Se trata de equilibrar la lógica del mercado con la lógica del bien común mediante la lógica del don: que nuestras vidas y el mundo entero son unos dones gratuitos de Dios y que, por tanto, somos más administradores de esos dones que propietarios
La ética cristiana en la economía y en los negocios, aunque puedan parecer distantes o antagónicos a priori, tienen una larga tradición, desde el periodo medieval hasta ahora, inspirando la moderna ética empresarial. Ésta provee una visión del ser humano y de la sociedad en la que la empresa y el negocio son un medio, nunca un fin en sí mismo. Algunos de los temas desarrollados por los pensadores cristianos en la Edad Media fueron: la justicia en los contratos laborales, la ética de los acuerdos comerciales, la ética financiera…
Desde el siglo XIX la Iglesia Católica defendió una visión personalista del trabajo en las organizaciones como base para la defensa de los derechos laborales, permitiendo a los cristianos en el siglo XX introducir nuevas perspectivas en el pensamiento económico: la empresa como comunidad de personas, el bien común como criterio de legitimación de los negocios y el mercado, la dirección como servicio, la centralidad del desarrollo humano, la responsabilidad en el consumo y el respeto al medio ambiente, etc.
Algunos miembros del IAB (International Advisory Board) del IESE presentaron el pasado viernes algunas pinceladas sobre su visión del liderazgo empresarial. Patricia Francis enfatizó los grandes cambios y la gran fragmentación que se está llevando a cabo entre el sector público y el mundo económico privado. Janne H. Maatlary alertó de la pérdida de raíces morales, legales y de expectativas, causa de tanta desconfianza, así como el riesgo de una retórica vacía sobre la Global Governance. Hans-Jacob Bonnier describió 4 amenazas actuales: la pobreza máxima, el calentamiento global, el colapso financiero y la guerra. Propone alentar a los emprendedores y seguir el cambio de la cultura, que está siendo muy rápido. Bruno di Leo (Presidente de IBM), se centró en la cuarta revolución industrial que están trayendo las nuevas tecnologías y las redes sociales, y en la predicción de que China va ser en 10 años la primera potencia mundial. En este sentido, China está invirtiendo en conectividad con las demás economías, basándose en la lógica del mercado, que une a ateos, judíos, Islam, cristianos…
Este lunes y martes ha tenido lugar también en el campus del IESE en Barcelona, el 4º Coloquio Internacional sobre el Humanismo Cristiano en la Economía y las Empresas (Christian Humanism in Economics and Business). Organizado por la Cátedra de Ética Empresarial del IESE, estuvo repleto de interesantes conferenciantes, entre ellos, el Cardenal Peter Turkson, Presidente del Consejo Pontificio Justicia y Paz, que hizo una presentación sobre un trabajo interesantísimo que el Consejo Pontificio está llevando a cabo sobre la vocación y misión del líder empresarial. Aquí os dejo su presentación escrita.
La guía sobre La vocación del líder empresarial destinada a los empresarios y a los docentes de Economía y Management, pone en evidencia la importancia de la vocación de los empresarios en el contexto de la actual economía globalizada, así como la contribución de los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia −tales como el bien común y la dignidad del ser humano− a la organización de las modernas actividades empresariales. El documento además ofrece directrices éticas para la toma de decisiones. Al final del mismo se adjunta un “examen de conciencia” para empresarios, que lo podéis ver en este link.
Según el PapaFrancisco en su mensaje para el Foro Económico de Davos: “La vocación de un empresario, es una noble tarea, siempre que se deje interpelar por el sentido más amplio de la vida (Evangelium Gaudium 2013). De este modo, los hombres y las mujeres pueden servir más eficazmente al bien común y hacer que los bienes del mundo sean más accesibles a todos”.
Se trata de equilibrar la lógica del mercado con la lógica del bien común mediante la lógica del don: que nuestras vidas y el mundo entero son unos dones gratuitos de Dios y que, por tanto, somos más administradores de esos dones que propietarios. Esta lógica humaniza y civiliza el mundo empresarial. Las personas descubren que la riqueza propia y privada es también común y se reconoce a los propios empleados integralmente como personas, no como instrumentos de producción o recursos. El mayor reto que tenemos es no separar la fe de las responsabilidades cotidianas. El dualismo es uno de los errores más serios de nuestra era.
Como decía San Juan Pablo II, el mundo debe afrontar la dimensión subjetiva del trabajo.
Fui invitada a moderar el panel: “Christian Humanism of Positive Business” con LLoyd E. Sandelands, Profesor de Management de la Escuela de Negocios Stephen M. Ross School de la Universdad de Michigan y José M. Simone, Presidente Mundial del UNIAPAC (International Christian Union of Business Executives). El primero habló de Cristo como ejemplo de liderazgo y verdadero referente (camino) para los empresarios. José M. Simone expuso de modo sucinto cómo desde su Asociación de empresarios cristianos habían ayudado a transformar en 10 años el Paraguay en un país próspero y gran exportador, empezando por cambiar algunas leyes.
Rafael Alvira, ex Director del Instituto Empresa y Humanismo y Profesor Emérito de Filosofía de la UNAV, nos explicó que la justicia supone aprender a relacionarse con los otros, poniendo límites a la libertad. Nos recordó que no puedes ser libre si no eres capaz de renunciar, de aceptar las limitaciones. El buen líder es el que es capaz de renunciar, y así es capaz de decidir de modo correcto, para el bien de los stakeholders. También en contra de lo que se cree, el líder es la persona que obedece más en una organización. Es un permanente obedecer a la verdad práctica. Nos recordó el límite cierto e inevitable que todos tenemos: la muerte. Muchos creemos que hay otra vida después de la muerte. “Pensar en vivir en este mundo infinitamente es muy aburrido”. Creer en Cristo transforma las capacidades, las competencias, la vida interior, el alma, y entonces se entiende el lenguaje del amor, el respeto, la generosidad, la paciencia…
El reto es construir una economía inclusiva, basada en la ética de la verdad, con tres raíces interdependientes: bienes que sean bienes y servicios que sirvan, trabajo bueno y digno, y riqueza distribuida con justicia. Los tres llevarán al beneficio de acuerdo con el bien común. Sin olvidar la caridad que es la base de todo, con la generosidad y la fraternidad, frente a la anestesia del excesivo confort. También es importante integrar la perspectiva de relación y de desarrollo en nuestra visión del ser. Y es un reto que los empresarios sean testigos del Amor de Dios, que en las virtudes cotidianas muestren que fe y trabajo pueden coexistir y que la búsqueda del beneficio en la actividad económica puede llevarse a cabo junto con la realización del bien común.
Vamos avanzando, pero el reto es diario y ¡todavía queda mucho por hacer! ¿Te apuntas?