Nunca nadie ha dicho en la Iglesia Católica que el celibato sacerdotal sea una verdad definida dogmáticamente
Nunca nadie ha dicho en la Iglesia Católica que el celibato sacerdotal sea una verdad definida dogmáticamente, es más, no se puede hacer tal cosa porque, efectivamente no es un dogma, sino una praxis secular que la Jerarquía ha querido mantener siempre
Escribe Quevedo en El alguacil alguacilado que existen “tres géneros de hombres en este mundo: unos que por hallarse ignorantes no escriben; y estos merecen disculpa por haber callado y alabanza por haberse conocido. Otros que comunican lo que saben: a estos se les ha de tener lástima de la condición y envidia del ingenio, pidiendo a Dios que les perdone lo pasado y les enmiende lo por venir. Los últimos no escriben por miedo a la malas lenguas; estos merecen reprensión, pues si la obra llega a las manos de hombre sabios, no saben decir mal de nadie; si llega a manos de ignorantes, pueden decir mal, sabiendo que si lo dicen de lo malo, lo dicen de sí mismos; y si del bueno, no importa, porque ya saben todos que no lo entienden”. Estoy escribiendo y no sé qué diría Quevedo de mí.
Ignoro a qué género pertenecen quienes tomaron el rábano por las hojas cuando, volviendo de su viaje a Tierra Santa, el Papa Francisco afirmó que el celibato sacerdotal no es un dogma, añadiendo seguidamente que es “un regalo para la iglesia”. Siempre existen −y me parece natural− buscadores de la noticia, pero en ocasiones no aciertan, actúan de parte, tergiversan o sencillamente ignoran de qué escriben. No es un alegato contra nadie, es una constatación de algo que sucede. Así ocurre con muchas palabras del Papa, al que pagan con alguna pedrada que otra su sencillez y naturalidad al expresarse.
Nunca nadie ha dicho en la Iglesia Católica que el celibato sacerdotal sea una verdad definida dogmáticamente, es más, no se puede hacer tal cosa porque, efectivamente no es un dogma, sino una praxis secular que la Jerarquía ha querido mantener siempre. De hecho −espero que no se produzcan escándalos farisaicos− en la Iglesia hay sacerdotes casados, pocos, pero existen. A título de ejemplo pueden estar casados los católicos de rito griego y también suelen estarlo los convertidos del anglicanismo que, si desean continuar siendo pastores, reciben el orden sacerdotal, puesto que las ordenaciones anglicanas no son válidas.
Pablo VI, en su conocida encíclica sobre el celibato sacerdotal escribió: “Ciertamente, como ha declarado el Sagrado Concilio Ecuménico Vaticano II, la virginidad «no es exigida por la naturaleza misma del sacerdocio, como aparece por la práctica de la Iglesia primitiva y por la tradición de las Iglesias Orientales», pero el mismo sagrado concilio no ha dudado confirmar solemnemente la antigua, sagrada y providencial ley vigente del celibato sacerdotal, exponiendo también los motivos que la justifican para todos los que saben apreciar con espíritu de fe y con íntimo y generoso fervor los dones divinos”.
Sólo otra cita para no hacerme pesado: “No pertenece (el celibato) a la esencia del sacerdocio como orden y, por tanto, no se impone en absoluto en todas las Iglesias. Sin embargo, no hay ninguna duda sobre su conveniencia y, más aún, su congruencia con las exigencias del orden sagrado. Forma parte, como se ha dicho, de la lógica de la consagración”. Así se expresaba Juan Pablo II en julio de 1997.
Entonces, ¿a cuento de qué vienen los titulares destacando que el celibato no es un dogma o que Francisco abre una puerta a su derogación? Primero: ¿no han leído que inmediatamente después añadió: “el celibato sacerdotal es un regalo para la Iglesia”? Segundo: ¿No se les ocurrió poner en google una pregunta sobre celibato y dogma? Yo comprendo que hay muchos profesionales que tienen que escribir de todo y no se puede saber de todo, pero es deseable un poquito más de información. Tercero: tal vez algunos están empeñados en hacer de Francisco el Papa rojo o algo parecido. También se equivocan: nunca encontrarán un Papa rojo, ni amarillo, ni azul.
Ya que he comenzado con Quevedo, recojo ahora una frase de Cervantes: “Ninguna ciencia, en cuanto a ciencia, engaña; el engaño está en quien no sabe”. Tiene total aplicación a las ideas sobre Dios y sobre la Iglesia. No en vano decía un santo de nuestro tiempo que el peor enemigo de Dios es la ignorancia. En el caso que nos ocupa, he recibido cartas de buenos cristianos poco menos que escandalizados por la frase del Papa descontextualizada: “el celibato no es un dogma”. ¿Por qué el asombro? Por una ignorancia de la que somos culpables quienes tenemos obligación de formar a los demás. Por eso escribo estas líneas aún a costa de quedar mal encasillado según la calificación de Quevedo. Puedo añadir en mi descargo que él mismo se atrevía a escribir después de tal clasificación.
Por fortuna, hay periodistas como Indro Montanelli, que en febrero de 1977, siendo director de Il Giornale Nuovo, pronunció en el Aula Magna de la Universidad de Navarra una conferencia sobre la situación política de Italia. Calificó de “fracaso” los treinta años de democracia que sumaba su país, denunció el “absoluto conformismo” de políticos y ciudadanos, y terminó con un mensaje dirigido muy especialmente a los estudiantes de Periodismo que le escuchaban: “El periodismo −les dijo− no puede ser para ustedes como un oficio. O es una misión, o no es nada”.