Reconforta que alguien defienda la obediencia en esta cultura nuestra, tan floja, tan de agradar<br /><br />
Vagón-Bar
Reconforta que alguien defienda la obediencia en esta cultura nuestra, tan floja, tan de agradar
Estuve con Toni Nadal el martes pasado en un acto de la admirada Fundación “Lo que de verdad importa”, en el que el entrenador y tío de Rafa intervenía como ponente. Toni es un tipo normal. Siempre consideré que eso es lo mejor que se puede decir de alguien y parece que él piensa lo mismo. Lo explica sin teorizar, con historias, y en un castellano pedregoso adoquinado por la sintaxis catalana. Los tipos normales, con sacrificio y docilidad, consiguen objetivos extraordinarios, dice.
Es consciente de que hay ejemplos de lo contrario, cita a Maradona y a Ronaldo por si alguien prefiere ese camino. Pero el suyo parece claro: el entrenador/educador debe ser admirado por el pupilo (esta parte la explicó mal, quizá por modestia) y el pupilo debe ser dócil. Se sorprende Toni de que algunos padres minen la autoridad de los profesores o se jacten de la autonomía de juicio que muestran sus hijos a edades muy tempranas en las que, como él dice, “toca obedecer”.
Reconforta que alguien defienda la obediencia en esta cultura nuestra, tan floja, tan de agradar. Toni insiste en que la obediencia facilita el trabajo del entrenador/educador y permite que el pupilo alcance más rápidamente y con mayor eficacia los objetivos que persigue. Obedecer es clave y «Rafa ha sido un chaval muy obediente». Un día, en un gran hotel de Shanghái, bajaron a cenar al restaurante. Rafa apareció con pantalones cortos y alguien le dijo: «Aquí no dejan entrar con esa vestimenta, pero a ti te dejarán». Toni le mandó subir a cambiarse y riñó al otro: «¿Qué le estás enseñando?».