Un pequeño y agradable descubrimiento en la tienda de juguetes más famosa de Londres<br /><br />
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Aunque siempre estamos listos (y con razón) para denunciar la pérdida de algunas señales tradicionales relacionadas con nuestras raíces cristianas, o la oposición que estas señales encuentran en los lugares públicos…
El fin de semana pasado fui con mi familia a Londres, para visitar a mi hija que acaba de empezar la universidad en Inglaterra. El sábado por la tarde me tocó cumplir una promesa que le había hecho a mi hijo más chico: lo llevé a ver Hamleys, la tienda de juguetes más famosa de Londres: siete pisos y 40 mil productos, con empleados que muestran el funcionamiento de las novedades y que te dejan ver cómo funcionan.
La tienda estaba repleta de personas y era difícil moverse. Los que me conocen saben que no adoro ir de compras, y mucho menos ir detrás de mis familiares mientras hacen sus compras, sobre todo si uno se encuentra en una marea de gente, tal y como sucedió el fin de semana pasado en el centro de Londres.
Sin embargo, dos cosas me sorprendieron durante la visita a Hamleys. La primera fue la entrada de unos padres que empujaban una silla de ruedas, en la que había un muchachito que habrá tenido unos 10 años. Estaba completamente calvo, se veía que sufría y que estaba muy enfermo. Su presencia fue como un gancho al estómago, por lo menos para mí. En el templo de la diversión, la conciencia de la realidad de la vida, del sufrimiento de los inocentes y del significado que el dolor encierra en sí mismo.
La segunda cosa que me impresionó fue un pequeño y agradable descubrimiento. Y aparentemente sin relación con la primera. En el piso dedicado a las construcciones, en las estanterías en las que están expuestos los muñequitos de Playmobil, había un pequeño espacio dedicado a la navidad, con un mini-pesebre Playmobil (al que le tomé una foto con el móvil). Hay que decir que Hamleys todavía no tenía la decoración navideña (porque el tema era el de Halloween) y la presencia de este pequeño, pero significativo detalle cristiano me sorprendió.
Siempre estamos listos (y con razón) para denunciar la pérdida de algunas señales tradicionales relacionadas con nuestras raíces cristianas, o la oposición que estas señales encuentran en los lugares públicos. Hay que tomar nota de que, a veces, sorprendentemente, estas señales surgen en donde menos te lo esperas, como en el caso del templo de la diversión de Hamleys, en donde se puede ver el pesebre Playmobil que, con los muñequitos, representa el misterio del Dios hecho hombre, es más, hecho niño, un niño «totalmente dependiente de los cuidados de un padre y una madre», que es «nuestro todo», como tuvo a bien decir el beato Juan Pablo II en Belén en marzo del año 2000.