La complejidad atasca las mentes infantiles y la carencia de principios produce estos finales
Vagón-Bar
Los partidarios del ataque a Siria aluden con frecuencia asombrosa al “deber moral” de Occidente con respecto a una guerra civil que el propio Occidente ha permitido e incluso alimentado con posturas infantiles
Infantil fue la narración periodística de la crisis Siria, mal contada desde el principio en clave de tirano contra su pueblo, como había ocurrido antes con Egipto o con Libia. E infantil el pragmatismo de las principales potencias que, con su desinterés activo, inflamaron y armaron a los opositores del régimen hasta encender la guerra.
Ahora invocan el “deber moral” de atacar para, en el fondo, dejar las cosas como están, porque nadie quiere que haya vencedores, aunque solo Israel diga de un modo descarado que prefiere el statu quo vigente. La falta de principios se viste de “deber moral”.
Muchos cerebros chisporrotean, al borde del cortocircuito y del apagón, al ver a Obama y Hollande, con el presidente turco, del lado de la guerra y al Papa en contra. Porque un mundo como el nuestro, dominado por la simpleza de los eslóganes y por el presentismo ─ni recordamos lo que ocurrió ayer ni queremos ver las consecuencias de lo que hagamos hoy en lo que pasará mañana─, un mundo así, tan manipulable, olvida que en la dos guerras del Golfo también el Papa, que era otro, se opuso y que en el lado opuesto figuraban los Bush. La complejidad atasca las mentes infantiles y la carencia de principios produce estos finales.
Por cierto, algunos comentaristas encuentran ridículo que Francisco haya convocado para hoy una jornada de ayuno y oración por la paz. Los comprendo. Haré gustosamente el ridículo.