CONTENIDOS: XD La quinceañera o fiesta del quince es una tradición de la sociedad latinoamericana que celebra el paso de una niña a su madurez. Magdalena, hija de un pastor evangélico mexicano afincado en Los Angeles, ve como su fiesta naufraga cuando descubre que, de manera casi fortuita, se ha quedado embarazada. Su novio se desentiende, su padre la echa de casa y tiene que refugiarse con su tío abuelo Tomás, un adorable anciano que ya ha acogido a un primo de Magdalena, Carlos, que es homosexual. El tradicional barrio de Tomás –Echo Park– está en plena fase de cambio y, junto con los antiguos inquilinos, empiezan a convivir jóvenes, artistas y parejas de gays. Con una de ellas, comenzará Carlos una extraña relación. "Quinceañera", premio del jurado y premio del público en el último festival de Sundance, está escrita y dirigida por dos realizadores conocidos, hasta ahora, por abordar temáticas gays (desde las reivindicaciones políticas hasta el porno) y, en el caso de Glatzer, por publicar una aclamada serie de ensayos sobre Frank Capra. En la película hay un poco de Capra (y es lo mejor del film, el personaje del tío Tomás) y un mucho de cine discursivo. Dicen Glatzer y Westmoreland que querían hacer una película festiva, y así es, al principio. La cinta arranca bien, con frescura, unas verosímiles –claro– interpretaciones y un buen montaje a ritmo de "reggaeton". Pasada la media hora, la película se empantana. Le pesa el carácter episódico, serial –volvemos al culebrón– pero, sobre todo, le pesa la carga reivindicativa. Y al final, después de tantas celebraciones, les ha salido una cinta bastante oscura y maniquea que "canoniza" a los protagonistas –el tío y el gay bueno y la novia abandonada– mientras destroza sin piedad al resto de los personajes –a los gays promiscuos y egoístas, al novio heterosexual cobarde, al pastor hipócrita, a las amigas crueles…–. Y mientras, se pasa el resto del metraje pidiendo, sólo a algunos, tolerancia. (Aceprensa /Almudí)