La Iglesia ha demostrado su eficacia para llegar muchas veces a donde el Estado no llega y más aún en tiempos donde las estrecheces económicas ahogan a muchos hogares españoles
De ese trabajo cotidiano a pie de calle ha surgido el lema de la campaña de la Renta de este año, «Detrás de cada ‘X’ hay una historia».
La primera de todas ellas es la de sor Carmen Señor" target="_blank">spot publicitario de esta campaña con la que la Iglesia quiere animar a los contribuyentes a marcar su casilla en la declaración de la Renta. «Me preguntaron si quería hacer un spot de televisión y les dije que si eso contribuía a dar a conocer la labor de la Iglesia lo hacía encantada».
A la hermana Carmen no le hace falta interpretar ningún papel para que la sociedad conozca la enorme aportación de la Iglesia al bien común. Su propia vida habla por sí sola. Durante más de diez años, esta religiosa de las Siervas de Jesús de la Caridad se ha dedicado a atender a enfermos de lepra en Filipinas.
«Iba por los montes a llevarles medicina y comida porque cuando enfermaban los aislaban. He viajado mucho y he luchado mucho por la dignidad de las personas. En todas esas situaciones de sufrimiento he visto a Dios. Esa ha sido mi vida y esa es la vida de la Iglesia», comenta emocionada. En Taclobán, en la isla de Leyte, su congregación −fundada 1871 por la santa vasca María Josefa del Corazón de Jesús− ayuda a reconstruir las viviendas de las familias afectadas por el paso del tifón Yolanda. Incluso la propia comunidad de religiosa vive en tiendas de campaña tras el desastre.
Para la hermana Carmen la prioridad es poder acompañar a las personas que sufren allí donde se encuentren. Por eso una de las últimas fundaciones de esta congregación, que cuenta con 900 religiosas en 18 países de todo el mundo, ha sido en Haití.
Dentro de nuestras fronteras, la labor de esta congregación también es fundamental para muchas personas, sobre todo para aquellos enfermos que no tienen quién les cuide. «Nos llaman y nosotros acudimos a su domicilio para cuidarles por la noche», comenta sor Carmen, que ahora está destinada en Logroño a atender una residencia de ancianos.
En Puente de Vallecas en Madrid cuentan, en cambio, con un comedor social que antaño fue un ambulatorio donde se ponían inyecciones de penicilina. «Con el paso del tiempo nos hemos ido adaptando a las necesidades del barrio», comenta. Por eso en 2002, ante la llegada masiva de inmigrantes, las religiosas decidieron abrir un comedor en el que reparten 700 comidas diarias.
Comer en casa
La mayoría de las familias que reciben ayuda prefieren retirar los alimentos y comer en casa. Ruth es una de ellas. Peruana y madre de dos hijos, esta mujer −al igual que muchos inmigrantes− llegó a España con sus hijos para reunirse con su marido. «Para mí es un empujón muy grande. Con lo que me dan las monjitas me apaño dos o tres días», señala esta mujer, que a sus 48 años solo consigue trabajos eventuales.
En el comedor de Santa María Josefa todos son bienvenidos. «Aquí no preguntamos nada. No preguntamos si tienen o no tienen dinero, si creen o no creen. El que necesita ayuda aquí nos tiene», afirma sor Carmen. Sostener su labor depende un sencillo gesto: marcar la ‘X’ en la casilla de la Iglesia en esta campaña de la Renta.