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Dirección y guion: Danis Tanovic. País: Bosnia-Herzegovina, Francia, Esloveniae Italia. Año: 2013. Duración: 74 min. Género: Drama. Interpretación: Senada Alimanovic, Nazif Mujic, Sandra Mujic, Semsa Mujic. Producción: Amra Baksic Camo y Cedomir Kolar. Fotografía: Erol Zubcevic. Montaje: Timur Makarevic. Distribuidora:Golem. Estreno en España: 21 Febrero 2014.
Reseña:
Tras ganar en 2002 el Oscar y el Globo de Oro a la mejor película en habla no inglesa con la farsa antibelicista “En tierra de nadie”, el bosnio Danis Tanovic mantuvo un cierto nivel en “El infierno” (2005), pero lo bajó notablemente en “Triage” (2009). Un año después, volvió a subir enteros con “Cirkus Columbia”, y ahora se mantiene estable en “La mujer del chatarrero”, galardonada en la Berlinale 2013 con el Gran Premio del Jurado, el Oso de Plata al mejor actor (Nazif Mujic) y el Premio Ecuménico. Se trata de un singular ejercicio de “cinéma verité”, a medio camino entre el documental y la ficción, pues recrea unos dramáticos hechos reales, interpretados en el filme por la misma familia de gitanos serbios que los sufrió.
Nazif (Nazif Mujic) es un chatarrero gitano de origen serbio que luchó en la guerra de Bosnia de 1992-1995. Ahora vive muy pobremente en la región de Tuzla, al norte de Bosnia, con su mujer Senada (Senada Alimanovic) y sus dos hijas Sandra (Sandra Mujic) y Semsa (Semsa Mujic). Un día, Senada —que está embarazada— sufre de fuertes dolores abdominales, y debe ser hospitalizada de urgencia. Pero carece de cobertura sanitaria, de modo que la pareja debe pagar por la operación una fortuna, de la que carecen. Durante diez días, Nazif tratará desesperadamente de encontrar más chatarra para vender, y removerá cielo y tierra para salvar la vida de Senada.
Rodada en nueve días, y extremadamente sencilla y lineal, “La mujer del chatarrero” recuerda a esas minimalistas películas iraníes que exprimen todo el dramatismo de una situación cotidiana aparentemente banal. Y, como ellas, asienta su impactante veracidad y su desbordante capacidad emocional en un riguroso neorrealismo formal —siempre, cámara en mano, y sin música de apoyo— y en una férrea dirección de actores, más meritoria en este caso por la condición de no actores de los protagonistas. El caso es que Tanovic, a pesar de la árida desnudez narrativa y visual de su película, logra implicar y conmover al espectador al arremeter contra la deshumanizada burocracia postmarxista y ultraliberal, y al exaltar la inagotable capacidad de lucha de estas personas marginadas, su alto sentido de los vínculos familiares, su sincera religiosidad musulmana… En definitiva, su cautivadora dignidad, que nunca podrá ser desguazada o desechada como la chatarra de la que viven.(Cope J. J. M.). Almudí JD /Decine21 LEER MÁS