XlSemanal (Entrevista de Virginia Drake)
Portavoz del Vaticano durante 22 años, ningún laico conoce como él el funcionamiento de la curia. Invitado por la Fundación Rafael del Pino para dar una conferencia sobre la figura de Juan Pablo II, hablamos con él sobre el ‘VatiLeaks’, el banco vaticano, el Papa Francisco... No rehúye ninguna pregunta
Joaquín Navarro-Valls, (Cartagena, 1936), doctor en Medicina y licenciado en Periodismo, ejerció en España como médico 14 años hasta que ABC lo envió a Roma como corresponsal. En 1984 fue nombrado portavoz de la Santa Sede cargo en el que se mantuvo 22 años, convirtiéndose en el único laico y no italiano en ocupar esa responsabilidad. Miembro numerario del Opus Dei, gran conocedor de la curia romana y testigo de excepción de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Navarro-Valls ha recalado unos días en Madrid, invitado por la Fundación Rafael del Pino, para pronunciar una conferencia: El sentido del sufrimiento humano en Juan Pablo II; momento que XLSemanal ha aprovechado para realizar esta entrevista en exclusiva.
Veintidós años junto con Juan Pablo II son muchos años...
¡Excepcionales! Vivimos magníficas ocasiones de trabajo, de proyectos, de discusión de temas, de ansiedad, de angustia, de enfermedad, de dolor...
Sobre el dolor del Papa trata la conferencia que ha impartido en la Fundación Rafael del Pino.
Así es. Vivimos un tiempo en que el dolor es políticamente incorrecto, la sociedad no quiere contemplarlo. ¡Y no te digo ya la muerte! Pero, paradójicamente, el dolor es la experiencia humana más universal. No hay ser humano que, antes o después, no conozca el sufrimiento y, sin embargo, se lo quiere silenciar. En Asia y en ciertas partes de África es diferente, y en la India es completamente distinto. En fin, esto nos llevaría a una reflexión más profunda de la que podemos hacer aquí.
¿Cree que su pertenencia al Opus Dei y su condición de numerario influyeron en la elección del Papa?
Lo ignoro, nunca se lo pregunté. Nunca hablé con él de este tipo de cosas.
Qué curioso, con la estrechísima relación que los unía.
No, es que esa condición era irrelevante. Él valoraba mucho la profesionalidad.
En su pontificado se destaparon casos de pedofilia, de corrupción en las finanzas del Vaticano...
Hay que decir también que se acusó falsamente a dos cardenales, el de Chicago y el de Sídney, que de forma gallarda pusieron su cargo a disposición del Papa y en 15 días se demostró que eran inocentes. Luego resultó que en los Estados Unidos el problema era más amplio.
Se tuvo entonces la sensación de que se intentaron tapar muchas cosas.
No, no hubo oscurantismo. La dimensión no se la imaginaba nadie; para todos fue una sorpresa, sobre todo la proporción. Fue tremendo porque, en su limpieza intelectual y moral, el Papa no podía creer que aquello tuviera esa magnitud. En los primeros años del pontificado, Juan Pablo II quitó el permiso canónico de enseñar Teología Moral Católica al americano Charles Curran, que era un escándalo. Él estaba enseñando que no hay límites, que todo da igual... El resultado de esta Teología equivocada no se hizo esperar.
¿Quiere decir que la mayoría de los casos de pederastia y homosexualidad dentro de la Iglesia son consecuencia de la doctrina moral impartida por un teólogo americano?
Muchos casos se habían dado coincidiendo con la enseñanza de la Teología Moral de Curran; está todo muy unido. Naturalmente, el Papa cogió el toro por los cuernos y dio amplios poderes al cardenal Ratzinger, entonces decano de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El proceso contra Marcial Maciel, por ejemplo, se inició durante su pontificado y se comprobó la veracidad del caso en los primeros meses del de Benedicto XVI, y yo fui el que lo comunicó y no lo dudé ni un momento. Todavía recuerdo una carta de Maciel en la que decía: «Aseguro delante de Dios que todo es calumnia, no me pienso defender para mayor purificación...». ¡Dios santo!
Cuenta que tardó dos años en convencer a Benedicto XVI de que lo sustituyera como portavoz.
A mí, Benedicto XVI me inspira una gran ternura. Durante todo el pontificado de Juan Pablo II, raro era el día en que no trabajábamos juntos. Él no se esperaba ser elegido. Al día siguiente de su elección le dije que consideraba mi trabajo terminado porque estaba tremendamente cansado.
¿Se veía venir lo que estaba a punto de destaparse?
No, no, era un problema de cansancio. Los últimos meses, con la enfermedad y muerte de Juan Pablo II, habían sido muy duros y yo estaba realmente cansado. Él me dijo que no le hablara de eso y que tenía que seguir.
Dígame la verdad, ¿se imaginaba lo que estaba a punto de conocerse? Según L’Osservatore Romano, Benedicto XVI era “un pastor rodeado por una manada de lobos”.
Vamos a ver, si tú me pides un juicio basado en 23 años trabajando allí dentro, te diré que en la curia he encontrado una enorme cantidad de gente buenísima y que algunos me parecen santos. Segundo: es verdad que hay un poco del 'carrierismo' que dicen los italianos; todo es una carrera, lo cual no es un grave delito. Tercero, delincuentes lo que se dice delincuentes yo no he encontrado ninguno, ni en el ámbito del IOR [el banco del Vaticano] ni fuera de él.
¿No le parecen relevantes las filtraciones del caso ‘VatiLeaks’, que provocaron la destitución del cardenal Bertone, secretario de Estado del Vaticano?
También vamos a ponerlo en perspectiva. Cuando medio año antes aparece Julian Assange con el caso WikiLeaks, y se transmitieron a la opinión mundial todos los cables privados de la diplomacia vaticana, se pusieron en peligro relaciones internacionales... Pero los papeles del llamado VatiLeaks no ponen en peligro absolutamente nada. VatiLeaks es de una modestia infinita. ¿Qué es el VatiLeaks? Un pobre desgraciado con un cerebro así de pequeño que filtra unos papeles porque le viene la idea de que tiene que reformar la Iglesia. Y entonces salen a la luz tres cartas en las que se ve una pelotera de uno con otro... y poco más.
Cuando Benedicto XVI se dio cuenta de las reformas necesarias dentro de la curia, ¿se sintió desbordado?
Mi opinión es diferente. Juan Pablo II fue elegido con 58 años; Benedicto XVI, con 78. Yo, que lo conocía bien, pensé que podía ser elegido y que no aceptaría. Él pudo rechazar ser papa, pero hizo un acto heroico aceptando aquel peso que él sabía que era enorme.
Hábleme de su posterior renuncia.
Un papa siempre es un misterio. ¿Qué ocurre cuando se da cuenta del límite de la naturaleza humana en forma de fuerzas, de capacidad, frente a la demanda espiritual que viene con aquello? Eso es lo que ocurrió: él hizo un acto de coraje increíble, y lo hizo con una elegancia tal que lo comunicó en el orden normal del día de trabajo, sin pompa.
¿Descarta que Benedicto XVI se sintiera impotente para hacer la necesaria reforma de la curia vaticana?
El banco, la curia... Lo que se dice es desproporcionado. No era una situación explosiva. ¿Qué ha hecho Francisco hasta ahora? Ha empezado con un estilo personal distinto, pero no ha hecho grandes reformas urgentes.
¿No hubo una conversación entre los dos Papas en la que Benedicto XVI puso al corriente a Francisco del informe que había encargado?
La hubo, sí; pero el 'muerto' que le dejaba era muy pequeño. El problema ha sido sobredimensionado: ¡Horror, la curia terrorífica! ¡Quieren asesinar al Papa! ¡El banco del Vaticano lava dinero de la mafia...! [Se ríe irónico].
No me negará que el Vaticano es un centro de poder...
Es un centro de poder muy grande y muy relativo. Porque ¿en qué consiste su poder? ¿Puede poner o quitar el Papa un jefe de Estado? ¡No, hombre, no... por Dios!
¿Por qué cree que el Papa Francisco gusta tanto a los no católicos y preocupa mucho a los practicantes?
Esa inquietud de algunos católicos por Francisco es la misma que siente el hermano mayor cuando el hermano menor pide dinero a su padre, se va con prostitutas, lo pierde todo y, cuando vuelve a casa, su padre lo abraza.
¿Cree que los católicos preocupados lo están porque el Papa Francisco trate bien al 'hijo pródigo'?
Sí. La inquietud es la misma: “¿A ese hijo tuyo ni siquiera lo llama 'hermano' que se ha portado mal ahora lo tratas así? O sea, que yo tengo que ser mejor aún”. Por eso, el Papa martillea con una idea: misericordia, misericordia.
¿La austeridad del Papa deja mal a los anteriores?
No, no... Dos días después de su elección escribí en La Reppublica: «La expresividad de la fe cristiana en términos de estilo barroco ha terminado. El Papa Francisco va a implementar y crear un nuevo estilo comunicativo. El problema es si será aceptado». Y es lo que estamos viendo.
¿Cree que es cuestión de estilo comunicativo y no de un rechazo por el lujo y el oropel?
Vamos a ver. Nos habíamos habituado a pensar que, en la liturgia y en todo lo que tenía que ver con el cristianismo, el estilo propio de este era el barroco; y no es así, porque el barroco nace a finales del XVI. El tema es que el Papa Francisco, en 24 horas, ha acabado con eso: los zapatos del Sumo Pontífice ya no serán más de color rojo, no se ha puesto nunca la mantelina roja... ¿Está revolucionando algo? En el fondo, lo que está haciendo es cambiar de estilo porque no le interesa el estilo barroco. Madrid tiene algo de estilo barroco, pero es más sobrio que Roma. Roma es absolutamente barroca.
Y ya que habla de Madrid, hay quien piensa que la 'era Rouco' ya está finiquitada...
¡No tengo ni idea! Llevo 40 años fuera de España.
No hace falta vivir aquí para saber lo que pasa; desde Roma incluso se está mejor informado de si Rouco se jubilará sin pasar por la Santa Sede.
¡No tengo ni idea! España, aunque parezca un poco superficial, para mí es un país nuevo. No entiendo ni conozco la dinámica social, la dinámica política... Conozco mejor la de Italia.
La política de comunicación del Papa Francisco también ha roto esquemas: entrevistas personales, declaraciones muy arriesgadas... ¿Qué me dice del lobby gay que Francisco asegura que existe dentro del Vaticano?
¡No tengo ni idea! Cuando yo estuve no existía, y no quiero decir con esto que no hubiera alguna persona gay que yo no he conocido... Pero, desde luego, como lobby o como grupo de presión, no; seguro que no.
¿Le sorprende que el Papa hablara de este lobby?
A estas alturas ya... [se ríe]. De las cosas que pasan, la verdad, me sorprenden poquísimas. Lo acepto, lo ha dicho, es verdad. Es como aquella frase enigmática, bueno no tan enigmática, que dijo en el avión volviendo de Brasil: «Quién soy yo para juzgar a un homosexual que quiere acercarse a Dios de forma humilde...».
A la vez, decía el Santo Padre que había que integrar a los homosexuales en la sociedad. ¿Cómo los integra la Iglesia si condena la práctica de la homosexualidad?
Creo que algunas de las cosas que planteas se aclararán con un poquito de paciencia. Estamos al principio del pontificado y hay que esperar para ver más antes de juzgar.
Respecto al banco vaticano, sea sincero, ¿cree que la mafia lava dinero a través del IOR, tal y como se denunció?
Yo no sé qué estarán encontrando, porque yo del banco vaticano no sé nada. Sé que se ha encargado un proceso a Moneyval para que el IOR sea legalizado a nivel europeo como una banca con completo control. Ya se han controlado dos tercios del banco y el proceso puede terminar este año. De manera que el año próximo la transparencia puede ser total.
¿Cree que puede peligrar la seguridad del Papa si continúa con esa labor de transparencia en el banco?
Este Papa no admite que haya algo que no sea claro. Y si las personas que ha puesto a estudiar el banco ven algo que no esté limpio, este Sumo Pontífice no lo va a pasar por alto; este, como cualquier otro. ¿Y que se pueda sentir en peligro? Bueno, va por ahí sin escolta. Estas cosas no se saben hasta que no ocurren: recuerda el atentado a Juan Pablo II...
¿Piensa que la mafia se siente amenazada?
La mafia, ¡la señora mafia!, tiene una capacidad proteica de moverse: «Se me cierra una puerta y me abro otra». Ellos no se sienten amenazados nunca.
¿Ha oído eso de “a este Papa lo acabarán matando”?
Lo he oído, sí; pero yo creo que no va a ocurrir. Porque, ingenuamente, yo creo en el Espíritu Santo [risas].
Privadísimo
─«Soy el garbanzo negro de la familia. Soy el Joaquín Navarro número nueve, y los ocho anteriores han cursado todos carreras de Derecho: son jueces, notarios...».
─«Ejercí como médico 14 años antes de irme a Roma. Tenía tiempo libre y se me ocurrió que el periodismo podía ser la vía para participar en el debate público de nuestra época».
─«Siendo corresponsal en Italia, Juan Pablo II me invitó a comer. Durante una rueda de prensa, me acercaron un papelito: “Tiene usted que ir a comer con el Papa a la una y media”. Pensé que era broma».
─«Acepté la propuesta de ser su portavoz. Pero puse una condición. Le dije: “Mire usted, Santo Padre, esta tarea solo se puede llevar a cabo si tengo acceso a usted en cualquier momento”. El Papa respondió que así sería».
─«Que yo fuera el primer portavoz laico y no italiano de la Santa Sede no habla mucho de mí, sino de Juan Pablo II, de su visión universal».
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