Dirección: Eric Civanyan Guión: E. Civanyan, Philippe Cabot Fotografía: Eduardo Serra Montaje: Aurique Delannoy Música: François Peyrony Intérpretes: Gérard Jugnot, Jean Dujardin, Mélanie Doutey, Marie-France Santon, Arno Chevrier, Patrick Haudecoeur, Henri Garcin Distribuidora: Baditri Duración: 100 minutos Nunca digas nunca se presenta a sí misma como una comedia pícara de época. Basada en la novela de Alfred de Musset Il ne faut jurer... de rien!, cuya traducción más fiel al refranero español sería ?Nunca digas de esta agua no beberé?, la película narra los esfuerzos de un comerciante -Gérard Jugnot (Los chicos del coro, 2004)- por expandir su negocio de telas en la época del París revolucionario. Para lograr sus propósitos intentará emparejar al gañán de su sobrino Valentin con la pura y noble Cécile. Desde este planteamiento, el actor y director Eric Civayan cimienta su película en la oscilación entre el amor y el deseo. La presentación de una pareja de jóvenes cuyos valores no son sólo dispares sino antagónicos facilitará el duelo verbal y la tensión amorosa entre ambos y la sucesión de los acontecimientos. En este juego del cazador cazado, la resolución de la moraleja queda clara desde el inicio y no se deja mucho a la imaginación del espectador. Comedia romántica, subida de tono a través de las compañías poco recomendables del galán, Nunca digas nunca presenta una sociedad frívola, bulliciosa y decadente, llevada al extremo por el histrionismo de algunos de los personajes que desfilan por la pantalla. Las personalidades se dibujan de forma superflua y estereotipada, y los arcos evolutivos se desarrollan más a conveniencia del resultado que se quiere obtener que a las acciones lógicas de los personajes. La espectacular dirección artística, el sobresaliente vestuario, la pegadiza banda sonora de François Peyrony y las buenas interpretaciones del trío protagonista no logran dar empaque a esta comedia ligera. La excesivamente larga conclusión de la historia y la aparición de una serie de escenas gratuitas lastran el ritmo y cansan al espectador; todo para llegar a la conclusión de que los que aseguran que no beberán de dicha agua terminarán por hartarse de ella como reza el título del largometraje. (Filasiete /Almudí)