La Carta a los Efesios da, a partir de 4,17, unas directrices relativas a la vida ordinaria del cristiano
En 5,16 se habla de “redimir el tiempo” (Sagrada Biblia, Universidad de Navarra), “aprovechar la ocasión” (Sagrada Biblia, versión de la Conferencia Episcopal Española), “aprovechar bien el tiempo presente” (Biblia de Jerusalén). ¿A qué se refiere exactamente la expresión? ¿En qué contexto se usa?
Exhortaciones morales de la Carta a los Efesios
La sección exhortativa de la carta se construye sobre la oposición entre el modo de pensar y vivir de los paganos (gentiles) (Ef 4, 17-19) y el pensamiento y obrar del cristiano: lo que debe evitar y lo que debe hacer (4, 20-5, 20[21]). A estas exhortaciones generales se añaden unas particulares, sobre la vida doméstica (Ef 5, [21]22-6, 9). Por último, se anima a revestirse de la fuerza de Dios para la lucha contra el mal (Ef 6, 10-20).
De los gentiles se ha dicho: “Por lo tanto, digo y testifico esto en el Señor: que ya no viváis como viven los gentiles, en sus vanos pensamientos, a) [razones] con el entendimiento oscurecido, ajenos a la vida de Dios, a causa de la ignorancia en que están por la ceguera de sus corazones. b) [obrar] Indolentes, se dieron a la perversión, para obrar con avidez toda impureza”. Los principios que deben regir la vida del cristiano se exponen en Ef 4, 20-24: “No es esto, en cambio, lo que vosotros aprendisteis de Cristo −si es que en efecto le habéis escuchado y habéis sido enseñados conforme a la verdad de Jesús− para abandonar la antigua conducta del hombre viejo, que se corrompe conforme a su concupiscencia seductora, para renovaros en el espíritu de vuestra mente y revestiros del hombre nuevo, que ha sido creado conforme a Dios en justicia y santidad verdaderas”. Los versículos siguientes ilustran estos principios, en una progresión de pensamiento: Cristo es el modelo del obrar cristiano (Ef 4, 25-5,2); el cristiano ha de rechazar la impureza (Ef 5, 3-6); los cristianos deben caminar como hijos de la luz, pues ya no son tinieblas (Ef 5, 7-14); los cristianos deben vivir como sabios, no como necios (Ef 5, 15-20[21]; cfr. Col 3, 16-17; 4, 5). El v. 21 es un enlace con las exhortaciones que vienen después.
Comportarse como sabios (Ef 5, 15-17)
Ef 5, 15-17 es una primera unidad de sentido: “Así pues, mirad con cuidado [blépete akribós] cómo vivís [peripateite]: no como necios, sino como sabios; redimiendo el tiempo, porque los días son malos. Por eso no os volváis insensatos [áfrones], sino entended [syníete] cuál es la voluntad del Señor. En ella se usa el verbo griego peripateo (como en Ef 4, 1.17; 5, 2.8), “caminar”, referido al comportamiento, a la vida moral. El verbo se desglosa en tres oposiciones:
a) “No como necios, sino como sabios” (cfr. Pr 4, 10-15; 9, 1-12). La necedad de los gentiles ya se ha mencionado (Ef 4, 17-18). La sabiduría, que se ha ofrecido a los creyentes (Ef 1, 8.17; 3, 10), se pone aquí en relación con el tiempo. La expresión usada por Pablo (exagorazomenoi ton kairon) se entiende mejor si se traduce como “aprovechando bien el tiempo presente”. La razón que se da para ello es que “los días son malos”. Aunque el verbo griego exagorazo significa “comprar”, “redimir”, “rescatar”, aquí (participio en la voz media) se usa con el matiz de “sacar provecho”, “aprovechar”, “conseguir para uno”. Dice san Juan Crisóstomo que el tiempo no es nuestro, porque estamos aquí de paso, y que hemos de “comprarlo” (“comprar nuestra vida”, “salvarla”) “dando” todo lo necesario a cambio de salvar lo esencial: la fe. Que los días son malos es una metonimia: el mal obra en los días en que vivimos (véase Ga 1, 4; Ef 2, 2; 6, 13). Que hay que comprar o aprovechar el tiempo es otra metonimia: hay que aprovechar todas las oportunidades que el tiempo presente ofrece para oponerse a las fuerzas del mal y para obrar el bien (cfr. Ef 2, 10). Es así como conseguiremos que el tiempo sea un tiempo de salvación: “Ahora es el tiempo [kairós] favorable, ahora es el día de la salvación (2Co 6, 2); mientras tenemos ocasión, hagamos el bien a todos (Ga 6, 2).
b) “No insensatos, sino entendiendo cuál es la voluntad del Señor” (cfr. Rm 12, 2; Col 1, 9). La Carta ya ha dicho que en Cristo se nos ha revelado la voluntad de Dios (Ef 1, 1.5.9.11; cfr. 1Ts 4, 3; 5, 18). Todas las exhortaciones de 4, 17-5,21 son expresión de esa voluntad para los creyentes. Mas la sabiduría es especialmente necesaria cuando las circunstancias son difíciles y las decisiones a tomar son menos evidentes. La Iglesia vivirá en un mundo siempre en evolución, según lugares y tiempos. El creyente deberá escoger entre las alternativas que no sean malvadas. Deberá discernir y comprender cuál es la voluntad del Señor (Ef 5, 10.17). De la ayuda para hacerlo se habla a continuación.
Permanecer en la oración y en la acción de gracias (Ef 5, 18-20[21])
La tercera oposición en la que se desglosa el “vivir” lo hace, a su vez, en cuatro oraciones:
c) “Y no os embriaguéis con vino, que lleva a la lujuria; al contrario, llenaos [plerousthe] del Espíritu” (cfr. Ef 1, 3.13.17; 2, 18.22; 3, 16; 4, 30; 6, 17.18). La referencia al vino se entiende en cuanto puesta en relación con el Espíritu (cfr. Testamento XII Patriarcas testJud 14, 1-2; 16, 1-3; Pr 23, 31; 1Ts 5, 6-8; Rm 13, 12-13). La expresión clave es “llenaos” (del Espíritu, por el Espíritu; cfr. Hch 2, 4). La embriaguez priva de la capacidad de discernimiento (cfr. 1S 1, 13; Lc 1, 15; Hch 2, 13.15), mientras que el Espíritu capacita para discernir. El cristiano ha de llenarse “según la plenitud de Dios” y “la medida de Cristo en su plenitud” (cfr. Ef 1, 23; 3, 19; 4, 9.13). Esta presencia interior será la que le permita las acciones expresadas a continuación (la última, “estando sujetos unos a otros en el temor de Cristo”, introduce otra unidad que será objeto de otro artículo más adelante):
a) “Hablando entre vosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales”. El contexto es el de las reuniones comunitarias: se trata de oraciones colectivas en las que unos se instruyen a otros, ayudándose así mutuamente a conocer el designio de Dios.
b) “Cantando y alabando al Señor de todo vuestro corazón”. Son oraciones que brotan del corazón (los más profundo de la persona) y se apoyan en la experiencia de fe de cada uno (cfr. 1Co 14, 15-19).
c) “Dando gracias siempre por todas las cosas a Dios Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo”. La vida cristiana, empapada de oración, toma forma de gratitud continua por todo (cfr. Ef 1, 16; 5, 4). La acción de gracias se hace en nombre de Jesús porque toda oración hecha en su nombre es escuchada y porque sólo se puede dar gracias a Dios en el nombre de aquél gracias al que nos hemos convertido en hijos: son acciones de gracias al Padre, pues es como hijos como damos gracias. La acción de gracias es la cima de la vida cristiana, que es filial, ya que es la vida en Cristo, el Hijo, en el que somos hijas e hijos.
Juan Luis Caballero Profesor de Nuevo Testamento. Universidad de Navarra