Seguramente muchos lo habrán leído, pero, para quienes no, me parece que merece la pena recoger esta historia<br /><br />
ElConfidencialDigital.com
Seguramente muchos lo habrán leído, pero, para quienes no, me parece que merece la pena recoger esta historia. Creo que es una de esas cosas que se deben contar.
Un paciente belga que se encontraba en estado vegetativo desde hace 23 años, en realidad no estaba en coma. Y ha podido ser despertado.
Rom Houben sufrió en 1988 un accidente de tráfico, los médicos determinaron que su conciencia se había extinguido y no podía responder a ningún estímulo, y desde entonces ha permanecido aparentemente en estado vegetativo.
Su familia, y singularmente su madre, Fina Houben, lo ha tenido al lado todos estos años. «Cuando estaba en casa, lo teníamos en medio del salón. Nos lo llevábamos de vacaciones. Hemos estado en la Costa Azul, hemos viajado en literas de tren. La última vez que fuimos a la playa fue hace dos años», ha contado Fina.
«Él estaba en el meollo, como suele decirse. En la boda de su hermana, nos lo llevamos y se quedó despierto hasta las dos de la mañana».
Fina defendía que Rom seguía consciente: «Pequeñas cosas me lo demostraban. Cuando le decía que me mirara, él levantaba un poco la cabeza y me miraba un poco. Le decía "gira la cabeza" y él lo intentaba».
Hace tres años, acudió al neurólogo belga Steven Laureys, director del Coma Science Group. En el Cyclotron Research Center le sometió a un escáner que detectó actividad cerebral. Quedó confirmado cuando el paciente fue capaz de presionar con un pie un botón para indicar "sí".
Desde entonces, el equipo médico ha diseñado una técnica para que pueda comunicar sus pensamientos gracias a la ayuda de una logopeda.
«Este año me preguntó si podía ir a plantar un arbolito en la tumba de su padre. Y así lo hicimos. También escribió una pequeña carta con la ayuda de la logopeda. Tenía necesidad de decir adiós a su padre», ha contado la madre.
Rom Houben asegura que logró aguantar gracias a la fe de su familia. Conservó las ganas de vivir porque su familia creía en él.
Antes del accidente era estudiante de ingeniería y aficionado a las artes marciales. Ahora, ambiciona comunicarse con sus seres queridos y publicar un libro "lleno de humor", según su madre.
En fin, una de esas historias que vale la pena contar.