Hoy, día 18, comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que culmina con la fiesta de la conversión de San Pablo. «Nuestro deber es proseguir con pasión el camino hacia esta meta con un diálogo serio y riguroso para profundizar en el patrimonio teológico, litúrgico y espiritual común; con el conocimiento recíproco; con la formación ecuménica de las nuevas generaciones y, sobre todo, con la conversión del corazón y con la oración», dijo Benedicto XVI el año pasado.
Audiencia general, 18.I.2012
«¿Cómo podemos dar un testimonio convincente si estamos divididos?». Desde la perspectiva de la nueva evangelización, el Papa introdujo esta mañana, miércoles 18 de enero, durante la audiencia general, la Semana de oración por la unidad de los cristianos, durante la cual —desde hoy hasta el miércoles 25— se reza en todas las iglesias por el don de la comunión plena. Un gran desafío para la nueva evangelización, dijo el Pontífice, porque será «más fructuosa si todos los cristianos anuncian juntos la verdad del Evangelio de Jesucristo y dan una respuesta común a la sed espiritual de nuestros tiempos».
Benedicto XVI aprovechó la ocasión de la coincidencia del inicio de la Semana con la audiencia general para recorrer el itinerario histórico de una celebración organizada por primera vez en 1908 por Paul Wattson, fundador de una comunidad anglicana que posteriormente entró en la Iglesia católica. Después, con la bendición de san Pío X, la iniciativa fue promovida y animada por Benedicto XV con el breve Romanorum Pontificum del 25 de febrero de 1916.
Enriquecida a lo largo de los años, la celebración hoy se desarrolla a través de la colaboración de un grupo mixto compuesto por representantes de la Iglesia católica y «por un grupo ecuménico —explicó el Pontífice— de una región diversa del mundo» encargado de preparar los materiales para la oración. Este año le tocó el turno a Polonia. Una circunstancia, notó el Papa, que ayudará a reflexionar sobre «la gran fuerza con que la fe cristiana sostiene en medio de pruebas y dificultades, como las que han caracterizado la historia de Polonia», que, después de atravesar un período de convivencia democrática y de libertad religiosa, en los últimos siglos «ha estado marcada por invasiones y derrotas, pero también por la lucha constante contra la opresión y por la sed de libertad», con un entramado de victorias y derrotas, hasta el descubrimiento de la victoria definitiva del amor en Cristo. De aquí la elección del tema para la Semana de este año: "Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor" (cf. 1 Co 15, 51-58).
Benedicto XVI reflexionó luego brevemente sobre el estado actual del camino hacia la unidad de todos los cristianos. Para alcanzar esta meta, dijo, es necesario orar a fin de obtener ante todo una conversión interior «tanto común como personal». No se trata, por lo tanto, de buscar actitudes formales de cordialidad o de cooperación. Al contrario, resulta absolutamente necesario «fortalecer nuestra fe en Dios», en aquel Dios que «se hizo uno de nosotros», y captar «todos los elementos de unidad que Dios ha conservado para nosotros».
A la luz de estas consideraciones el Papa destacó la naturaleza del don divino de la unidad de los cristianos. Así pues, no es un accesorio, sino el centro de la obra misma de Cristo. Por eso, forma parte de la responsabilidad de todo bautizado, llamado a estar y a trabajar juntamente «por la victoria, en Cristo, sobre todo lo que es pecado, mal, injusticia y violación de la dignidad del hombre».
Ciertamente, como reconoció de forma realista Benedicto XVI, el camino que queda por recorrer todavía es largo; las divisiones entre los cristianos permanecen, aunque «por lo que se refiere a las verdades fundamentales de la fe, nos une mucho más de lo que nos divide». Precisamente en virtud de estas consideraciones es necesario fortalecer la oración. Sobre todo con vistas a la nueva evangelización, que podrá ser «más fructuosa» si todos anuncian juntos el Evangelio.