A veces sentimos la tentación de hacer el mal, de no amar a Dios y dejamos de seguir sus enseñanzas. Recordarás que eso fue lo que les pasó a Adán y Eva en el Paraíso cuando les tentó la serpiente y desobedecieron a Dios. Así cometieron el pecado original con el que nacemos todos.
Con frecuencia hacemos obras buenas: obedecemos a nuestros padres, ayudamos a los demás, rezamos, trabajamos, etc. Pero también, en otros momentos, nos portamos mal y pecamos.
Pecar es decir "no" a Dios, no hacerle caso.
El pecado nos aparta de Dios, pero él es tan bueno que nos perdona: con el Sacramento de la Penitencia o Reconciliación nos da su perdón y su amistad.
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San Josemaría, maestro de perdón (1ª parte) |
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