esta diferencia. Ahora bien, esa condición sexuada, que hace que la vida humana se realice en forma “varón” o en forma “mujer”, es algo que afecta íntegramente al hombre. Esta realidad acontece polarmente, en dos formas disyuntas, cuyo carácter no es mera diferencia, sino disyunción: varón o mujer. Tiene que ser una de las dos, y son dos formas recíprocas: se es varón para la mujer y se es mujer para el varón. Una sola no tendría significación, no querría decir nada. No hay una realidad meramente humana, indiferenciada, a la cual se le añada en cierto momento una diferencia. Este es un esquema absolutamente falso. Se es hombre o mujer de arriba a abajo, íntegramente. No hay nada en lo humano que sea simplemente humano, indiferenciado, neutro. La neutralización es una forma de abandono, de degradación. Lo que en el hombre es neutro es degradación de una de las dos formas sexuadas. O, con otra expresión todavía más clara: lo que en el hombre no es sexuado (no digo “sexual”), en esa misma medida no es tampoco propiamente humano. Es algo que se ha degradado, que se ha quedado en el nivel de la animalidad o de la mineralidad, de la “cosa”. Por eso, cuando una mujer no sabe a mujer, resulta una forma degradada de lo humano; es humanamente algo inferior; no algo “simplemente humano”, porque esto no es posible, sino lo humano en forma degradada. (Y otro tanto habría que decir del varón.) La condición sexuada acompaña a lo humano íntegra e inexorablemente, no en tal o cual aspecto o provincia; no es que haya zonas de lo humano “puramente humanas” y algunas “diferenciadas”. Todo lo humano concreto se realiza sexuadamente, en la doble forma varón- mujer” [25].
Es cierto que la mujer ha sido maltratada y minusvalorada en muchas esferas de la sociedad y en varios países y que ese mal sigue siendo un gran flagelo de la sociedad. Hay que agradecer a las mujeres valientes que han conseguido el derecho al voto, mejoras en la legislación y en el acceso a trabajos dignos para todas. Sin embargo, hay mucho por mejorar, como los salarios equitativos por un mismo trabajo, un mayor reconocimiento de su trabajo en el hogar, minimizar la violencia contra la mujer y un largo, etc.
“Temo que hará falta mucho tiempo para que las mujeres consigan de verdad instalarse en su forma insustituible de razón y aplicarla a los temas a que han conseguido acceso, y que en su mayoría les eran ajenos antes de nuestro siglo, o excepcionalmente y de manera oblicua. Ese tiempo podría abreviarse si algunas mujeres con verdadera genialidad —genialidad como mujeres, se entiende— se dedicarán a fondo a los menesteres intelectuales, sin imitar al hombre, sin rehuirlo —tentaciones fáciles pero estériles—, y llevaran a ellos su propia configuración irreductible, insustituible” [26].
Falta aún mucho tiempo, y en algunas culturas del globo mucho más, pero en algunos campos se va acortando. El mundo necesita de la mujer para humanizarlo, no para generar violencia de sexos enfrentados unos con otros. La mayoría de las mujeres no se reconocen a sí mismas en la teoría de género y el sextremismo, visión que impone una ideología ultra-minoritaria, pero dominante en las esferas mediáticas y políticas.
“¿Qué ocurre si la mujer olvida su condición femenina? Todo el mundo diría: se masculiniza. No lo creo así. La mujer se masculiniza si adopta los rasgos o caracteres de la persona masculina; cuando olvida los de la femenina, se despersonaliza. No es que pierda su condición femenina, sino la personal, porque esta no se realiza más que en forma masculina o femenina, en la realidad del varón o de la mujer” [27.
La lucha de la mujer ha de ser femenina, defendiendo lo que le es propio: la feminidad y la maternidad. No es propio de una mujer consiente de sus dones la indignación y la violencia, sino encontrar la fuerza del don con una determinación pacifica para conseguir un buen balance entre el trabajo y la familia. El mundo necesita a cada mujer que debe luchar por conquistar una unidad de vida y así lograr un balance entre su misión personal, misión familiar, misión profesional y misión social. No es lógico combatir a los hombres como revancha por un pasado o presente machista, los derechos de las mujeres no se defienden con los pechos descubiertos sino con la dignidad de quien busca el camino de la liberación personal en la familia y la maternidad. “Sólo con los hombres como podemos llegar a ser verdaderamente mujeres, enteras y completas” [28].
3. El aporte femenino a la familia, la economía y la sociedad
“Y la crisis del servicio doméstico —no lo olvidemos— ha destruido formas y posibilidades de compañía, ha introducido en las sociedades actuales uno de sus factores más graves y de más hondas consecuencias: la soledad” [29].
Ahora que la mujer ha irrumpido en el campo laboral en todos los niveles, los economistas han realizado estudios importantes sobre lo que representa el trabajo de la mujer dentro y fuera el hogar. En un buen porcentaje el hogar se ha quedado vacío durante el día porque los padres trabajan y regresan tarde, dadas las extensas horas laborales y el tiempo de desplazamiento de vuelta al hogar, especialmente en las grandes urbes. Julián Marías se dio cuenta sobre la importancia del trabajo doméstico en la educación de los hijos, en la estabilidad familiar. El norteamericano Garry Becker [30] aplicó el concepto de capital humano de Theodore Schultz ampliándolo a los campos de la economía doméstica. Estudió el trabajo doméstico bajo la óptica de la contribución a la economía nacional. Concluye que es en la familia en donde se prepara mejor el capital humano de una nación, por lo que, si la familia descuida la inversión en la educación y la formación de los hijos, los efectos en la sociedad y la economía son altamente negativos. El trabajo del hogar es crucial para el progreso social por la inmensa riqueza que aporta a la economía. Becker explica cómo el capital se forma principalmente la familia y es la mujer quien más ha aportado históricamente a su desarrollo por tener una vocación más orientada al cuidado y a la educación, en parte porque ha invertido nueve meses para que se geste bien el hijo y tiene un interés especial en que esa inversión se potencie lo mejor posible.
“Creo que se trata de lo siguiente: lo que es menester es la realización femenina de aquellas posibilidades humanas que antes sólo tenían una versión masculina. Habría que realizar femeninamente -es decir, de otra manera- esas posibilidades. Pero esto requiere un poco de imaginación, no se puede hacer imitativamente, rutinariamente. Hay muchas cosas que sólo se han hecho masculinamente, pero hay otra posibilidad: solamente estarán plenamente realizadas esas posibilidades humanas cuando se realicen en dos versiones, masculina y femenina. Y naturalmente, hará falta realizar masculinamente algunas otras posibilidades que sólo habían tenido versión femenina” [31].
La economista norteamericana Sophia Aguirre trabaja en instrumentos econométricos que generan índices que recogen el impacto familiar en las economías. Con los resultados obtenidos queda patente el reconocimiento del trabajo en el hogar como clave para crear una sociedad más humana. Más allá de una mera colección de tareas como limpiar, lavar o cocinar “es un sistema de valores en el que toman parte ciencia, arte, cultura y habilidades y aptitudes para la gestión” [32]. Para todos es claro que del equilibrio emocional de los padres depende el de todos los hijos; por eso hace falta un entorno que facilite su felicidad, que es distinto a lograr un gran índice de bienestar. Las políticas deberían favorecer ese tiempo de dedicación, no sólo cubrir necesidades materiales, para que los padres trabajen con orden y prioridades en donde la familia sea el centro de las decisiones y el norte que ordene. Asegura que el desarrollo integral sostenible se basa no en lo que es dado a las personas, sino en lo que ellos pueden contribuir [33].
Hoy en día se exalta el trabajo remunerado como el principal indicador de éxito de una persona: lo que paga el mercado está por encima de lo que sea la persona que trabaja. Con esta mentalidad economicista se han ido devaluando cada vez más los trabajos del hogar, sin importar quien los haga. Estas labores son indispensables en la persona y la sociedad, que se valoran principalmente cuando está ausente quien las hace, pues el hogar es prioritario para la construcción de cada persona. Según el decir de Nuria Chinchilla “el hogar es el servicio público por excelencia, el mejor Ministerio de Bienestar Social y de prevención de la delincuencia” [34]. El trabajo doméstico, tan desprestigiado en ocasiones a favor del trabajo fuera de casa, cumple un papel esencial no sólo por su valor invisible, pero real dentro del PIB, ni por el ahorro que supone para los servicios sociales públicos, sino porque por su misma naturaleza desarrolla en la persona habilidades y competencias relacionadas con el servicio y la convivencia. Según varios estudios recientes el valor del trabajo doméstico no remunerado, realizado principalmente por mujeres, alcanzaría, si se pagase a precio de mercado, una cantidad equivalente al 40% del Producto Interior Bruto [35].
Se trata de un desarrollo oculto para la economía, pero no para el sentido común que sigue viendo en la familia el núcleo más importante para construir la sociedad y toca a la razón femeninita, a su lógica, no descuidar el baluarte de la humanidad: la familia.
4. Conclusión
El desarrollo antropológico que desarrolló Julián Marías hace 50 años sobre la mujer viene a ser hoy como agua fresca que revitaliza el estudio de la complementariedad del hombre y la mujer para la construcción de un mundo mejor. Si bien es cierto que la mujer ha sido y es aún maltratada en muchas esferas de la sociedad, hay que reconocer y agradecer lo mucho lo que se ha avanzado desde las primeras mujeres que alzaron su voz a raíz de la proclamación de los Declaración de los Derechos del ciudadano producto de la Revolución Francesa, porque esos derechos eran dirigidos solo para los varones. Son muchas las mujeres valientes que han conseguido para las mujeres del mundo de occidente el derecho al voto, mejoras en la legislación y en el acceso a trabajos dignos. Sin embargo, hay mucho por mejorar y ese es un trabajo a realizar por la vía del dialogo.
El mundo necesita de la mujer para humanizarlo, no para generar violencia de sexos enfrentados unos con otros, esa parte de la historia debería quedar atrás. La mayoría de las mujeres no nos reconocemos a nosotras mismas en la teoría de género y el sextremismo, visión que impone una ideología ultra-minoritaria pero dominante en las esferas mediáticas y políticas.
Si las feministas radicales afirman que la lucha de la mujer es feminista, habría que añadir que es una propuesta femenina; si a los grupos radicales se les contrata y paga un salario por imponer las ideas feministas extremas en las esferas políticas, la mujer equilibrada que naturalmente dona, no comercia con su causa, trabaja por ella, defiende lo que le es propio: la feminidad y la maternidad. No es propio de una mujer consiente de sus dones la indignación y la violencia, sino encontrar la fuerza del don con una determinación pacifica para conseguir un buen balance entre el trabajo y la familia. El mundo necesita a cada mujer que debe luchar por conquistar una unidad de vida y así lograr un balance entre su misión personal, misión familiar, misión profesional y misión social. No es lógico combatir a los hombres como revancha por un pasado o presente machista, los derechos de las mujeres no se defienden con los pechos descubiertos sino con la dignidad de quien busca el camino de la liberación personal en la familia y la maternidad.
Es la complementariedad de dones entre hombres y mujeres lo que enriquece la sociedad. “Sólo con los hombres como podemos llegar a ser verdaderamente mujeres, enteras y completas” [36]. En el mundo fragmentado donde imperan las relaciones de mercado, las mujeres con su naturaleza femenina, constructiva y enfocada hacia la vida, hacia el don, busca construir vínculos sociales, esenciales para la libertad y la solidaridad. De la empresa traerá a la casa mayor facilidad para organizar mejor, prever, ahorrar; de la casa llevará al espacio laboral su capacidad de donar, su paciencia, su visión que le da a la sociedad una visión ampliada.
Linda Paz Quesada, en dialnet.unirioja.es/
Notas:
1 Economista, con especialidad en Gobierno y cultura de las Organizaciones. Ha sido Vicerrectora Académica del Istmo desde la fundación de la Universidad en 1997 hasta julio de 2016. Profesora de las materias institucionales, especialmente Antropología filosófica y Fundamentos del Orden Social (Pensamiento Social y político). http://unis.edu.gt/curriculum-vitae-linda-paz-quezada/
2 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, Madrid , Alianza, 1982, pp. 175-176.
3 Marías Julián, El intelectual y su tiempo, 2005, Espasa, pp. 153-156.
4 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, pp. 17-18.
5 Cfr. Marías, Julían, Antropología metafísica: la estructura empírica de la vida humana, Madrid, Revista de Occidente,1970.
6 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, pp. 172-174.
7 Ibíd, pp.17-18.
8 Ibíd, p. 169.
9 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, p. 28.
10 Ibid, pp. 175-176.
11 Loc. Cit.
12 Cfr. Burggraf, Jutta, Hacia un nuevo feminismo para el siglo XXI, 2010.
13 Cfr. Chinchilla, Nuria y León, Consuelo, La ambición femenina, Cómo re-conciliar trabajo y familia, 2004.
14 Cfr. Deberjuh, Patricia, “Competencias directivas en y desde el hogar”, en Sostenibilidad, cuidado y vida cotidiana: Una aproximación desde Latinoamérica, 2012.
15 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, p. 165.
16 Spaemann, Robert: “Personas. Acerca de la distinción entre algo y alguien”, 2000.
17 Deberjuh, Patricia, “Competencias directivas en y desde el hogar”, 2012.
18 Marías, Julián, Antropología metafísica.
19 Por un lado, el feminismo marxista ve en la lucha de sexos el devenir histórico en el que la mujer va a dominar al hombre en la nueva etapa sintética de la historia. Para ellas los sexos son una construcción cultural, en una sociedad sin clases, en donde todo debe ser colectivo, no tiene sentido el matrimonio, que privatiza al cónyuge. Por el otro lado para el feminismo liberal lo que cuenta es el individuo, no la persona y pide la libertad de elegir género, de hacer con su cuerpo lo que le convenga sin limitar el sexo que le corresponde genéticamente. El extremismo sexista busca liberar a la mujer para hacer uso de su cuerpo al igual que el hombre, sin ataduras ni consecuencias por sus actos sexuales. Estos enfoques han establecido una lucha violenta en la que unos grupos minoritarios, pero influyentes van exigiendo escaños que rayan en lo irrazonable.
20 Marías, Julián, Antropología metafísica.
21 Julián Marías, La mujer en el siglo XX, pp. 157.
22 López Moratalla, Natalia, Cerebro de mujer y cerebro de varón, Madrid: Rialp, 2007.
23 Cfr. López Moratalla, Natalia, “Neuroética: la dotación ética del cerebro humano”, Cuadernos de Bioética XXVI, 2015.
24 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, pp. 156.
25 Ibíd., 157.
26 Ibíd., pp. 175-176.
27 Ibid., p. 96.
28 Las Antígonas, Manifiesto del nuevo feminismo, 2013.
29 Marías, Julián, La mujer en el siglo XX, pp. 84-85.
30 Entre sus obras de especial interés están; A treatise on the family, publicada por Harvard en 1991 y Human Capital, Publicada por la Universidad de Chicago en 1993. Le fue conferido por sus aportes el premio nobel de economía en 1992.
31 Marías, Julián, La mujer en el s. XX, p. 96.
32 Cfr. Aguirre, Maria Sophia and Martha Cruz Zuniga, “Increasing Efficiency of Outcomes through Cooperation and Initiative: An Integral Approach to Randomized Field Experiments”, in Dignity and Development, 2018.
33 Cfr. Aguirre, Sophia Maria, Lauren Harper, and Samantha Hawkins, “Family Structure’s Effects on Social Capital and Human Capital in Guatemala”, in Family and Sustainable Development, 2015.
34 Cfr. Chinchilla, Nuria y León, Consuelo, La ambición femenina, Cómo re-conciliar trabajo y familia, 2004.
35 Cfr. Aguirre, María Sophia, El impacto de la familia en la economía, una propuesta para lograr un desarrollo sostenible, 2015
36 Cfr. Las Antigonas, Manifiesto del nuevo feminismo, 2013.
Introducción a la serie sobre “Perdón, la reconciliación y la Justicia Restaurativa” |
Aprender a perdonar |
Verdad y libertad |
El Magisterio Pontificio sobre el Rosario y la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae |
El marco moral y el sentido del amor humano |
¿Qué es la Justicia Restaurativa? |
“Combate, cercanía, misión” (6): «Más grande que tu corazón»: Contrición y reconciliación |
Combate, cercanía, misión (5): «No te soltaré hasta que me bendigas»: la oración contemplativa |
Combate, cercanía, misión (4) «No entristezcáis al Espíritu Santo» La tibieza |
Combate, cercanía, misión (3): Todo es nuestro y todo es de Dios |
Combate, cercanía, misión (2): «Se hace camino al andar» |
Combate, cercanía, misión I: «Elige la Vida» |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía II |
La intervención estatal, la regulación económica y el poder de policía I |
El trabajo como quicio de la santificación en medio del mundo. Reflexiones antropológicas |