Esta mañana también se cierra al tráfico la Via della Conciliazione
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«¿Quién de nosotros (¡todos, todos!), quién de nosotros no ha experimentado inseguridades, desorientaciones e incluso dudas en el camino de la fe? ¡Todos! Todos hemos experimentado esto, incluso yo», afirmó el Papa en la Audiencia del pasado miércoles
Caminando hace un rato hacia Porta Pinciana y antes de llegar a la parada del autobús que me ha traído hasta la Universidad, he visto el aviso para automovilistas. Esto es lo que ha dado de sí la cámara del teléfono.
El caso es que he caído en la cuenta de que hoy es miércoles, y por tanto hay audiencia del Papa en el Vaticano. Y, dada la afluencia creciente y masiva de personas, por eso también esta mañana se cierra al tráfico la Via della Conciliazione.
Quizá en otros países o ciudades, algunos ciudadanos o algunos periódicos o televisiones se tomarían por la tremenda una alteración de este tipo. Los romanos lo encuentran normal, y agradecen el aviso: así saben a qué atenerse en su recorrido hacia sus ocupaciones, evitando en lo posible los inconvenientes de acercarse allí.
Quizá hoy hable en la audiencia de esperanza, porque este ha sido el asunto glosado en la homilía de su misa de esta mañana en Santa Marta: una virtud casi desconocida o malentendida.
Los romanos no se quejan de que las muchedumbres que quieren escuchar al Papa Francisco cambien el ritmo de la vida en su ciudad. Algunos, quizá, piensan en la vieja Caput Mundi, capital imperial del mundo, que −por otras razones, incluyendo hoy la siembra de esperanza cristiana− está de nuevo recuperando un nuevo sentido para ese título. Y quizá se sienten orgullosos, en medio del peculiar tráfico de las calles romanas.
Actualización
En la audiencia de hoy, el asunto ha sido más bien otro del presupuesto esta mañana: Papa Francisco ha hablado de la fe y de la comunión de los santos, y −entre otras cosas− ha dicho, poniéndose en la piel de muchos de sus oyentes.
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«¿Quién de nosotros (¡todos, todos!), quién de nosotros no ha experimentado inseguridades, desorientaciones e incluso dudas en el camino de la fe? ¡Todos! Todos hemos experimentado esto, incluso yo. Todos. Es parte del camino de la fe, es parte de nuestra vida. Todo esto no debe sorprendernos, porque somos seres humanos, marcados por la fragilidad y los límites. Todos somos frágiles, todos tenemos límites, no se espanten. ¡Todos los tenemos!».
«Sin embargo −añadió Francisco−, en estos momentos difíciles es necesario confiar en la ayuda de Dios, mediante la oración filial, y, al mismo tiempo, es importante encontrar la valentía y la humildad para abrirnos a los demás para pedir ayuda, para pedir una mano. “Dame una mano, tengo este problema”». El Papa se preguntó: «¿Cuántas veces lo hemos hecho? Y luego hemos logrado salir del problema y encontrar a Dios otra vez. En esta comunión (comunión que quiere decir “común unión”, todos unidos, común unión), en esta comunión somos una gran familia, todos nosotros, en donde todos los elementos se ayudan y se apoyan entre ellos».