El noviazgo fue, sí, maravilloso. Y también los primeros meses de matrimonio. Pero luego, con el paso del tiempo…<br /><br />
AlfonsoMendiz.blogspot.com
El noviazgo fue, sí, maravilloso. Y también los primeros meses de matrimonio. Pero luego, con el paso del tiempo…
Amar a otra persona supone quererle como es, con sus cualidades y con sus defectos. Y esto, que es decisivo en la amistad, es mucho más importante cuando esa persona es nuestra mujer, nuestro marido: aquel ser increíble con el que deseamos compartir la vida entera.
El noviazgo fue, sí, maravilloso. Y también los primeros meses de matrimonio. Pero luego, con el paso del tiempo, empiezan a percibirse con claridad sus pequeñas deficiencias. En este ">anuncio que me manda Mauricio Artieda, seguidor del blog, se muestran algunos defectos que podríamos calificar de pequeña importancia. La mujer que nunca deja el asiento del coche en su sitio cuando lo ha utilizado. El chico descuidado que mancha la tapicería cuando come en el salón viendo la tele. La esposa que hace siempre una maleta inmensa cuando se va sólo por un par de días. Y el marido que se lava los dientes en la cocina, mientras hojea distraídamente un libro.
No podemos perder los nervios porque –un día y otro– nuestra pareja cometa el mismo error de siempre, ese que le hemos señalado una y otra vez. Entre otras cosas, porque también tiene sus virtudes (tenemos que recordárnoslas cuando veamos claramente sus defectos). Y también por dos cosas más: porque le amamos y porque esa persona nos ama.
En el spot, la música dulcifica cada pequeño desastre, de manera que vemos cada defecto como algo humano, disculpable, sin importancia. Y, sobre todo, está la mirada del otro. Esa mirada alegre y enamorada –lo más precioso del spot– que es lo que permite amar al otro con sus defectos y decir siempre: "Sí, quiero".