Explicación más larga de lo que son los Agregados del Opus Dei
Videotestimonio de un Agregado: Lázaro Linares
Entrevista a Juanjo Nieto, Agregado del Opus Dei, y director de un Instituto Público en Madrid
Se llaman Agregados los fieles del Opus Dei que, en celibato apostólico, deben atender a necesidades de carácter personal, familiar o profesional, que les llevan, ordinariamente, a vivir con la propia familia y determinan su dedicación a las tareas apostólicas o de formación en el Opus Dei.
En el Opus Dei existen tres tipos de miembros: numerarios, agregados y supernumerarios. Todos tienen la misma vocación y la misma llamada a la santidad, pero con perfiles específicos.
Los agregados son miembros del Opus Dei que viven el celibato apostólico. Procuran santificar su propia labor, sus relaciones sociales y su vida familiar, haciendo apostolado y estando disponibles para atender encargos apostólicos que en sus centros del Opus Dei puedan encomendarles.
Los agregados se diferencian de los numerarios en que no viven en centros del Opus Dei: los agregados, igual que sus conciudadanos, viven en su domicilio particular. Hay quienes viven solos, quienes viven con sus padres o hermanos, y quienes viven junto con otros agregados en residencias establecidas al efecto.
Sus circunstancias personales no permiten a los agregados estar tan disponibles al Opus Dei como un numerario, quizás porque tienen padres ancianos y tienen que cuidar de ellos, o tienen un negocio familiar que interferiría con su disponibilidad para trasladarse a otra ciudad. Hay una multitud de motivos por los que estarían menos disponibles que un numerario.
Los agregados también están implicados en ofrecer dirección espiritual a otros miembros de la prelatura y también a aquellos que no son miembros, e incluso hacerse sacerdotes de la Obra.
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¿El trabajo es un camino para conseguir la felicidad?
Juanjo Nieto es agregado del Opus Dei y director del instituto madrileño .Julio Verne, en la localidad de Leganés
¿Puedes darnos un panorama del Instituto que diriges: alumnos, situación, fracaso escolar, premios..., tiempo que llevas allí?
Trabajo desde hace trece años en un Instituto de Educación Secundaria de Leganés, ciudad del sur de Madrid, con unos 180.000 habitantes, en general de clase media baja. El centro cuenta con unos mil alumnos, 96 profesores y 15 personas de administración y servicios. En él se realizan estudios de secundaria, Bachillerato, Formación Profesional de Grado Medio y Superior y Garantía Social. El centro abre a las 8 de la mañana y cierra a las 9 de la noche, con dos turnos.
Cuando llegué al Instituto en 1993, venía de trabajar diez años como profesor en Tajamar, que es obra corporativa del Opus Dei en Vallecas, de los cuales compatibilicé cinco de ellos con un trabajo en una empresa del sector gráfico, donde me dedicaba al mantenimiento de equipos electrónicos.
El bagaje que adquirí en Tajamar y en la otra empresa, los buenos y malos momentos vividos, la cantidad de compañeros, alumnos y familias con las que pude tratar, el montón de amigos que tuve la suerte de conocer en esos años, fueron un acicate para decidirme a optar por una plaza en un Instituto.
Los tres primeros años como profesor en el instituto fueron estupendos. Mucho por hacer, mucho por mejorar, situaciones más o menos complicadas, aunque con el optimismo de poder contribuir a frenar malas inercias. A la vez, claro está, había numerosas cosas buenas que debíamos mantener. Ese tercer curso, un grupo de profesores nos lanzamos con una propuesta de equipo directivo, para intentar mejorar la imagen y la calidad educativa del centro. Tuvimos un buen respaldo y desde entonces, he sido un año secretario y siete jefe de estudios. Ahora llevo dos de director.
Es impresionante la espiral buena de trabajo en la que todos estamos metidos. La gran mayoría del personal del centro se implica y mucho. Aunque no sin dificultades, el clima de trabajo y el ambiente entre el profesorado es envidiable. Poco a poco se ha ido creando un estilo educativo, fruto de la suma de todos y del empuje del equipo directivo, que se proyecta en el exterior en el prestigio que va adquiriendo el centro; en la actualidad es uno de los más demandados por las familias de Leganés. Tengo clarísimo que esto es consecuencia del esfuerzo de todos, y yo soy uno más.
Tenemos en marcha treinta y cinco Proyectos. Esto supone un esfuerzo adicional para los profesores, pero redunda en la mejora de la motivación de los chicos y en la calidad que pretendemos conseguir. Por ejemplo, existían fiestas quizá poco educativas, que se han transformado en un Certamen de Villancicos en Navidad, un concurso de chirigotas en carnaval y una Feria de ocio y tiempo libre saludable en el aniversario del centro, que van más con nuestra tradición cultural. Hemos creado un Coro, tenemos Proyectos Europeos y además nos visitan desde un Master de Dirección de Centros para directores de España e Hispanoamérica, como posible modelo de instituto de Educación Secundaria. Durante tres años participamos en un Proyecto Comenius 1, con varios países de centro Europa. Los resultados de la selectividad están siendo excelentes y la implicación en tantos proyectos, apoyos y refuerzos al estudio, crea un clima educativo estupendo, aunque nos suponga más esfuerzo.
Desde siempre, este instituto se ha preocupado también por el fomento de valores solidarios. Organizamos Operaciones Kilo para ayudar a un comedor de pobres de Leganés, campaña económica para los desastres producidos por los huracanes en todo el mundo, recogida de material escolar para el África subsahariana, repartir juguetes en Navidad para niños desfavorecidos, campañas anuales de donación de sangre, iniciamos la participación en el proyecto El reto pobreza cero y muchas más. Nuestra Feria del Ocio y el Tiempo libre es un monumento a la generosidad de unos con otros: todos los grupos de alumnos preparan actividades, talleres y exposiciones para otros compañeros, y unos a otros se prestan ese servicio, haciendo de esta fiesta una jornada de convivencia intercultural y solidaria sin precedentes, fruto del esfuerzo de todos. Además, cada vez son más los alumnos extranjeros e intentamos integrarles lo antes posible. Inculcamos desde nuestro Proyecto Educativo el Respeto y la Generosidad. Ojalá seamos capaces de sembrar paz y alegría en todos nuestros alumnos y, yendo contracorriente, ahoguemos el mal con abundancia de bien.
¿Te ayuda ser del Opus Dei en tu labor como director de un instituto?
Por supuesto. En el Opus Dei he aprendido a esforzarme por hacer bien mi trabajo, y ahora desde la dirección del centro es lo que intento. Para un cristiano corriente como yo, el trabajo es camino para conseguir la felicidad aquí en la tierra y después en el cielo.
He aprendido el amor a la verdad, a la libertad y responsabilidad de las personas y a intentar servir a los demás desde donde estoy, fomentando a mí alrededor un ambiente más humano, más educativo y más cristiano. Considero mi trabajo como un servicio a toda la comunidad educativa y por supuesto a Dios. Trabajo con personas muy diversas, pero nos une una tarea común, que es la educación de esos mil alumnos y toda la buena influencia que podamos conseguir en las familias. Estamos muy de acuerdo en la gran mayoría de las cosas, y hay que apoyarse en lo que nos une, ?tirar para arriba? y apoyarse en todo lo que cada uno pueda aportar. Esto supone complicarse la vida, hay que lanzarse a la arena y trabajar, pero esta tarea me parece apasionante.
El Opus Dei me ayuda a vivir una vida cristiana seria y esto repercute claramente en mi trabajo. Intento ayudar, comprender, disculpar, ser amable sin renunciar a la exigencia, estar cerca de la gente, interesarme por las personas, en definitiva, querer a la gente, ésta es la clave. Gracias a Dios, en estos trece años, no sólo tengo compañeros, sino muchos amigos en los que confío y se pueden fiar de mi. Hay muchas situaciones en las que sólo nos queda rezar e intento que cuenten con mi oración y mi cercanía.
También he aprendido en el Opus Dei, a ser optimista, a ver el lado positivo que todos tenemos, a estar alegre y con buen humor, a poner ilusión - sin ser un iluso ya que dificultades siempre las hay-, a intentar ser audaz y tener iniciativa, a animar a todos, para que aportemos lo mejor de nosotros mismos y redunde en beneficio de nuestros alumnos. Esto nos hace más felices. No es labor mía, es tarea de todos y si nos esforzamos por remar en la misma dirección, este barco navega mejor y conseguiremos un mundo más humano y por supuesto, agradaremos a Dios. El implicarte con ilusión en sacar adelante tu parcela en un centro educativo de esta envergadura, hace que los profesores se sientan más satisfechos de su trabajo a pesar de ese plus de esfuerzo que se nos pide.
Algo que llama la atención es el esfuerzo que ponemos en cuidar el orden, la limpieza, el buen trato, el decoro, es decir, lo pequeño. Tenemos Proyectos medioambientales de ahorro de agua, energía, reciclaje de residuos, energías alternativas, escuela ecológica, huerto escolar. Vamos mejorando el mobiliario, los medios técnicos, las nuevas tecnologías, ponemos plantas, cuadros? y poco a poco vamos educando en la mejora de nuestro entorno. Se entiende que en un centro de mil alumnos en estas edades esto es un reto por las dificultades que presenta.
El Opus Dei me ayuda en mi lucha por ser mejor cristiano en medio del mundo, pero yo soy el responsable de todas mis actuaciones, buenas o malas. El Opus Dei no se inmiscuye en mi labor personal o profesional. Como cualquier ciudadano libre y responsable, soy yo quien trabaja, quien actúa, quien toma mis decisiones y cuando juego al fútbol, quien mete o falla los goles, no es el Opus Dei.
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