Un día para invocar y desear la paz a nivel mundial, especialmente a la vista de los últimos acontecimientos en Siria
El Mundo – Castellón
Quienes creemos en la fuerza del diálogo sereno, en la importancia de salvaguardar la paz, en la fuerza de la oración, no opinamos que sea “casual” este cambio repentino sobre Siria después de esa jornada de oración y ayuno convocada por el Papa el pasado día 7
Me comentaba recientemente un amigo que, ya que tiene que viajar a Londres en estos días, ha sacado billete para hoy, 11 de septiembre, porque los billetes de avión son más baratos. Es un día grabado fatídicamente en la memoria de todos, por los atentados de Al Qaeda en Estados Unidos. Es un día para invocar y desear la paz a nivel mundial, y más en estos días en que todos seguimos con atención el posible ataque de Estados Unidos contra objetivos de Siria.
Parecía inminente e inevitable la orden de Obama de atacar. El panorama ha cambiado sustancialmente, al pedir Rusia a Siria que entregue y destruya el gas que tiene. China también apoya la petición rusa. Siria parece aceptar la propuesta, con las reticencias prácticas de Obama. Pero se ha abierto una importante puerta para la paz, por el diálogo entre los Gobiernos y, también, por la insistencia del Papa Francisco en evitar el ataque, a la vez que ha alzado su voz en contra de los intereses de las grandes potencias de venta de armas.
El Papa no se ha quedado en alzar la voz con claridad. Ha hecho lo que está en sus manos y es significativa la jornada de oración que convocó en la Iglesia para el sábado 7 de septiembre. Quienes creemos en la fuerza del diálogo sereno, en la importancia de salvaguardar la paz, en la fuerza de la oración, no opinamos que sea “casual” este cambio repentino sobre Siria después de esa jornada de oración y ayuno.
Se puede decir que el Papa ha puesto en práctica el lema “a Dios rogando y con el mazo dando”, que en su caso es también hablar, alzar la voz ante un bien como la paz. Curiosamente, El País ha calificado esta postura del Papa como un “descenso a la arena política”: tal vez ese periódico preferiría un Papa “ausente” y pasivo ante los grandes problemas morales de la humanidad ─y la paz lo es─, para poder acusar a la Iglesia de trasnochada y no comprometida.
Haga lo que haga un Papa, para algunos siempre será objeto de crítica o menosprecio: si hace, porque hace; si no hace, porque no hace. Simplemente, molesta que la Iglesia defienda valores que algunos pretenden que sean exclusivos de la “izquierda”, como la paz, la cultura, la solidaridad, la vida, la dignidad de la mujer y un amplio etcétera, que la Iglesia siempre ha defendido dentro de su doctrina social.