aragonliberal.es (Entrevista de Verónica Crespo)
«El Papa Francisco es como una locomotora con dos vagones, ‘misericordia’ y ‘servicio’, que transcurre por la vía (su vida) de dos categorías teológicas, las del encuentro y el diálogo»
Entrevista a Eduardo Camino, editor del libro Rezar con el Papa Francisco.
En su libro destaca cómo el Papa Francisco nos invita a rezar. ¿Cómo puede enseñarnos el Papa a hablar con Dios?
Propiamente hablando el único que nos enseña a rezar es y será siempre el Espíritu Santo. Recuerdo, en Cruzando el umbral de la esperanza, cuando Vittorio Messori preguntó a Juan Pablo II cómo y por quienes rezaba… La respuesta del entonces Papa fue: «¡Habría que preguntárselo al Espíritu santo! El Papa reza tal y como el Espíritu Santo le permite rezar». Y si es verdad que el Papa ha cambiado… el Espíritu Santo no.
Por eso cuando en su pregunta habla de “enseñarnos”, tanto el Papa como los santos a lo largo de la historia y otras muchas personas, pueden ejercer de “causas segundas” y mediante su fe, sus respuestas, su comportamiento, etc. llevarnos, animarnos a rezar... incluso sugiriendo temas… No olvidemos que rezar, al fin y al cabo, es tan fácil y tan complicado como querer hablar con Dios… ¿De qué? De lo que sea.
¿Cree el Papa que la Iglesia puede recuperar su posición en la sociedad teniendo como eje principal de su pontificado la conversación con Dios?
El objetivo de la Iglesia no es, de eso estoy completamente seguro, recuperar ninguna posición. ¿En qué puesto estamos?, ¿de qué ranking hablamos? La Iglesia lo que pretende (y en la medida en que no lo pretenda se desvirtuaría a sí misma) es ayudar a la gente a conocer a Dios, a que sean felices en la tierra para que puedan seguir siéndolo después de esta vida. Es a esto a lo que llama “santidad”.
Ahora bien no existe santidad, y de eso también estoy completamente seguro, sin diálogo con Dios, sin amistad con Él, sin oración.
¿Qué otros atributos tiene como objetivo mostrarnos el Papa Francisco? ¿Cuáles son esos “temas” que al Papa le preocupan’?
Tras analizar y meditar todas sus intervenciones públicas desde que fue nombrado cardenal, el 21 de febrero de 2001, y como se comenta en la presentación del libro, pienso que el Papa Francisco, empleando una imagen, es como una locomotora con dos vagones, “misericordia” y “servicio”, que transcurre por la vía (su vida) de dos categorías teológicas, las del encuentro y el diálogo.
Sí, esos cuatro temas son los más frecuentes; a los que más recurre, de eso es de lo que más le gusta hablar… quizás porque él mismo, como cuenta en alguno de los libros-entrevistas, los ha experimentado con especial fuerza o intensidad. En este sentido, lo que uno ha visto, lo que ha peleado por vivir, por hacer vida, lo que ha sufrido… suele ser también transmitido con especial viveza, fuerza, credibilidad. Hoy en día la gente prefiere los testimonios a las teorías.
Asegura que este Papa va a “romper esquemas”. ¿Puede ser el nuevo Juan Pablo II?
Es importante que cada Papa, como cada persona, sea él mismo (ella misma) y no trate de ser “otro-a”. Se dice que Juan Pablo II era la “esperanza” (recuérdese ese libro al que ya me he referido, el best seller Cruzando el umbral de la esperanza), el Papa emérito Benedicto XVI la “fe” (recuérdese sus años como Prefecto de la Doctrina de la Fe… su convocatoria del Año de la Fe… que todavía estamos viviendo… su libro Informe sobre la fe, también con Messori, etc.) y Papa Francisco la “caridad”. Pero eso son simplificaciones, modos de hablar… que en cierto sentido pueden ayudar a algunos…
Lo que sí pienso ha sorprendido a tantos en sus primeros pasos como Pontífice −y en este sentido digo en la presentación del libro lo de “romper esquemas”− ha sido ese rostro sonriente, esa cercanía, esa ruptura del “protocolo”, esa proximidad con la gente, la solidaridad −como el mismo Jesús hizo− con los pobres, indigentes, enfermos… con los más necesitados.
Este libro es una especie de “guía para rezar”. ¿Cómo puede servirle a una persona no creyente?
En la medida que descubra que esos párrafos del Papa están “cargados de humanidad”, escritos también para él. Sus palabras no son solo para los no creyentes sino, como se suele decir al inicio de las Encíclicas, “para todos los hombres de buena voluntad”.
Pensar, reflexionar −que no rezar− sobre su contenido ayudará a muchos a salir de sus preocupaciones, a darse a los demás, a servir, a darse cuenta de que no están solos, de que el dolor y la muerte no tienen la última palabra sobre la vida, a… tantas cosas que, si luchan por vivirlas, les harán mejores personas.
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