Un análisis estricto indica lo contrario a una visión apocalíptica del tema
Ni hemos llegado aún a los 7.000 millones, ni esto significa problema para el desarrollo, aunque sí sea una preocupación para quienes difunden como sea la contracepción en el mundo
Estos días se ha fabricado la noticia de que la humanidad llega a los 7.000 millones. Se puede hablar de “fabricar” porque esa no es la realidad y porque un análisis estricto indica lo contrario a una visión apocalíptica del tema. Espontáneamente muchos interpretan la “superpoblación” como señal de que hay que frenarse pues no habría alimento, terreno, ni trabajo para tantos. Lo cual es completamente falso.
Desciende la fecundidad
El semanario The Economist señala que lo más decisivo son los cambios relativos —como el crecimiento de los ancianos con la disminución de los jóvenes, o la variación de la edad media de los habitantes—, antes que el número absoluto de personas. El problema no viene por los 7.000 millones sino porque se desacelera el aumento, como está ocurriendo ahora. El bebé 6.000 millones nació hace 12 años y la ONU estima que los 8.000 millones se harán esperar 14 años: por primera vez un millar adicional tardará más en llegar que el anterior. El siguiente costará aún más, con 18 años.
La causa es el rápido descenso de la fecundidad mundial, de 4,45 hijos por mujer en 1970 a 2,45 en el presente. La baja tasa de los países ricos —casi todos— no basta para explicarlo. Bangladesh apenas alcanza ya el umbral de reemplazo: con 2,16 hijos por mujer, está a la mitad que hace veinte años. Irán cayó de 7 en 1984 a 1,9 en 2006. Hoy día, cerca de la mitad de la población mundial vive en países con fecundidad de 2,1 o menos, como ocurre en España.
Envejece la población
Por tanto, estos datos señalan una tendencia general al envejecimiento. Para los países con fecundidad alta esto supone una oportunidad de rápido crecimiento económico. Siguiendo ellos la trayectoria de Occidente, van a sustituir las generaciones numerosas por otras más pequeñas, y por tanto tendrán una tasa de dependencia muy baja (pocos niños y mayores en relación con los activos). Podrán producir más y, con la consiguiente expansión económica, lograrán el aumento de productividad que les permitirá mantener la prosperidad cuando les suba la tasa de dependencia. Es lo previsible en África subsahariana, la única parte del mundo donde bajará la tasa de dependencia en los próximos 40 años.
El problema no está en los 7.000 millones
Sin embargo, ahora mismo, los mayores problemas afectan a los países de fecundidad baja, como son los desarrollados, concretamente España. Y el caso extremo es Japón pues a mitad del siglo XXI tendrá casi tantos dependientes como activos. Pero aún es peor lo que se vendrá en China, con el agravante de que no es un país rico. The Economist señala que: «Por la reducción artificial de su fecundidad merced a la política del hijo único, está envejeciendo a una velocidad sin precedentes». En 2030 la población china será más vieja que la europea, y el también artificial déficit de mujeres anuncia un exceso de 16 millones de hombres en 2025, que se disputarán una mujer para formar una familia.
Por tanto, ni hemos llegado aún a los 7.000 millones, ni esto significa problema para el desarrollo, aunque sí sea una preocupación para quienes difunden como sea la contracepción en el mundo.