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“Su desparpajo para tratar con claridad los problemas y desafíos de la Iglesia, surge como un modelo de creatividad en la continuidad”
Directo, sincero, provocador, abierto, ocurrente. Francisco ha encontrado su propio estilo para hacer lío en la aldea global: «Soy un indisciplinado nato», ha dicho. Una propuesta, a la vez, creyente y creíble, sustentada en lo esencial: la caridad.
Pero no una caridad abstracta, sino un amor encarnado que el Evangelio presenta en el buen samaritano, que lava, cura y consuela al necesitado. Una nueva pastoral para una nueva era, más cercana, inclusiva y entusiasmante.
La caridad parte de la comprensión y la apertura al otro, de quebrar la autorreferencialidad.
«El anuncio misionero se concentra en lo esencial, en lo necesario, que, por otra parte, es lo que más apasiona y atrae, es lo que hace arder el corazón».
El Papa marca el camino para anunciar a Jesucristo al mundo actual.
Su desparpajo para tratar con claridad los problemas y desafíos de la Iglesia, surge como un modelo de creatividad en la continuidad.
El mismo Francisco ha señalado en distintas oportunidades que algunas de sus palabras que más han llamado la atención, no han sido más que expresar «lo que dice el Catecismo».
Entonces, ¿por qué causan tanto impacto? ¿Por qué se genera tanta atención? Quizá los nuevos tonos y modos de su comunicación hacen, justamente, al mensaje más creíble.
El Papa entiende el idioma de la gente y de los medios. Y lo habla. Desde hace poco más de seis meses construye un puente con la cultura actual, que conecta con el corazón de cada persona.
La piedra angular de este puente es la escucha: «El que predica tiene que reconocer el corazón de su comunidad».
Escuchar a Dios, escuchar a la cultura, escuchar a la gente, especialmente a los más pobres: «Mis decisiones [...] van ligadas a un discernimiento espiritual que responde a exigencias que nacen de las cosas, de la gente, de la lectura de los signos de los tiempos. El discernimiento en el Señor me guía en mi modo de gobernar».
Esta actitud abierta lleva directamente a una visión de la Iglesia como la «casa de todos», que sea capaz de «curar heridas y dar calor a los corazones», que se haga cargo de las personas, con misericordia, como una madre buena que ama y quiere lo mejor para sus hijas e hijos, porque es también pastora.
Por eso, en el centro debe estar lo más importante: «¡Jesucristo te ha salvado!».
Primero está la propuesta de una vida plena en Cristo. Como decía la santa preferida del Papa, Teresita de Lisieux, nuestra vocación es el amor.
Enamorarnos de Cristo para salir de nosotros mismos y servir a los demás, también con el anuncio de las consecuencias morales de ese seguimiento del Señor.
Pero lo primero es el amor: sólo en ese contexto se entienden las exigencias morales del Evangelio.
Mons. Mariano Fazio es Vicario del Opus Dei en Argentina y autor del libro El Papa Francisco. Claves de su pensamiento
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