Dirección: Kim Ki-duk Guión: K. Ki-duk Fotografía: Sung Jong-moo Montaje: K. Ki-duk Música: Noh Hyung-woo Intérpretes: Sung Hyun-ah, Ha Jung-woo, Park Ji-yun, Kim Sung-min Distribuidora: Alta Duración: 96 minutos Público Adecuado: Seh-hee y Ji-woo son una pareja de enamorados que lleva unida dos años. Los dos se quieren, pero Seh-hee comienza a obsesionarse con la idea de que su novio se cansará de ella, de ver su misma cara todos los días, y un día desaparece sin dejar rastro. Ha tomado una decisión radical: acudir a un cirujano plástico y cambiar totalmente su rostro. Éste es el punto de partida de Time, la nueva fábula del prolífico Kim Ki-duk, un cineasta surcoreano de 45 años formado en Francia con mucho predicamento en un amplio sector de la crítica, y filmes tan aplaudidos como Hierro 3 (2005) o Samaritan girl (2005). En Time, el director coreano vuelve a plantear algunas de las obsesiones más recurrentes en su cine: las consecuencias negativas del paso del tiempo, que todo lo deteriora, y el sentimiento de posesión que destruye lo que más queremos. Para Ki-duk, "la vida significa entender que nada dura para siempre, a causa del paso del tiempo", y en este filme es la pasión de los protagonistas la que parece condenada a morir por mucho que ambos sigan enamorados. Frente a la sordidez y violencia de obras como La isla (2000), Time sigue la estela de sus últimos trabajos, los realizados a partir de 2004, en los que la espiritualidad y la búsqueda de la serenidad ganan protagonismo. Como en otras ocasiones, asistimos a un filme de carácter introspectivo, en el que los silencios tienen gran importancia. No obstante, es una de las películas de Ki-duk con más diálogos, especialmente si la comparamos con Hierro 3 o El arco, que presentaban personajes "mudos". El ritmo es pausado, y las imágenes están cargadas de simbolismo. Así, si en anteriores filmes objetos como un palo de golf o un arco reflejaban la situación que vivían los protagonistas, en Time esa función recae sobre las esculturas del parque de la isla Mo, símbolo del amor, el erotismo o el dolor, y que en la película son una metáfora de la relación de Seh-hee y Ji-woo. Formalmente hablando, la película presenta una factura impecable, cargada de bellas imágenes. El guión, con una curiosa estructura circular, está bien estructurado, aunque se resiente en la parte final, probablemente por agotamiento de la idea en que se basa el filme. Es entonces cuando los acontecimientos se precipitan y la historia alcanza su clímax dramático, pero Ki-duk parece empeñado en rizar el rizo de la historia y prolonga innecesariamente ese clímax, cansando al espectador. (Filasiete /Almudí)
