Entrevista a Juan José Pérez-Soba sobre el Sínodo sobre la familia
Hay que señalar la realidad doctrinal y no pensar, por eso, que desde el punto de vista pastoral se pueda hacer cualquier cosa
"El gran desafío del Sínodo será enseñar el fundamento de la doctrina de la Iglesia sobre matrimonio y familia que está en el Evangelio. Es importante porque el Evangelio está en condiciones de entrar en contacto con la vida concreta". Lo afirma Juan José Pérez Soba, profesor ordinario de teología pastoral del matrimonio y de la familia en el Pontificio Instituto Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Lateranense. "Si examinamos los diversos problemas pastorales uno a uno corremos el riesgo de dar una respuesta fragmentaria. Es el Evangelio el que da unidad y esperanza y cura verdaderamente las heridas. La primacía del Evangelio en este Sínodo debe estar muy clara".
Acerca de la necesidad de encontrar nuevos lenguajes para comunicar el Evangelio de la familia, destacada en el Instrumentun laboris de la próxima Asamblea sinodal, Pérez-Soba opina que los nuevos lenguajes ya existen, pero que ahora se trata de darlos a conocer. "Ya está la gran catequesis de S. Juan Pablo II, el 'Papa de la familia', como lo llamó el Papa Francisco el día de su canonización. El de Wojtyla es un lenguaje muy nuevo y si el Sínodo contribuye a darlo a conocer más será de gran enriquecimiento para toda la Iglesia".
El Profesor se refiere también a la dificultad que las personas tienen hoy para reconocer el concepto de 'ley natural', vinculado a la familia. "Ya al oír hablar de ley, la gente tiene una reacción equivocada, pero el concepto de ley en el Antiguo Testamento tiene un valor mucho más positivo de lo que se piensa, y encarna la sabiduría de Dios que se comunica al hombre. Si la ley natural se entiende en cambio como un mandato arbitrario impuesto al hombre no se capta su valor. Esto viene de la falta de catequesis básica sobre la ley natural en la revelación Es un concepto que no prefigura tanto un mandamiento sino la unidad profunda de destino entre los hombres".
A propósito de la paradoja entre el fuerte deseo de matrimonio y familia presente en la sociedad y la crisis de estas instituciones, que también destaca el Instrumentum laboris, Pérez-Soba dice que es un dato sabido desde hace tiempo. "Los estudios sociológicos demuestran que la familia es la institución más apreciada. Sin embargo, existe un auténtico hiato entre una cultura que deforma la comprensión de la familia y el deseo de familia que está en las personas. Y éste, para la Iglesia, es un gran desafío pastoral y una gran oportunidad de la que debe ser consciente, perdiendo el miedo a hablar de familia".
"Hay que seguir la enseñanza de S. Juan Pablo II, que invitaba a hablar al corazón de las personas, porque ahí se halla el deseo de familia y no en las leyes que muchos quieren cambiar. La Iglesia debe lograr que las personas puedan vivir plenamente lo que más desean. Es decir, la familia".
Una de las situaciones pastorales más difíciles señaladas en el Instrumentum laboris es la de las uniones de hecho que corresponden a una concepción privada del amor. "La Iglesia debería hacer comprender que actuando así se trasforma el amor en un hecho intimista que no implica toda la vida. Y se actúa así solo por miedo, porque la gente en realidad no desea eso. El Evangelio nos lleva a creer verdaderamente en el amor y a no considerarlo una cosa más, entre tantas otras. El Evangelio sana el corazón del hombre que es capaz de vivir la belleza del amor".
A propósito de las situaciones de irregularidad canónica, de las separaciones, de los divorcios y de la petición de algunos divorciados vueltos a casar de acceder a los sacramentos, todos elementos presentes en el Instrumentum laboris, el teólogo español subraya que siempre hay que señalar la realidad doctrinal y no pensar, por eso, que desde el punto de vista pastoral se pueda hacer cualquier cosa. Está en juego la realidad del sacramento del matrimonio que la Iglesia ha recibido de Cristo. Y la fidelidad a Cristo debe ser la luz fundamental para llegar a las personas que necesitan la misericordia de la verdad del amor. Hay que lograr curar ciertas heridas y no, solamente, afirmar que ciertas heridas no tienen importancia”.